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Resultado inesperado

Claves del vuelco en Países Bajos: ¿qué aliados buscarán los Demócratas 66 de Jetten y por qué Wilders ha sido destronado?

Rob Jetten, líder de Demócratas 66, durante la noche electoral en Leiden.

Rob Jetten, líder de Demócratas 66, durante la noche electoral en Leiden. / PETER DEJONG / AP

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

La Haya
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Las elecciones parlamentarias de Países Bajos, precipitadas por el hundimiento de la coalición dominada por el trumpista Geert Wilders, marcan el probable regreso a la vía de un progresismo constructivo y moderado de este socio fundacional de la UE y aliado de la OTAN. El recuento de votos, con el 98,4 % escrutado, colocan al PVV de Wilders y los Demócratas 66 de Rob Jetten empatados en porcentajes y escaños --un 16,7% y 26 escaños para cada uno--. Son cifras idénticas, pero que para Wilders reflejan el fracaso de su proyecto político, tras el hito marcado en los comicios de noviembre de 2023 al obtener 23% y 37 diputados. En cambio, a Jetten le impulsan hacia el puesto de primer ministro: se disparó 10 puntos por encima de lo obtenido hace dos años y ganó 17 diputados más. Son resultados contra pronóstico, tras meses con Wilders liderando con claridad los sondeos. Se demuestra una vez más la volatilidad del voto neerlandés. El alza del progresismo liberal de Jetten estuvo acompañada de un crecimiento espectacular de los democristianos de CDA y la capacidad de resistencia de los liberales. Por contra, quedó hundido en el cuarto puesto el bloque izquierdista y verde del veterano Frans Timmermans.

Estas son las claves del vuelco en Países Bajos y de qué puede pasar a partir de ahora:

Según los análisis del instituto Ipsos, el ascenso de D66 de Jetten se debió a su capacidad de reclutar votos en el resto de los partidos, desde los otros representantes del progresismo que es la alianza de Timmermans al centro o incluso la ultraderecha de Wilders. Jetten, de 38 años y ministro de Medio Ambiente en la última etapa como primer ministro de Mark Rutte, ha rescatado a su partido de la casi irrelevancia hasta lograr su mejor resultado histórico. Se le identifica con la regeneración, el dinamismo y el espíritu constructivo. También con un pragmatismo que aplica tanto a la búsqueda de propuestas contra la escasez de vivienda asequible, como a una política migratoria que en Países Bajos dejó atrás hace tiempo la línea de la acogida generosa. En lo privado representa además el modelo de sociedad abierta defendido por los neerlandeses: vive abiertamente su homosexualidad, lo que le coloca en el polo opuesto de la homofobia de Wilders y demás trumpismo europeo.

Los 26 escaños logrados por Jetten quedan muy por debajo de los 76 que precisa para dotarse de una mayoría estable en un Parlamento con 150 escaños. Su aliado natural o hasta "lógico", según sus propias palabras, es la alianza GroenLinks-PvdA de Timmermans. Pero no le bastan los 20 diputados logrados por este bloque. Buscará apoyos entre los democristianos de CDA, con 18 puestos, y los 22 procedentes de los liberales del VVD, el partido que lideró Rutte antes de convertirse en secretario general de la OTAN. Pero la actual jefa de los liberales, Dilan Yesilgöz, rechazó en campaña una eventual alianza que incluya a Timmermans. Son 15 los partidos con escaños en el nuevo Parlamento y muchas las constelaciones posibles en un país acostumbrado a experimentar con alianzas que parecían imposibles. A los neerlandeses no les asustan las transiciones largas con gobiernos en funciones en minoría, como el que mantiene con vida el primer ministro saliente, Dick Schoof. Rutte tardó 299 días hasta atar su último ejecutivo, mientras que entre la victoria de Wilders de 2023 y la formación de su alianza con tres socios pasaron ocho meses.

A Geert Wilders, con un largo recorrido como figura que marca pautas en la política neerlandesa, le traicionaron su carácter histriónico y sus ansias de dominio. Se había resignado a regañadientes a no tener cargos en el Gobierno de Schoof, por imperativo de sus socios centristas. Pero hundió a la coalición en el caos con exigencias no asumibles en materia migratoria. Demostró ser un líder de una ultraderecha insaciable que, de llegar al poder, se comporta como un actor incontrolable. El empate final con Jetten le deja herido, aunque sería prematuro darle por finiquitado. El siguiente riesgo del PVV es la aparición de otras dos fuerzas pujantes del espectro ultra, JA21 y FvD, ambas en el grupo de partidos que aumentaron escaños y porcentajes.

Los socialdemócratas y socialistas europeos no podrán cantar victoria a través de Timmermanns, que aspiraba a recuperar para su familia política el poder perdido en La Haya hace más de 20 años. Pero un regreso de Países Bajos al terreno de la moderación y el centro a través del progresismo liberal de Jetten allanará asperezas en el cada vez más crispado panorama político del bloque comunitario.

D66 es un partido comprometido con el apoyo a Ucrania, como se encargó de transmitir el propio Jetten la misma noche electoral, al catapultarse como vencedor moral de los comicios. "Kiev debe seguir contando con el apoyo europeo", afirmó. Wilders, como otros trumpistas, se propuso incluso desmantelar las ayudas a Ucrania, aunque mientras el PVV formó parte de la coalición relativizó su rechazo al apoyo a Kiev obligado por sus socios.

El grupo de los Patriotas para Europa, comandado por el ultranacionalista húngaro Viktor Orbán y con la francesa Marine Le Pen y el español Santiago Abascal entre sus filas, confiaba en que su afiliado Wilders defendería claramente su posición de primera fuerza. El empate les salva formalmente la papeleta. Pero el descalabro expresado en la fuerte caída porcentual y por escaños es difícil de disimular, incluso para el socorrido automatismo ultra de recurrir al victimismo como fuerza "bajo acoso". Orbán exhibe como propio cualquier triunfo de su familia política, como el logrado por el magnate Andrej Babis en las recientes elecciones checas. El líder húngaro, adorador de Donald Trump y amigo de Vladímir Putin, necesita reforzarse ante su propia campaña electoral. En abril de 2026 luchará por una reelección con los sondeos cuesta arriba. Babis presentará probablemente la próxima semana su pacto de coalición con dos aliados euroescépticos y antisistema. Wilders en cambio está descartado como socio, lo que reactiva de facto una especie de cordón sanitario que parecía suprimido en Países Bajos.

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