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Empate final

Países Bajos castiga al ultra Wilders y abre paso al rejuvenecido progresismo liberal de Demócratas 66

El exministro de Medio Ambiente Rob Jetten fue el vencedor moral de los comicios y tendrá 26 escaños, el mismo número que el PVV de Wilders

El líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, vota en un colegio electoral de La Haya, este miércoles.

El líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, vota en un colegio electoral de La Haya, este miércoles. / KOEN VAN WEEL / EFE

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

La Haya
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El Partido de la Libertad (PVV), la ultraderecha islamófoba y euroscéptica de Geert Wilders, sufrió un fuerte descalabro en Países Bajos y quedó empatado tanto en votos como en escaños con el progresismo liberal de Demócratas 66 (D66), según datos oficiales, escrutados un 98,4 % de los votos. El D66, liderado por el exministro de Medio Ambiente Rob Jetten, de 38 años, se convirtió en el vencedor moral, ya que tendrá 26 escaños en la nueva cámara, 17 más de los que tenía. El partido de Wilders, por contra, pierde once diputados. Ambos partidos quedaron equiparados además en porcentajes, con un 16,7 % de los votos.

La tercera fuerza del Parlamento, con 22 puestos, serán los liberales del VVD, el partido que dirigió hasta convertirse en secretario general de la OTAN Mark Rutte. Su líder actual es Dilan Yesilgöz, la única mujer entre los candidatos de los principales partidos . El gran derrotado de las elecciones parlamentarias neerlandesas fue, sin embargo, el bloque de la izquierda y verdes de Frans Timmermans, al que se auguraba un segundo o incluso primer puesto, pero quedó en la cuarta posición con 20 escaños.

La respuesta de este veterano político, exvicepresidente de la Comisión Europea (CE), fue anunciar su retirada como líder de su alianza, GroenLinks-PvdA, tras saltar las primeras proyecciones. "Es el momento de dejar paso a la nueva generación", dijo, entre ovaciones de sus seguidores concentrados en un antiguo silo de cereales de Rotterdam.

Las primeras proyecciones habían sido demoledoras para Wilders, al que se situaba de pronto por detrás de Jetten. Estaba de por sí descartado que pudiera liderar otro gobierno, incluso si hubiera defendido la posición de primera fuerza que alcanzó en noviembre de 2023. Las elecciones se celebraban por anticipado después de que Wilders hubiera pulverizado el pasado mes de junio la coalición de la que era fuerza dominante. Su comportamiento errático llevó al caos y finalmente al hundimiento a la coalición de gobierno capitaneada por el PVV, 11 meses después de su formación.

"Los neerlandeses han dicho adiós a la política del miedo y han elegido a fuerzas positivas", afirmó Jetten ante sus militantes. Su propósito es lograr un gobierno "estable", con "todas las fuerzas constructivas del centro". Jetten está en las antípodas de Wilders tanto en lo político como en lo personal. Aspira a catalizar un dinamismo constructivo, frente a la toxicidad del trumpista ultra. Vive abiertamente su homosexualidad, mientras que para Wilders solo hay dos sexos, hombre o mujer.

Wilders, por su parte, admitía su decepción por los resultados del PVV -"una pérdida importante", dijo-. Sigue siendo "uno de los más grandes del país", añadió, mientras advertía de que el resultado final podía aun mantenerlo como el más votado.

En busca de intrincadas mayorías

Se perfila un camino complejo para la formación de una nueva mayoría, en un Parlamento muy fragmentado con un total de 150 escaños. Entre D66 y el bloque de Timmermans sumarán 46 escaños y se necesitan 76 para alcanzar la mayoría. Al veto compartido por los grandes partidos a Wilders, se suma que algunas formaciones del centro descartaban opciones demasiado progresistas o dominadas por el izquierdismo.

Entre los partidos del centro a tantear por Jetten están los liberales de VVD, que parecían debilitados pera lograron el honroso tercer puesto. También celebraron un fuerte asecenso los democristianos de CDA, que dispararon sus espectativas hasta obtener 18 diputados, trece más de los que tenían.

La caída de Wilders ha ido paralela al crecimiento de otras dos formaciones del espectro ultra, los euroescépticos de Ja21 y la derecha radical de FvD, con 9 y 7 diputados, respectivamente.

Resultados contra pronóstico

El ascenso de D66 fue contra pronóstico. Hasta la víspera de las elecciones no se contaba con Jetten como aspirante a primer ministro. Pero ante la jornada electoral empezaron a circular nuevas estimaciones, inclusive la posibilidad de que Wilders quedase apeado como primera fuerza tras habérsele dado durante semanas como favorito. A Timmermans se le otorgaba el segundo puesto, como teórico aglutinador del voto joven y urbano. Finalmente fue Jetten quien se ganó a este puesto, aupado como representante de un dinamismo regenerador.

En las parlamentarias de noviembre de 2023, se alzó su PVV por primera vez en la historia como la fuerza más votada. Tardó luego ocho meses en ponerse de acuerdo con tres formaciones centristas, cuya condición fue que Wilders renunciara a estar en el Ejecutivo. Se consensuó que el puesto de primer ministro lo ocuparía el tecnócrata Dick Schoof, quien sigue en funciones con un equipo reducido desde que el propio Wilders retiró a sus cinco ministros.

Empate técnico en el último sondeo

La campaña se cerró la víspera de la jornada electoral con un debate televisado entre los candidatos de los principales partidos y un Wilders desencajado y nervioso. Repetía su mantra de que la culpa de la escasez de vivienda es de los tres millones de inmigrantes, según sus cuentas, llegados a Países Bajos en los últimos años.

Empezaron a cruzarse ya entonces nuevas estimaciones de voto, en que el PVV de Wilders estaba prácticamente empatado con los ecologistas y socialdemócratas de Timmermans, mientras subían las opciones de Jetten. Se desinflaron asimismo las opciones a un primer puesto para la derecha moderada de CDA, liderada por Henri Bontenbal. Y recuperaban terreno los liberales del VVD bajo el nuevo liderazgo de Yesilgöz.

Wilders aprovechó el momento de depositar su voto, en el Ayuntamiento de La Haya, para lanzar una última arenga por la victoria. Algo que, en rigor, no es anómalo en Países Bajos, donde incluso en la jornada electoral reparten los voluntarios de los partidos sus papeletas de propaganda. Había millones de indecisos potencialmente reclutables.

Con la sensación de que todas las posibilidades estaban abiertas había arrancado la jornada que, al caer en mitad de la semana, como es habitual en Países Bajos, discurrió con la normalidad propia de los comicios nacionales neerlandeses. Eran 13,4 millones de ciudadanos los convocados a las urnas. Los electores acudían a votar en puestos instalados en estaciones de tren, librerías, almacenes de bicicletas o ayuntamientos. Tenían ante sí una papeleta en formato 'sábana', con 25 partidos en liza, y el también tradicional lápiz rojo neerlandés habilitado en cada cabina para marcar su opción.

Crispación en familia

La polarización adopta en Países Bajos perfiles de disputa en familia. Es un país con un espectro parlamentario volátil y cambiante. En su década y media en el poder, el liberal Rutte experimentó todo tipo de constelaciones políticas y bordeó a menudo la ingobernabilidad. A la fracasada coalición con el PVV como partido dominante había precedido otro corto periodo, entre 2010 y 2012, entre , en que Rutte confió en Wilders como "aliado táctico". Acabaron enemistados para siempre. Varios de los candidatos en las presentes elecciones estaban avalados por anteriores experiencias de gobierno. En el caso del veterano Timmermans, fue ministro de Exteriores entre 2012 y 2014 en una gran coalición de Rutte. En el caso de Jetten, fue titular de Medio Ambiente en la última etapa con Rutte como primer ministro.

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