Viejos aliados
La nueva primera ministra de Japón afronta su prueba de fuego con la visita de Trump
Sanae Takaichi debe renegociar el acuerdo para invertir 550.000 millones en varios sectores estadounidenses a cambio de una rebaja de los aranceles

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el emperador de Japón, Naruhito, durante su encuentro de este lunes. / AGENCIA DE LA CASA IMPERIAL DE JAPÓN / EFE

Un maratón diplomático como bautizo en el cargo. Sanae Takaichi, la primera ministra de Japón, estuvo el fin de semana en Malasia para la cumbre de la ASEAN (países del sudeste asiático) y el jueves volará a Corea del Sur para la del APEC (foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico). Emparedada entre ambas, y una semana exacta después de su nombramiento, afrontará este martes su prueba más rigurosa y decisiva para el destino de su país (y del suyo) con la visita a Tokio de Donald Trump. En el orden del día están subrayados el comercio y la seguridad.
Trump se reunirá con Takaichi tras ser recibido este lunes en el Palacio Imperial por el emperador Naruhito. El republicano ha aterrizado esta mañana en Tokyo, proveniente de Kuala Lumpur, con justificado regocijo. De ahí se trajo acuerdos económicos con varios gobiernos a los que mortifica con aranceles, la fotografía apadrinando la paz entre Tailandia y Camboya que reforzará su candidatura al Nobel y un consenso comercial básico con China que aceita su inminente reunión con Xi Jinping. Takaichi tardará en disipar las nubes de la política interna. Su formación, el Partido Democrático Liberal (PLD), pena el descrédito por la corrupción y su investidura parlamentaria sólo fue posible con un acuerdo de última hora.
Por un lado, un negociador experimentado e inclemente; por el otro, una novata en aprietos. Todo apunta, sin embargo, a una cumbre cordial. Takaichi es la ahijada política del primer ministro asesinado Shinzo Abe, referente aún del partido hegemónico, y con el que Trump compartió numerosas partidas de golf. Con Takaichi ha recuperado el PLD su estela ultraconservadora tras los tibios Shigeru Ishiba y Fumio Kishida. "Ella es genial, muy amable. Era aliada y amiga de Abe y ya sabéis que era uno de mis favoritos", dijo Trump antes de subirse al Air Force One. Ella quiere llevar la alianza con Washington "a nuevas alturas", avanzó días atrás.
Viejo aliado
Tiene Washington en Tokyo a su más firme y viejo aliado en el Pacífico pero Trump no le ha evitado nunca los reproches. Quiere que pague más por la manutención de las 60.000 tropas estadounidenses y años atrás lamentó que el deber de defensa no sea mutuo. "Si alguien nos atacara, no tendrían que ayudarnos, podrían verlo en su televisión Sony", afirmó. En sus viajes a Japón ejerce de entusiasta vendedor de armas a domicilio porque ve en ellas la vía idónea para enjuagar el desequilibrio comercial. El militarismo desacomplejado le acerca a Takaichi, defensora de reformar la constitución pacifista y de gastar sin freno en Defensa. En su discurso inaugural pidió "una mejora proactiva de las capacidades militares" que se traducirá en el mayor empujón desde la Segunda Guerra Mundial. Su predecesor se comprometió a destinar un 2% del PIB al Ejército en 2027 y ella ha adelantado la meta a marzo de 2026. Pero las partidas superiores, por más que las deseen Trump y Takaichi, son complicadas. Primero, porque el PLD ya no es la apisonadora parlamentaria de antaño y le faltan dos votos para la mayoría; y segundo, porque el yen devaluado y las promesas de recortes fiscales aconsejan gastos frugales.
A Takaichi se la medirá por lo que consiga en el comercio. Trump ha acusado a la industria automovilística japonesa de diezmar la propia y sólo a cambio de una inversión de 550.000 millones en varios sectores estadounidenses accedió a rebajar los aranceles a las importaciones del 25% al 15%. Takaichi intentará renegociar esa suma, juzgada por muchos como una extorsión, pero es dudoso que encuentre la generosidad de Trump.
En la cumbre de la APEC necesitará mucho tacto con sus homólogos de China y Corea del Sur, recelosos de su nacionalismo. Takaichi ha suavizado el tono e incluso cancelado sus visitas al templo de Yasukuni, epítome del imperialismo nipón que cometió atrocidades en el vecindario el pasado siglo. Corea del Sur aún recuerda la masiva esclavización de sus mujeres para el solaz sexual de sus tropas y el relativismo histórico de la línea más dura del PLD no ayuda a cauterizar las heridas. Ha revelado Takaichi que ama los cosméticos y las series televisivas de Corea del Sur, pero necesitará algo más para vencer las reticencias.
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