Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Entender más

Giorgia Meloni: estabilidad a la italiana

Italia bate récord de permisos de trabajo a extranjeros pese a la retórica antiinmigrantes de Meloni

Meloni y Milei profundizan su relación

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, junto al presidente electo de EEUU, Donald Trump

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, junto al presidente electo de EEUU, Donald Trump / Redes sociales de Giorgia Meloni

Irene Savio

Irene Savio

Roma
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Encantador de serpientes" fue un término empleado tiempo atrás por Giorgia Meloni para referirse a un rival político. La hoy primera ministra le atacaba, acusándole de lograr cautivar la atención con maliciosa argucia. Una estrategia que algunos ahora le achacan a ella. Los primeros tres años de Meloni, que ha cumplido esta semana, dan una pista del por qué. Desde aquel 22 de octubre de 2022, cuando la líder de Hermanos de Italia juró el cargo y conformó un equipo que en un principio asustaba a la Unión Europea (UE), Meloni ha vivido con una ambición: que no la vieran como una política dura y de extrema derecha, sino como una líder conservadora, moderada e influyente dentro y fuera de Europa, y sobre todo, con capacidad de dar estabilidad política al país. Y este anhelo puede decirse cumplido.

Actualmente, el gobierno italiano es uno de los gobiernos más estables de Europa. Meloni lo ha logrado, en el frente interno, anulando una ya débil oposición de centroizquierda y desactivando a sus socios más problemáticos, como Matteo Salvini, el líder de la Liga, miembro indispensable del Gobierno, pero también proKremlin y euroescéptico. En la arena externa, logrando tejer una amistad "especial" con el presidente de EEUU, Donald Trump, sin contradecirle incluso en sus decisiones más polémicas sobre la guerra o de Israel contra Gaza, pero a la vez distanciándose de líderes radicales de menor peso, como Viktor Orban, quien terminó creando un grupo distinto en el Parlamento europeo.

Solo superada por Belusconi

El resultado se ha visto: los más de 1.000 días que Meloni lleva como mandataria ya rebasan ampliamente la esperanza de vida media, unos 400 días, de los primeros ministros italianos que han gobernado en Italia después de la Segunda Guerra Mundial. Meloni es superada únicamente por el difunto Silvio Berlusconi, quien entre 2008 y 2011 gobernó durante cerca de tres años y medio.

Así, si bien las instituciones le han puesto freno en algunos proyectos puntuales, Meloni ha logrado avanzar en su proyecto de forma gradual, también deconstruyendo el Estado italiano y silenciando a las voces críticas. Con ello, la organización italiana de verificación Pagella Politica ha hecho un cálculo de cuántas de las 100 promesas electorales de la coalición de Meloni en 2022 son hoy una realidad. El resultado matemático ha sido el siguiente: "hasta hoy, 22 pueden decirse cumplidas, es decir, que se han traducido en medidas concretas; 10 no se han cumplido, ya que el Gobierno ha hecho poco o nada para respetar los compromisos asumidos; 59 aún están en curso, con resultados parciales, y 9 pueden considerarse viciadas, debido a que el Gobierno ha tomado decisiones que van en la dirección opuesta o que dificultan la realización de lo prometido".

Entre las promesas mantenidas figuran también la substitución del 'redditto di cittadinanza' (renta de ciudadanía, que se otorgaba a todas las personas de bajos ingresos) por el 'assegno di inclusione' (cheque de inclusión, que prácticamente solo se da a mayores, discapacitados o personas vulnerables a cargo) y la reactivación parcial de la extracción de gas natural, además de medidas para proteger el 'Made in Italy'. Entre las reformas en curso destacan las relacionadas con la justicia penal y civil y la polémica (y de dudosa realización) construcción del puente de Messina. En cambio, internacionalmente, no ha habido grandes fisuras con los socios europeos en el apoyo a Ucrania, mientras que, en la transición ecológica, ha habido concesiones aunque también reticencias. Quedan también pendientes compromisos importantes, como la ejecución completa del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), la inversión en investigación según estándares europeos y la extensión de la flat tax- tramo único- a autónomos con ingresos hasta 100.000 euros.

Muchas medidas llevadas adelante han además provocado incendiarias polémicas en Italia, como la construcción del primer centro europeo de identificación para migrantes en Albania, y también la reforma de la justicia, que para la oposición amenaza la independencia de poderes. Otras medidas, como la promesa de la elección directa del presidente (ahora reconvertida en elección directa del primer/a ministro/a), han sido modificadas. También sobre el IVA a productos para la primera infancia: el Gobierno primero lo redujo, luego lo subió. De igual manera, también ha reducido el número de árboles a plantar y, tras una larga disputa, también ha vuelto a dar concesiones a los criticados balnearios italianos.

En el apartado de la reducción de la carga impositiva, prácticamente ha ocurrido lo opuesto a lo prometido: en lugar de bajar, la presión fiscal en Italia subió entre 2023 y 2024, y en 2025 seguirá creciendo, hasta el 42,8%, según previsiones. También ha incendiado a la opinión pública mostrándose como uno de los Gobiernos más proisraelí de Europa (ha continuado suministrando armas a Tel- Aviv), lo que ha desembocado en las mayores protestas callejeras en el país en los últimos veinte años.

En Europa ha sido, sin embargo, donde ha encontrado tantos aliados inesperados. Y así ha logrado sumar a Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, para que apoye sus planes antiinmigración en Túnez y también en lo relativo a políticas de control fronterizo en el Mediterráneo. Al mismo tiempo, ha sabido mantener buenas relaciones con países clave, como Francia y Alemania, evitando tensiones directas con sus líderes a pesar de diferencias ideológicas, lo que refuerza su imagen internacional como una política pragmática y confiable.