Cambio en Bolivia
Rodrigo Paz, el economista que se inspira en el Cristo crucificado y promete "platita" para todos los bolivianos
El ganador de las elecciones presidenciales en el país andino se suma a las familias latinoamericanas en las que padres e hijos llegaron a la presidencia

Archivo - El candidato Partido Demócrata Cristiano (PDC) a presidente de Bolivia, Rodrigo Paz / Europa Press/Contacto/Javier Mamani - Archivo

Rodrigo Paz Pereira, un boliviano nacido en Santiago de Compostela, ha ganado las elecciones de manera categórica. Ahora se prepara para administrar los destinos de un país en situación crítica, provisto de una retórica religiosa. "Cada vez que veo a Cristo crucificado veo el sacrificio humano. En esa imagen entiendes un compromiso de vida. Aunque no sepas cuál es tu misión". El candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) sí conoce su cometido: iniciar una transición que deje atrás dos décadas de predominio político de la izquierda y, además, hacerla gustoso en nombre del padre y como hijo de un expresidente hoy casi nonagenario para recuperar su legado. Jaime Paz Zamora gobernó entre 1989 y 1993. El triunfante Paz integra a partir de este domingo su apellido a la lista de familias latinoamericanas que extendieron su linaje en la presidencia. Eduardo Frei Ruiz-Tagle lideró Chile entre 1994 y 2000. Su progenitor, Eduardo Frei Montalva, lo había hecho de 1964 a 1970. Misael Pastrana, condujo los destinos colombianos de 1970 a 1974. El vástago Andrés ocupó el Palacio Nariño entre 1998 y 2002. Los Somoza fueron también dinastía, aunque sangrienta en Nicaragua. En Uruguay se dieron dos casos de padres e hijos mandatarios. Luis Batlle Berres y Jorge Batlle ocuparon el Ejecutivo con 53 años de diferencia. Luis Lacalle y Luis Lacalle Pou, a una distancia de tres décadas.
Mucho se espera de este economista de profesión con una maestría en Estados Unidos, exalcalde de Tarija, exdiputado y actual senador. Tras la caída de Evo Morales, en noviembre de 2019, la presidencia provisional, Jeanine Áñez apareció en el Palacio Quemado con una Biblia en la mano. Pero su gestión careció de legitimidad porque había sido producto de una conjura. Seis años después, y con una fallida gestión del Movimiento al Socialismo (MAS) en el medio, Paz quiere que los bolivianos encuentren pronto las razones para creer en lo mundano y lo trascendente. "Tienes fe, Dios y familia, que es el instrumento de la unidad, y tenemos la patria en la que vamos a tener que convivir". Y por eso hizo una sutil pero elocuente corrección a un lema histórico de la izquierda, "el pueblo unido jamás será vencido", surgido en el Chile de Salvador Allende, a comienzos de los 70: "el pueblo unido no será vencido si Dios está con ese pueblo".
El hacedor del milagro
Ningún encuestador lo tuvo en cuenta durante el primer turno de agosto. Ese fue su primer "milagro" político, pasar a disputar el poder con otro hijo dilecto de la elite, Jorge "Tuto" Quiroga, quien había sido ministro de Economía de su padre. Los sondeos volvieron a equivocarse este domingo. Paz ganó porque prometió, al igual que su contrincante, prosperidad y rigor en el manejo de la economía, pero, además de "certidumbre", una gobernanza tolerante: "no habrá racismo". Ese no es un asunto menor en una sociedad todavía partida entre urbanos y rurales, bolivianos "blancos", "mestizos" y los que se reconocen como originarios.
Nació en Galicia en 1967, durante el exilio paterno. Por entonces, Jaime Paz Zamora estaba enrolado en la izquierda. De hecho, su partido se llamó Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La sigla fue perdiendo ese peso ideológico con el correr de los años. El MIR, ya desprovisto de su antigua retórica, acogió al hijo del líder para que iniciara su carrera que lo llevó luego por diversas formaciones hasta ser recibido por el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Antes de llegar a ese partido, participó de la llamada Coordinadora de la Defensa de la Democracia que en 2019 impugnó la victoria en las urnas de Morales en desmedro de Carlos Mesa. Pocos días después, el entonces jefe de Estado tuvo que abandonar el país.
El fin de una época
El ascenso de Paz a las grandes ligas de la política boliviana es fruto del desencanto de millones de personas con la feroz disputa en el seno del MAS entre "evistas" y "arcistas", por el actual presidente y exalbacea del dirigente cocalero, Luis Arce. Pero la razón fundamental es detectada por los analistas en el agotamiento del modelo económico que permitió al MAS ser una fuerza hegemónica y que se basó en el negocio de los hidrocarburos. En la actualidad, Bolivia carece de combustibles. Las colas para obtenerlo son tan grandes como prolongadas en el tiempo. En esa espera, condimentada con otras frustraciones como resultado de la escasez de dólares y el aumento del precio de los productos elementales, comenzó hablarse primero en voz baja de un dirigente que prometía "bajar impuestos, harto (mucho) crédito y platita (dinero) para todos".
El capitalismo, remarcó el flamante ganador de la contienda, no debe excluir a nadie. Sus frases fueron tomadas al pie de la letra. Dijo que "la inflación nos une", prometió la libre importación de productos y una aduana "manejada por el sector privado" para acabar con la corrupción; habló además acerca de un "perdonazo tributario" a los evasores, y un ajuste estatal más benevolente que el propuesto por su rival. "No se puede llamar gasto a la salud, ni a la educación" porque "es rentabilidad social", repitió durante su campaña. Pero a medida que se acercó la hora de la verdad se permitió una aclaración: "vamos a tener que cortar el gasto público" porque "nos están dejando una deuda externa de 13.000 millones de dólares".
Aseguró que, a diferencia de sus antecesores, no buscará la reelección. Queda por el momento entre paréntesis la discusión sobre una reforma de la Carta Magna. Buena parte de los que lo respaldaron la consideran indispensable para atraer inversiones foráneas. Paz tiene el desafío de recuperar la economía y no causar estragos sociales. Ya tiene de antemano la bendición del secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, complacido por la emergencia de un nuevo liderazgo en el país andino que ya no habla con desprecio de los Estados Unidos.
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