Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Empate técnico

Segunda vuelta en Bolivia: el centrista Paz y el derechista Quiroga se disputan palmo a palmo la presidencia de un país en crisis

Las elecciones marcan el cierre de un proceso de predominio de la izquierda por 20 años

Misión de la OEA pide a candidatos en Bolivia respetar los resultados de segunda vuelta

Misión de la OEA pide a candidatos en Bolivia respetar los resultados de segunda vuelta

Abel Gilbert

Abel Gilbert

Buenos Aires
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Unos 7,5 millones de bolivianos deciden este domingo a través del voto el nombre del presidente que administrará los destinos de ese país andino hasta 2030. La disputa entre Rodrigo Paz, del Partido Democrático Cristiano, y Jorge "Tuto" Quiroga, el candidato de Libertad y Democracia, es tan pareja y la desconfianza en las encuestas tan grande que el escrutinio puede deparar una sorpresa. La única certeza de esta segunda vuelta, la primera que se realiza desde la vigencia de la nueva Constitución, tiene que ver con el cierre definitivo de un proceso histórico de casi dos décadas marcado por el predominio de la izquierda y el liderazgo de Evo Morales. El giro hacia la derecha, en cualquier de las dos versiones, ha despertado admiración en el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, quien días atrás dijo a Donald Trump que los comicios bolivianos son "uno de los acontecimientos más prometedores" después de "25 o 30 años de un gobierno antiestadounidense y hostil". Ambos candidatos, remarcó durante el encuentro que el magnate republicano tuvo con el anarcocapitalista argentino, Javier Milei, "quieren relaciones sólidas y mejores" con Washington.

En la primera vuelta, Paz obtuvo el 32,14% de las adhesiones, seis puntos más que su rival, un viejo conocido del espectro conservador. Aunque algunos sondeos mostraron a Quiroga con ventaja, nadie se atreve a celebrar por anticipado. De hecho, Paz ni siquiera era tenido en cuenta por las encuestas en la disputa de agosto. El balotaje tiene algo de foto familiar de la clase política tradicional de Bolivia. "Tuto" fue ministro de Economía de Jaime Paz Zamora, el padre de su rival de este domingo, luego vicepresidente del general Hugo Banzer, y su sustituto al morir en 2005. Al salir del Palacio Quemado se convirtió en un referente regional de la derecha en momentos que las opciones políticas se perfilaban en un sentido contrario y daba comienzo a la llamada era progresista.

Paz fue el "outsider" del primer turno, lugar reforzado en su binomio por la presencia del "Capitán" Edman Lara, un exoficial de la policía conocido por sus denuncias de corrupción en la fuerza. Pero esa novedad ya ha sido asimilada por la población y no parece posible que tenga el mismo efecto en las urnas. La gran pregunta de los analistas tiene que ver con el destino de los votos obtenidos en agosto por Samuel Doria Medina, quien quedó en el tercer lugar. Si bien este empresario de centroderecha salió de inmediato a respaldar a Paz, es posible que ese apoyo no se verifique en el escrutinio del domingo.

Incógnitas

La otra gran incógnita tiene que ver con el destino de las adhesiones de los tradicionales seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que entró en una lucha fratricida a partir de que Luis Arce, el albacea de Morales, quiso ser reelegido. La pelea entre ambos terminó por hacer estallar en pedazos a un partido hegemónico. Morales llamó a votar nulo en el primer turno y un 19% de los electores le hicieron caso. En aquella oportunidad,  los otros masistas Andrónico Rodríguez y Eduardo Del Castillo, un exministro de Arce, cosecharon en total 670.000 votos. A pesar del resentimiento que se manifiestan entre sí todos los dirigentes de izquierda, ninguno quiere que gane Quiroga. Flota en el aire el interrogante sobre la respuesta de los antiguos seguidores de Evo, entre ellos los movimientos sociales y los pueblos originarios, ante la insinuación de impedir a través del voto un triunfo revanchista de "Tuto".

Crisis y futuro ajuste

El enojo colectivo es grande, y en especial en algunas ciudades donde falta el combustible y dificulta los desplazamientos, altera las rutinas y obliga a muchos bolivianos a hacer colas sin saber si podrán poner en funcionamiento sus automóviles. La caída del MAS ha sido la de su modelo de acumulación económica basada en la exportación de hidrocarburos, que tuvo su punto de mayor rendimiento entre 2012 y 2014. La falta de combustible y una inflación inédita respecto a años precedentes que puede superar el 30% anual ha devuelto al lenguaje político una palabra que estaba prohibida por demoníaca: "ajuste". Tanto Quiroga como Paz reconocen la necesidad de aplicarlo. Incluso sobrevoló la imagen de la "motosierra" de Milei como posible nuevo culto a la poda del gasto estatal. "Estabilización" es el otro concepto predominante. Y ha aflorado una tercera idea: la de una inexorable devaluación. Se da por descontado que el próximo presidente eliminará el subsidio de los subsidios de los hidrocarburos, aun a pesar de los costos políticos que puede traerle de entrada. El mandatario ecuatoriano, Daniel Noboa, acaba de pagar ese precio con semanas de protestas sociales.

En algo también coinciden los dos contendientes: es necesario modificar la ley de hidrocarburos vigente para que retornen los capitales extranjeros. Quiroga quiso avanzar en esa dirección a comienzos de siglo con un gasoducto que pasara por Chile, un país vecino con el cual Bolivia tiene un diferendo territorial histórico derivado de la llamada Guerra del Pacífico de fines del siglo XIX. El rechazo fue estentóreo, pero en nada se comparó con el que provocó la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2023 cuando redujo el gravamen a las empresas foráneas y selló su suerte en el Palacio Quemado. Morales fue una de las figuras emergentes de aquel estallido y casi un cuarto de siglo después parece estar en su ocaso. Quiroga no ha disimulado su deseo de hacerlo desfilar por los tribunales. Un tema que podría activar el enfrentamiento tiene que ver con la hoja de coca, objeto de culto estatal mientras gobernó el MAS. "Tuto" quiere restringir su uso "ancestral" al territorio de las Yungas que comprende a los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Quiroga hace una distinción: sostiene que en el Chapare, una zona tropical de Cochabamba, impera el narcotráfico. Ese es nada menos que el Bastión de Morales. Por lo demás, el tema de la delincuencia ligada al negocio de los estupefacientes ha alcanzado otra dimensión a partir de la presencia en Bolivia de varios capos del Primer Comando de la Capital (PCC), el principal grupo narco de Brasil.

Suscríbete para seguir leyendo