Lucha contra el hambre
Máximo Torero, economista jefe de la FAO: "Necesitaremos planes rápidos de reconstrucción para recuperar el 80% de la infraestructura agrícola de Gaza"
EL PERIÓDICO entrevista al alto cargo de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con motivo del Foro Mundial de la Alimentación, que se lleva a cabo desde este lunes hasta el viernes y reúne a diversos mandatarios y delegaciones de todo el mundo

Máximo Torero, durante una conferencia del Foro Mundial de la Alimentación que se celebra estos días en Roma. / CRISTIANO MINICHIELLO / FAO

El monitoreo de la seguridad alimentaria en el mundo y el análisis macroeconómico de los mercados a nivel global son pilares fundamentales en la lucha contra el hambre. Esa labor, que desempeña la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), permite que los gobiernos diseñen sus políticas y se implementen los programas de ayuda humanitaria. En la FAO, el hombre detrás de esta tarea es el peruano Máximo Torero Cullen (Lima, 1967), economista jefe de la institución desde 2019.
EL PERIÓDICO le entrevista con motivo del Foro Mundial de la Alimentación, que se lleva a cabo desde este lunes hasta el viernes y reúne a diversos mandatarios y delegaciones de todo el mundo —entre ellas, la representación de España encabezada por la reina Letizia—. Este año, además, el encuentro coincide con el 80º aniversario de la FAO.
¿Quién quiere hoy que haya hambre en el mundo? ¿A quién le sirve?
¡A nadie! Hoy día tenemos a 633 millones de personas con hambre en el mundo y 2. 800 millones que no tienen acceso a una dieta saludable, lo cual tiene un coste futuro muy alto por enfermedades como la obesidad y la diabetes, y por eso, a nadie le conviene una situación como la que estamos viviendo. A los gobiernos no [les conviene] porque tiene un alto coste humano y afecta el futuro de los niños; al sector privado tampoco le conviene porque, si estás desnutrido o sufres sobrealimentación, eso afecta la demanda y la capacidad de productividad laboral.
¿Entonces esa resistencia no viene del poder económico?
Sabemos que buscan maximizar sus ingresos, pero son los gobiernos los que deben regular al sector privado para que no haya abusos de capacidad y poder de mercado. Ahí es donde tenemos muchas debilidades y hay que mejorarlas. Nuestro trabajo, por ejemplo, en lo que llamamos seguridad alimentaria, es decir, los estándares alimentarios, es informar sobre los alimentos: qué es nutritivo, cuál es el verdadero coste de los alimentos y nivelar, porque hay una asimetría desde la producción hasta el consumo. Hay grandes productores que están conectados a los satélites y eso no lo tienen los pequeños. Nosotros tenemos que reducir esas asimetrías y los gobiernos tienen que ayudar a regular cuando hay abuso de posición dominante [...] porque el principal problema que tenemos en el mundo es la desigualdad, y esa desigualdad ataca todas las dimensiones.
Con la crisis de USAID y de los grandes donantes europeos se dijo que iba a aumentar el número de hambrientos en los países más vulnerables. ¿Ha ocurrido?
Lo que está pasando es que el mundo que está viviendo una situación más compleja es el mundo en emergencia, el de las crisis y los conflictos, y ahí sí ha habido un recorte de apoyo, cuando hay un mayor número de países en situación de emergencia, como Sudán del Sur, Gaza y Haití. Estos países sí han vivido un ajuste fuerte, y estamos buscando cómo encontrar nuevos mecanismos para darles asistencia. Ese es un primer bloque. Un segundo bloque es todo lo que era asistencia a la salud, educación y acceso a recursos, que también se ha visto impactado, porque no es solo un país, sino varios los que están recortando el apoyo.
África es el continente donde el hambre más crece.
En el caso de África, son los gobiernos los que deberían empezar a reaccionar. Porque, sí, es ahora mismo el continente al que le está yendo peor en términos de hambre; el hambre va a seguir creciendo allí según las previsiones que tenemos [...] pero también ya tienen una estrategia y planes. El problema es que tienen que implementar esos planes; no tienen que pensar en ayuda externa, tienen que pensar en cómo utilizan los recursos que tienen de la forma más eficiente. Ahora bien, hay un problema crítico en África y es que la mayoría de los países están en estrés (exceso) de deuda, y eso es muy problemático. ¿Por qué? Porque, si estás en estrés de deuda, los bancos no te prestan y los fondos no te pueden ayudar. Esto hay que solucionarlo.
En el caso de Gaza, la guerra también ha destruido la agricultura que servía para alimentar a la población. ¿Cuán grave es la situación y cuánto tiempo tomará regresar a cierta normalidad?
Sí, lo primero, esperemos que la paz se dé y podamos empezar a pensar en la reconstrucción. En Gaza y Cisjordania la destrucción de la agricultura ha sido enorme. Según nuestras evaluaciones, claramente se ha destruido la infraestructura agrícola.

Torero, durante un acto en la sede de la FAO el pasado 7 de octubre. / PIER PAOLO CITO / FAO
¿Toda la infraestructura agrícola…?
La mayor parte. Estamos hablando del 70 %‑80 %, en algunos casos más, de lo que eran sistemas de agua, sistemas eléctricos, sistemas para la producción de pan... El daño es enorme. Vamos a requerir planes muy acelerados de reconstrucción para recuperar el 80% de la infraestructura agrícola destruida en Gaza.
¿Necesitan donantes, que de momento no hay?
Los recursos tendrán que venir de los bancos. Los bancos van a tener que implementar planes de reconstrucción, que ya se están pensando y que van a tener que ser subvenciones, no deudas. [...] Lo que hay que hacer ahora es dejar entrar la ayuda; hay suficientes alimentos listos para entrar, y luego eso hay que acompañarlo de un proceso de reconstrucción, [...] va a demorar; no será rápido, porque ha pasado demasiado tiempo [desde el inicio del conflicto]. Como sabemos, en algunas zonas de Gaza se ha declarado el nivel más alto de hambre [la fase 5 del IPC, el Integrated Food Security Phase Classification].
La guerra de Rusia contra Ucrania generó un problema en el abastecimiento de fertilizantes. ¿Esto se ha resuelto?
Ha mejorado. Lo que pasó entonces fue que el conflicto llevó a que, por ejemplo, el precio del nitrógeno se multiplicara por cuatro [...], y eso hizo que el precio de los fertilizantes fuera muy alto. Lo que subió fueron los precios de los alimentos finales, pero por una combinación de factores, también relacionados con [las subidas del precio de la] energía y el transporte, con el bloqueo del mar Negro. Eso explica las subidas en los precios de los alimentos y el problema inflacionario. Por eso hicimos mapas de suelos y eso ha ayudado mucho a usar de forma más eficiente los fertilizantes, por ejemplo, en América Latina.
Aquí en Europa también se han empezado a ver boicots de los consumidores contra supermercados y otras tiendas por la inflación. ¿Qué opina?
Como le decía, el problema está en el producto final, que ha subido más que la inflación global. Y sí, eso genera tensión política, genera muchas tensiones. ¿A qué se ha debido? Se ha debido a varios factores. Primero, a la recuperación que se dio después del covid 19. Los países implementaron políticas fiscales y monetarias expansivas que hicieron que la demanda aumentara y eso empezó a subir los precios de los alimentos. Posteriormente vino la guerra en Ucrania, que exacerbó más la situación. Y ahora también están las cuestiones climáticas y el precio de la energía, que han llevado a que esos precios de alimentos suban más de lo que deberían.
¿Es decir?
Las consecuencias son que la gente de menores ingresos puede verse muy afectada y puede bajar la calidad y la cantidad de lo que consumen. Por eso, esos son los sectores que los gobiernos deberían ayudar mucho más rápido [...] aunque, claro, si empezamos con guerras comerciales la situación puede empeorar.
Tres ejemplos de países o zonas que preocupan particularmente por las crisis alimentarias que están viviendo y tres de países que son ejemplos virtuosos en su lucha contra el hambre.
Por supuesto, Gaza sería el primero; luego Sudán, Yemen, Afganistán y Haití también preocupan mucho hoy en día. Son muy vulnerables y están en la fase 3 o por encima de la fase 3 del IPC. En cambio, tres países que han hecho un buen trabajo: Brasil ha salido del mapa del hambre, ha realizado un excelente trabajo en los últimos tres años, y ahora lo que tiene que asegurar es que esto sea sostenible y avanzar. Un segundo país es India; ha habido una sustancial reducción del hambre en India, al igual que de la pobreza, pero aquí también es importante asegurarnos de un mejor acceso a dietas saludables y una mayor eficiencia en el uso del agua. Finalmente, la República Dominicana está muy cerca de salir del mapa del hambre.
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