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Los jóvenes marroquís salen a la calle: la frustración da paso a la reivindicación

Las claves de la movilización de los jóvenes marroquís

Tres muertos en Marrueco sen plena ola de protestas

Dos muertos en Marruecos en un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real, en el marco de los disturbios del quinto día de protestas juveniles

Dos muertos en Marruecos en un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real, en el marco de los disturbios del quinto día de protestas juveniles / ABDEL MAJID BZIOUAT / AFP

Marc Ferrà

Marc Ferrà

Rabat
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Entre la frustración y la cólera. Dos sentimientos que estas últimas semanas muchos jóvenes marroquís han sacado a la calle. "Queremos mejores hospitales y escuelas", explicaba un joven de Rabat durante una de las manifestaciones. Piden la dimisión de todo el Gobierno, también salidas laborales "dignas" para los más jóvenes. "Necesitamos más libertad, también nuestros derechos, somos la generación más fuerte", relataba otro en referencia a la generación Z del país, la que ha capitaneado las protestas desde el sábado 27 de septiembre. 

Aunque no confían en los políticos, según expresan, es una generación que está interesada en la política. A través de la red social Discord, lanzan debates a diario, hablan sobre sus reivindicaciones, como hacerlas llegar y la mejor manera de movilizarse. Un espacio virtual de libertad en el que se encuentran desde el anonimato. Aunque muchos de ellos también se reúnen en la calle, no sin temor a ser detenidos o fichados por las autoridades. 

Una generación que ha criticado las grandes infraestructuras que se están construyendo en el país para acoger grandes competiciones internacionales, como el Mundial de fútbol masculino de 2030. Un tema que antes era prácticamente tabú, pero que no consideran una “prioridad” a pesar de que muchos están 'enganchados' a este deporte. "Los estadios de fútbol están equipados con la última tecnología. Algo que no vemos en los hospitales. La diferencia es clara", contaba otro de los participantes en las protestas.

Más universitarios

Muchos de los que están en calle en las ciudades son estudiantes. En el país, cada vez son más los que van a la universidad. Si en 2015 había 213.000 nuevas matrículas, ahora se acercan a las 300.000, según datos de Educación. "No hay muchas oportunidades para trabajar mientras estudias", explica una joven que está en la Facultad de Medicina y Farmacia de Casablanca, relata que su familia no es de la ciudad y que ha tenido que hacer varios trabajos para poder continuar pagando sus gastos. Explica que lo intentó en un centro de llamadas, pero que no aguantó, también ha dado clases de repaso. 

Relata que ellos tienen suerte porque el "Estado nos necesita, hacen falta más profesionales en la sanidad" y es fácil encontrar trabajo después. Pero no sucede igual en otros estudios. Cuenta que compañeros suyos, han dejado de estudiar para ponerse a trabajar por necesidad, aunque sea por un salario de menos de 400 euros. "Después se arrepienten", explica. Una de las grandes críticas de muchos que han pasado por la universidad es el vacío con el que se encuentran después. Uno de cada cuatro, con estudios universitarios, está en el paro, casi el doble que la media estatal, según cifras oficiales.

Esta estudiante relata que tampoco es fácil ver de primera mano la realidad del sistema sanitario en el país. Lamenta que faltan profesionales, que incluso cuando están en prácticas hacen el trabajo de una persona contratada y también cuenta que en los hospitales falta mucho material. Recuerda que hace tres años, en todo el país, los estudiantes de medicina y farmacia salieron a la calle y boicotearon los exámenes y las prácticas para pedir mejores condiciones. "No nos querían escuchar", lamenta que la respuesta fue llevar decenas de alumnos ante el Consejo Disciplinario, incluso hubo detenidos en las protestas.

'Call centers' o 'riders'

Según datos oficiales de 2024, el 37% de las personas de entre 15 y 23 años y el 21 % de los que tienen hasta 34 años se encontraban en el paro. Unas cifras que son más elevadas en las zonas urbanas. Además, más del 25 % ni estudian ni trabajan. A estas cifras, hay que sumar el aumento del coste de vida estos últimos años, una inflación que ha obligado a muchas familias a recortar gastos, también a los más jóvenes a sumar un salario más en casa.

El Estado ha apostado durante años por sectores terciarios como manera de reducir el paro, los conocidos como sectores 'offshore' (empresa sede en el extranjero). Los 'call centers' o centros de llamadas son un ejemplo. Hace más de 20 años que aterrizaron en el país, al principio podían ofrecer un "salario para sobrevivir" y ciertas perspectivas laborales. Pero con el tiempo y la inflación se ha vuelto "inestable y precario". Los trabajadores soportan, además, una gran presión, explica Ayoub Saoud, responsable sindical en la UMT y secretario general de la Federación Nacional de Centros de Llamadas y Oficios del Offshoring.

"La generación Z se pregunta: ¿Por qué voy a trabajar en un centro de llamadas? Cuando hoy en día puedo hacer otros trabajos con más libertad como conductor de VTC o repartidor de comida a domicilio?", sectores en alza aunque actualmente no están regulados, reflexiona Saoud. Por ejemplo, los conductores de VTC se arriesgan a que la policía los pare y les bloquee el vehículo y los 'riders' de Glovo fueron a la huelga en septiembre para denunciar las condiciones "inhumanas" con las que trabajan. 

Según el sindicalista, en la Administración Pública cada vez hay menos procesos de contratación, algo que suma la "presión" al sector privado. Actualmente, los jóvenes no disponen de oportunidades que puedan suponer un "ascensor social" y se intentan “buscar la vida como pueden". Una realidad que en el Marruecos rural todavía es más evidente.

Salir del país

La otra cara de la frustración que viven muchos de los jóvenes, son los que han decido o intentan dejar el país: "Las razones que me empujan es la falta de oportunidades y trabajo. Tenía un carro para vender verduras y fruta, pero las autoridades me lo quitaron", explicaba a hace un año un joven de Casablanca que intentó saltar la valla de Ceuta. "Todos los que ves aquí son personas pobres. Si arriesgan de esta manera su vida, es porque no tienen recursos", explicaba en referencia a los centenares de jóvenes que lo intentaron junto a él. 

La migración, desde hace tiempo, es otra válvula de escape para los que consideran que no tienen oportunidades en el país. Los que tienen menos lo intentan por Ceuta o Melilla, los que pueden, pagan una embarcación y se juegan la vida para cruzar y los que tienen más recursos y suerte consiguen un visado para Europa o Canadá, generalmente. Precisamente, las protestas de estos últimos días, es una llamada a las reformas y a que puedan encontrar más oportunidades en su país. 

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