Premio Nobel de la Paz
María Corina Machado, la ingeniera a quien Chávez llamó "mosca" y que se convirtió en el "águila" de la oposición venezolana
"Águila no caza moscas", le dijo el bolivariano en 2012 cuando ella lo cuestionó. Trece años más tarde, la frase adquiere otro relieve político en medio de la crisis de su país
La opositora venezolana María Corina Machado arrebata a Trump el Nobel de la Paz

Archivo - La líder opositora venezolana María Corina Machado, interviene durante una protesta en Caracas / Jimmy Villalta - Archivo

América Latina ha dado siete Premios Nobel de la Paz desde el primer galardón otorgado al argentino Carlos Saavedra Lamas en 1936 por su mediación en la guerra entre Paraguay y Bolivia. Lo recibió también su compatriota, Adolfo Pérez Esquivel, en 1980, para indigestión de la dictadura militar. Luego le tocó el turno al diplomático mexicano Alfonso García Robles, el presidente de Costa Rica Oscar Arias, la dirigente social guatemalteca Rigoberta Menchú y el mandatario de Colombia Juan Manuel Santos. Todas las designaciones fueron objeto de consensos y voces críticas. Nada se comparará al premio otorgado a la venezolana María Corina Machado.
"Estoy en shock", confesó la dirigente de Vente Venezuela, el espacio de derechas que con más vehemencia se ha enfrentado a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, tras ser durante muchos años una expresión marginal del variopinto espacio opositor en ese país. "¿Qué es esta vaina? Yo no lo puedo creer", le dijo a Edmundo González Urrutia, el exdiplomático que ungió como candidato presidencial en los comicios de 2024, cuando su figura había pasado de los bordes al centro de la acción política para desplazar al Gobierno.
"Este es un logro para toda la sociedad, yo solo soy una persona, no lo merezco", dijo, todavía bajo el impacto de la información. Nacida el 7 de octubre de 1967, en el seno de una familia acomodad, Machado se ganó el liderazgo del antimadurismo a finales de 2023 cuando se impuso de manera contundente en las primarias de la oposición. Desde entonces le imprimió a la lucha por desplazar a Maduro su sello personal. Cuando la sacaron de la carrera electoral de julio de 2024 fue el sostén de González Urrutia, al punto de que se solía decir en Caracas que, de haber llegado al Gobierno, el verdadero poder de la transición habría estado en sus manos, la de una ingeniera de vestimenta informal y una voluntad de hierro para recorrer su país como agitadora y organizadora.
Lideró con vehemencia la campaña electoral y luego las protestas contra la proclamación de la victoria en las urnas de Nicolás Maduro sin que el Consejo Nacional Electoral (CNE) presentará las actas. El esfuerzo por convocar a las calles a los venezolanos se desgastó con el correr de las semanas. La represión estatal no fue ajena a ese repliegue. Pero fueron también las promesas de Machado de novedades inminentes de cambios las que terminaron por convertirse en otro capítulo de las profecías no cumplidas que han conocido los hombres y mujeres cansados de la era bolivariana.
Momento clave
"Creo que me va a llevar mucho más tiempo creer lo que acabo de escuchar", dijo en la mañana del viernes. Todavía se recuerda su momento fulgurante de 2002 que en cierta medida explica este presente. Había fundado Súmate con el propósito de impulsar un referendo revocatorio del mandato de Chávez. Con los años fue ganando protagonismo. Llegó a la Asamblea Nacional (AN, Congreso). Nadie la recordaría por su labor legislativa. En la memoria de quienes la adoran y la desprecian, entre otros motivos por promover la intervención armada de Estados Unidos, ha quedado grabado el momento en que discutió con el bolivariano frente a todos los parlamentarios. "Expropiar es robar", dijo al plantarle cara al presidente durante su rendición anual de cuentas en 2012 y poner en entredicho el diagnóstico económico del presidente. Chávez dibujó una sonrisa de superioridad política e intelectual. "Le sugiero que gane las primarias porque está fuera de ranquin para debatir conmigo". Y remató: "Águila no caza moscas".
La frase adquiere por estas horas otro tipo de significado, especialmente para el sector más radical de una oposición que ha vuelto a estallar en pedazos porque no comparte una estrategia común para enfrentar a Maduro. Machado, quien se encuentra en lo que ella llama una "clandestinidad" pero que, según analistas, es un sigilo tolerado por el Palacio de Miraflores, había apoyado decisivamente a Donald Trump y su política contra el Gobierno, en particular los recientes hundimientos de embarcaciones en el Caribe sur.
El Premio Nobel ha tenido un inmediato efecto en una Venezuela que madrugó por las novedades políticas. La figura de Machado ha recuperado nuevamente la centralidad, otra vez por un acontecimiento externo. La palabra "liberación" ha vuelto a recorrer las redes sociales. La noticia tuvo un fuerte impacto en el éxodo venezolano. Casi siete millones de personas han abandonado ese país en medio de un conflicto que ha atravesado distintos puntos críticos y nunca pudo encauzarse positivamente.
Un Gobierno desencajado
El Gobierno ha recibido el impacto político del nombramiento de Machado. La primera evidencia de su perplejidad la ofreció el canal oficial Telesur. Tuvieron que pasar horas para que el portal fijara su posición. "De golpista al Nobel de la Paz". La definió como una "ultraderechista que intentó sin éxito llegar al poder por vías no institucionales", participó de "gestas desestabilizadoras y llamados a la intervención militar" y también "ha sido señalada en procesos relacionados con la entrega de activos del Estado venezolano a entes extranjeros". Muchos esperan las expresiones iracundas del liderago político. Diosdado Cabello, el número dos del madurismo, ha sido el que con mayor desdén la nombraba. "María con ira", le decía. Maduro, en cambio, prefería el apodo de "la Sayona", una leyenda del folclore venezolano sobre una mujer elegante que, en forma fantasmal, castigaba a los hombres infieles. Suele atribuirle todos los males políticos y económicos. No faltó el calificativo de "lacaya" por sus posiciones tan cercanas a Washington.
"Hasta el final", ha sido su consigna en estos últimos años. El Nobel en sus manos, obtenido, según el Comité, "por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos", da cuenta de un nuevo comienzo que no se da en cualquier escenario. "Merecidísimo reconocimiento a la larga lucha de una mujer y de todo un pueblo por nuestra libertad y democracia", dijo González Urrutia, quien se encuentra en el exilio. "Un reconocimiento a todo su esfuerzo de organización, promoción, perseverancia para que millones de venezolanos en las peores condiciones se expresaran democráticamente en las elecciones presidenciales 2024. En defender la sagrada soberanía popular", dijo Henrique Capriles, el excandidato presidencial que ha tenido sus roces con Machado, especialmente en las últimas semanas marcadas por la crisis entre Venezuela y Estados Unidos.
El Palacio de Miraflores no se demorará en descalificar las novedades provenientes de Oslo. La pregunta de estas horas tenía que ver con la autorización para que Machado viaje a Noruega a buscar el 10 de diciembre la distinción que coincidió con un pedido de Caracas a que se convoque una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ante el eventual "ataque armado" pudiera llevar a cabo Washington "en un muy corto plazo".
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