Cumbre internacional
Guerra, aranceles y tecnología: Trump regresa al G7 en plena tensión política y comercial entre Estados Unidos y sus aliados
Del 15 al 17 de junio, Canadá acoge la 51ª edición del foro entre las grandes economías mundiales, una cumbre marcada por las tensiones económicas fruto del proteccionismo trumpista y por las guerras en Ucrania y Gaza

Las profundas divisiones entre EE.UU. y sus aliados condicionan la Cumbre del G7 en Canadá


Carles Planas Bou
Carles Planas BouPeriodista
Periodista especializado en tecnología y poder. Escribe sobre IA, capitalismo de plataformas, privacidad y derechos digitales. Excorresponsal político en Berlín entre 2015-2019. También ha cubierto la actualidad en Europa Central y Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con medios como TVE, Catalunya Ràdio, Deutsche Welle, TV3, Cadena SER, El Orden Mundial o Watif.
Donald Trump regresa este domingo a la cumbre del G7, una edición que estará marcada por la creciente división política y comercial entre Estados Unidos y sus aliados tradicionales, pero también por un contexto internacional inflamado por el reciente ataque de Israel contra objetivos militares y nucleares en Irán y por su campaña de limpieza étnica en Gaza.
La guerra comercial centrará la mayoría de focos de la 51ª edición de este influyente foro político, que se celebrará del 15 al 17 de junio en la ciudad de Kananaskis, a los pies de las Montañas Rocosas canadienses. El G7 tiene la complicada intención de suavizar las tensiones a la economía mundial provocadas por el proteccionismo económico de Trump y por la imposición de aranceles contra China, pero también contra históricos socios de Washington como la Unión Europea.
Durante tres intensas jornadas, los mandatarios de los siete países del grupo —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido— y la UE mantendrán reuniones bilaterales para tratar de frenar un conflicto tarifario que, según un informe del Banco Mundial publicado esta semana, arrastrará a hasta un 70% de las economías mundiales a una desaceleración del crecimiento "hasta su nivel más bajo desde 2008, excluyendo periodos explícitos de recesión global". La institución prevé que este se ralentice al 2,3 % en 2025, "medio punto menos que la tasa esperada a principios de año".
Negociar contra los aranceles
En algunas de esas conversaciones también participarán los dirigentes de México, Brasil, Ucrania, Australia, India, Corea del Sur y Sudáfrica, que aprovecharán para establecer puentes y defender sus intereses. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ya han señalado que intentarán tener un cara a cara con Trump para abordar la situación comercial con sus países, tensada tras la imposición de aranceles por parte de la Casa Blanca. Los líderes indio, japonés y surcoreano también podrían reunirse con el estadounidense.
La lista de invitados no incluye Pekín —no lo ha hecho nunca—, pues a pesar de tratarse de la segunda potencia económica mundial, el gigante asiático es visto como un adversario.

Corte federal de EE.UU. bloquea política arancelaria de Trump por excederse en poderes / El Periódico
Más sanciones contra Rusia
Tampoco estará Rusia, que fue expulsada del grupo —entonces llamado G8— en 2014 tras la anexión militar ilegal de Crimea. No obstante, en la cumbre se debatirá hasta qué punto la UE y EEUU pueden alinearse para endurecer las sanciones contra Moscú por su invasión de Ucrania, relanzada hace más de tres años.
El equipo del presidente ucraniano Volodímir Zelenski ya han señalado que buscará sentarse con Trump para debatir cuestiones económicas, pero también otros puntos cruciales para el transcurso de la guerra como el compromiso militar estadounidense en el este de Europa o su ayuda a la reconstrucción del país eslavo. En declaraciones a Reuters, un funcionario del gobierno alemán ha indicado que no es probable que la cumbre se traduzca en algún avance en el apoyo a Kiev.
En busca de consenso
Los llamados de Trump a anexionar Canadá han indignado a muchos canadienses. Aun así, su primer ministro, Mark Carney, que ganó las elecciones con la promesa de hacer frente al estadounidense, ha diseñado el G7 con la intención de estabilizar la situación y encaminar la cooperación política y económica global.
Es por eso que la agenda de la cumbre da un espacio preferente a temas estratégicos sobre los que podría ser más factible consensuar una posición común con Washington. Véase la seguridad energética, los minerales críticos, la computación cuántica o la inteligencia artificial. En 2024, el Papa Francisco se convirtió en el primer pontífice que asistió al G7 para analizar los retos de esta tecnología emergente. ¿Seguirá sus pasos León XIV?
Aunque por ahora se han dado pocos detalles, se prevé que el G7 también aborde otros temas candentes como la inmigración, las operaciones de injerencia extranjera o la delincuencia transnacional.
Sin comunicado final conjunto
La última vez que Canadá acogió la cumbre del G7 fue en 2018. Entonces, Trump llegó tarde al encuentro y se fue antes de que acabara, eludiendo así el debate sobre el cambio climático. Aunque firmó el comunicado final, de mínimos sobre un comercio "justo y libre", el presidente estadounidense ordenó poco después su "retirada", un golpe diplomático que podría repetirse este año.

May, Macron y Merkel abordan a Trump durante la cumbre del G7 en 2019. / Jesco Denzel / AFP
La cumbre que arranca este domingo finalizará el próximo martes 17 de junio, pero lo hará sin emitir ningún comunicado conjunto. En su lugar, los siete líderes reunidos en Kananaskis, Alberta, firmarán "declaraciones breves y específicas", según confirmaron el jueves altos funcionarios del gobierno canadiense, si bien no está claro si las firmarán todos los países que conforman el grupo.
Así, se repetirá la fórmula adoptada en 2019 cuando se optó por publicar una escueta "declaración" sobre comercio y crisis internacionales para evitar cualquier desacuerdo y otro boicot de Trump. Esa cumbre, celebrada en Biarritz, Francia, dejó una imagen para la posteridad: el presidente estadounidense, de brazos cruzados, siendo abordado por Angela Merkel. La canciller alemana ya no está, pero el trumpismo sigue más vivo que nunca.
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