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Cómo elige un papa su nombre y por qué Prevost eligió llamarse León XIV

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Directo | Reacciones a la elección de Robert Prevost como nuevo Papa León XIV

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Sara Fernández

El Periódico

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Barcelona
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El cardenal estadounidense Robert Prevost ha sido elegido como el nuevo Papa de Roma. Hasta ahora prefecto del Dicasterio para los Obispos, sucederá a Francisco (Jorge Mario Bergoglio), fallecido el pasado lunes 21 de abril a los 88 años. Con su elección, Prevost deja atrás su nombre de bautismo para adoptar el de León XIV, convirtiéndose en el 267.º pontífice en la historia de la Iglesia.

Pero la elección de este nombre evoca una figura histórica de gran peso: León XIII, conocido como "el Papa de los pobres". Gioacchino Pecci (1810-1903), quien ocupó el papado entre 1878 y 1903, condujo uno de los pontificados más largos del siglo XIX, con un enfoque marcado por el diálogo con el mundo moderno y la preocupación por las injusticias sociales.

Desde el inicio de su pontificado, León XIII promovió una reforma intelectual dentro del clero y buscó alejarse del tono defensivo de sus predecesores. Su encíclica más célebre, Rerum novarum (1891), abordó con fuerza el problema obrero, denunciando la explotación de los pobres por parte de una minoría adinerada. En ella, defendía el derecho a salarios justos y a formar sindicatos -preferiblemente católicos-, aunque se mantuvo crítico ante el socialismo y la democracia liberal.

León XIII también reforzó los vínculos con la Iglesia en Estados Unidos y promovió la expansión del catolicismo en ese país. Apostó, además, por una apertura ecuménica -acercándose a anglicanos y ortodoxos- y por una vigorosa acción misionera, sobre todo en África.

Durante sus veinticinco años de papado, nombró 147 cardenales en 27 consistorios, dejando una huella profunda en la configuración de la Iglesia contemporánea.

Guiño al legado de León XIII

La elección del nombre León XIV por parte de Prevost sugiere un posible guiño a ese legado: el de una Iglesia con vocación reformadora, atenta a los desafíos sociales y con una mirada amplia hacia el mundo.

Una elección simbólica para el futuro papa

De Pío a Clemente, pasando por Pablo o Simplicio, los papas eligen su nombre en base a criterios como la admiración por un predecesor o una voluntad de ruptura.

El secular ritual del cónclave prevé que el ocupante de la cátedra de San Pedro adopte un nombre inmediatamente después de haber sido elegido. "Quo nomine vis vocari", le pregunta en latín el cardenal decano para conocer su nombre de pontífice.

Hasta la elección de Jorge Bergoglio en 2013, sus predecesores en los últimos tiempos se habían inspirado en otros papas. Sin embargo, el jesuita argentino decidió innovar y respondió: Francisco.

Días después de su elección, el flamante pontífice explicó en un encuentro con periodistas que su nombre evocaba a Francisco de Asís, un santo italiano de los siglos XII y XIII, y que deseaba "una iglesia para los pobres".

La idea le vino tras un comentario del cardenal brasileño Claudio Hummes, fallecido en 2022, cuando Bergoglio obtuvo los votos necesarios para ser papa. "Me dijo: 'No te olvides de los pobres'", contó.

Aunque en teoría los papas pueden adoptar su nombre de bautismo, los cambios comenzaron en el año 533 con Juan II, quien no quiso mantener su nombre, Mercurio, por ser el de un dios romano y pagano.

¿Y si quiere mantener su nombre de bautismo?

El último en mantener su nombre fue el papa Adriano VI en el siglo XVI.

En los últimos tiempos, la principal razón invocada para la elección del nombre era la admiración por anteriores papas, con excepción de Pedro, el nombre del fundador de la Iglesia y considerado tabú.

En 2005, el alemán Joseph Ratzinger adoptó Benedicto XVI por devoción a Benedicto XV, el papa de la paz durante la Primera Guerra Mundial.

Veintisiete años antes, el polaco Karol Wojtyla eligió Juan Pablo II como tributo a Juan Pablo I, su antecesor, fallecido poco antes tras sólo 33 días de pontificado.

Este último, el italiano Albino Luciani, fue el primero en tomar un nombre compuesto, para homenajear a la vez el legado de Juan XXIII y de Pablo VI.

Algunos nombres tienen ahora connotaciones negativas, como Pío después de Pío XII, a quien algunos historiadores acusan de haber mantenido un silencio cómplice sobre el Holocausto de los judíos perpetrado por la Alemania nazi.

Pío es sin embargo el séptimo nombre más utilizado por un papa en la historia de la Iglesia, solo por detrás de Juan (21), Gregorio (16), Benedicto (15), Clemente (14), León e Inocencio (13), según la lista oficial de la Santa Sede.

Pero hay otros nombres menos habituales como Simplicio, Zacarías o Teodorico.