Elecciones en Norteamérica

Los liberales de Carney logran una histórica victoria en Canadá impulsados por el rechazo a Trump

"Hemos superado el choque de la traición estadounidense pero no debemos olvidar nunca las lecciones", dice el tecnócrata

El líder del Partido Liberal de Canadá, Mark Carney, en su acto final de campaña en Edmonton.

El líder del Partido Liberal de Canadá, Mark Carney, en su acto final de campaña en Edmonton. / Europa Press/Contacto/Ron Palmer

Idoya Noain

Idoya Noain

Nueva York
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El Partido Liberal de Canadá liderado por el primer ministro, Mark Carney, ha logrado este lunes una histórica victoria en las elecciones federales de Canadá. Aunque ha quedado a tres escaños de los 172 escaños que le habrían dado la mayoría absoluta en el Parlamento, el resultado en las urnasrepresenta en cualquier caso un triunfo espectacular para el partido del Gobierno, que logra el cuarto mandato consecutivo cuando hace solo unos meses iba en las encuestas casi 30 puntos por detrás del Partido Conservador de Pierre Poilievre. Pese a mejorar sus resultados respecto a los anteriores comicios, los conservadores han sufrido una derrota dolorosa, que incluye la pérdida del escaño del propio Poilievre.

El resultado de las elecciones en buena parte ha llegado como expresión del rechazo de los canadienses a los aranceles y los ataques del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que no solo ha llevado al borde de la recesión a su aliado y principal socio comercial con gravámenes del 25% sino que ha retado su soberanía con amenazas para que se convierta en el estado 51

El mismo lunes por la mañana, poco antes de que abrieran los colegios electorales, Trump colgaba un mensaje en Truth Social en el que sugería que votaran por él, insistía en la anexión y volvía a sugerir falsamente que EEUU "subsidia" a Canadá.

Los ataques e insultos de Trump han despertado una ola inédita de nacionalismo en Canadá y una reflexión sobre la identidad del país, donde proliferan los boicots a productos estadounidenses, las cancelaciones de viajes al vecino del sur y un auge del orgullo patriótico. El choque con EEUU se ha expresado en el uso de eslóganes como el "codos arriba" que popularizó hace años una estrella de hockey.

Gestor de crisis

Esa oposición a Trump ha contribuido a impulsar a Carney, de 60 años y un novato de la política que relevó a Justin Trudeau, el antiguo primer ministro que anunció en enero que dejaría su cargo y lo hizo en marzo. Entonces, cuando Carney tomó el testigo, decidió adelantar las elecciones, que había de plazo para organizar hasta octubre. 

Educado en Oxford y en Harvard, el que fue gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra y luego trabajó en firmas como Goldman Sachs se presentó como el candidato anti-Trump desde el principio y ha sido visto como un antídoto tecnócrata contra el populismo de extrema derecha. 

"Como llevo avisando meses, EEUU quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. El presidente Trump intenta rompernos para poder poseernos. Eso nunca sucederá", dijo en su discurso de victoria en la noche electoral Carney, que construyó su campaña presentándose como un buen negociador y un experimentado gestor de crisis, elementos probados en su etapa frente al banco central canadiense tras el colapso financiero de 2008 y frente al inglés durante el Brexit.

"Hemos superado el choque de la traición estadounidense pero no debemos olvidar nunca las lecciones", dijo también Carney. "Cuando me siente con el presidente Trump podré discutir la relación futura en economía y seguridad entre dos naciones soberanas", proclamó entre aplausos en Ottawa.

Carney ha logrado que ese mensaje cale y también presentarse como un agente de cambio respecto a Trudeau, y en su primer día al frente del Gobierno canceló una impopular tasa sobre el carbono de su precedesor, incluso cuando históricamente él ha jugado un papel a favor de protecciones medioambientales, incluyendo los cinco años que pasó como enviado especial de Naciones Unidas para clima y finanzas.

Derrota conservadora y colapso de partidos minoritarios

La cruz de la victoria de Carney ha sido la derrota del conservador Poilievre, un veterano de la política de 45 años que entró en el Parlamento en 2002 y que este lunes perdía ese escaño, aunque prometía seguir al frente del partido.

Poilievre, un populista con un mensaje de "Canadá primero" muy similar al de Trump, ha logrado que la formación mejore los resultados respecto a los anteriores comicios, pero ha sido él también a quien se atribuye el colapso histórico, que ha visto como se evaporaba una ventaja de casi 30 puntos construida por el desconento que había con Trudeau.

Poilievre había basado su propuesta en una denuncia del anterior mandatario y de los liberales como responsables de los males económicos de Canadá, donde el disparado coste de la vida y especialmente de la vivienda ha sido la principal preocupación de los canadienses en estas elecciones, según las encuestas. Pero no supo adaptarse ni a la dimisión y el relevo en el Partido Liberal ni a las amenazas de Trump.

Su derrota y estos comicios han servido también para exponer que el populismo de estilo Trump, encarnado en paralelismos de Poilievre con el líder estadounidense en propuestas políticas como la denuncia de "la ideología radical woke" o el fin de la ayuda internacional, puede ser tóxico y políticamente costoso fuera de EEUU. Y los conservadores, tras la cuarta derrota consecutiva en las elecciones federales, deberán intentar encontrar un camino de futuro que corrija los problemas creados por la lucha entre sus distintas facciones. 

El partido de Carney se ha beneficiado también del peso importante del voto útil, que en parte explica la caída del soberanista Bloque Quebequés y, sobre todo, del Nuevo Partido Democrático, a la izquierda del Partido Liberal. El Bloque pasa, según las previsiones a la hora de escribir estas líneas, de 32 escaños a 23. El descalabro es aún más grave para el Nuevo Partido Democrático, que pasa de 25 escaños a siete, un hundimiento que ha llevado a la dimisión de su líder, Jagmeet Singh.

El reto

La victoria pone ahora a Carney ante su misión más complicada. Ha dicho que buscará una nueva relación comercial y de seguridad con EEUU y ha mostrado su apoyo a imponer aranceles de respuesta a los de Trump, que ha sacudido a su principal socio comercial, como a México, los dos vecinos norteamericanos con los que el republicano había renegociado y firmado un acuerdo de libre comercio en su primer mandato.

"Se acabó la vieja relación con EEUU basada en integración cada vez más profunda de nuestras economías y estrecha cooperación militar y de seguridad", dijo en su discurso de victoria Carney, repitiendo un mensaje habitual de su campaña. También renovó su promesa de diversificar las relaciones comerciales y alianzas con otros socios "en los que se pueda confiar", un claro guiño a Asia y Europa, el viejo continente al que el mes pasado realizó un breve pero significativo viaje.

Casi un cuarto del petróleo que consume a diario EEUU proviene de Canadá y el 85% de las importaciones estadounidenses de electricidad, así como 60% de las de crudo, son canadienses. Cada día cruzan la frontera entre los dos países bienes por valor de 2.700 millones de dólares.