Entender más

Camila, la reina discreta que se ha ganado a los británicos

¿Quién está al mando de la monarquía británica? Camila, "agotada"

Camila , el ascenso de una reina detestada

La reina Camila de Inglaterra

La reina Camila de Inglaterra / AARON CHOWN / AFP

Lucas Font

Lucas Font

Londres
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En su reciente visita oficial a Italia, los periodistas británicos desplazados para la ocasión preguntaron a la reina Camila cuál era el secreto de su matrimonio con Carlos III. “Supongo que la amistad. Reírnos de las mismas cosas, seguir adelante con la vida”, respondió la reina consorte. Los monarcas han celebrado esta semana su 20 aniversario de bodas y los focos han vuelto a ponerse sobre la figura de Camila, una mujer discreta que se ha ganado el cariño de los británicos con el paso de los años, a base de demostrar un profundo respeto por la institución monárquica y de exhibir el gran afecto que siente por su esposo, amigo y examante, incluso en los momentos más difíciles. 

La “amistad” entre Camila y su esposo viene de lejos. Se conocieron a principios de la década de los 70 y en poco tiempo se dieron cuenta de que entre ellos había una compenetración poco común. Su idilio en los años 80, cuando los dos ya estaban casados con sus respectivas parejas, llevó a la princesa Diana a reconocer que “eran tres personas en el matrimonio” y provocó un enorme rechazo popular hacia la figura de Camila, a la que tanto la ciudadanía como los medios de comunicación responsabilizaron del fracaso de la relación de Carlos, entonces príncipe de Gales, con su primera esposa, fallecida años después en un accidente de tráfico

Este rechazo se mantuvo durante años. Pocas semanas antes de su boda, celebrada el 9 de abril de 2005, una encuesta publicada en el ‘Daily Mail’ reveló que el 73% de los británicos consideraban que Camila no debía ser reina, mientras que un 60% se mostraba a favor de negarle el título de Su Alteza Real. Su enlace generó reticencias incluso a la reina Isabel II, quien se resistió durante años a permitir la boda y evitó asistir al evento cuando finalmente lo autorizó, alegando que como máxima representante de la Iglesia anglicana no podía presenciar el enlace entre dos personas divorciadas

Popularidad al alza

Consciente de su baja popularidad, Camila optó durante años por mantener un perfil discreto al lado de su marido, evitando entrar en polémicas y mostrándose con naturalidad ante la prensa. Su escasa opulencia y pomposidad y su considerable carisma le permitieron ganarse poco a poco el respeto y el afecto del público y de los que la rodeaban. Isabel II acabó expresando, poco antes de morir, su deseo de que Camila fuese conocida como “reina consorte”, mientras su popularidad seguía aumentando: un año después de la coronación de Carlos III, un 43% de los británicos mantenían una opinión favorable de ella frente a un 30% que seguía teniendo una imagen negativa. 

El Vaticano publica la foto del papa Francisco sin oxígeno con los reyes Carlos y Camila

El Vaticano publica la foto del papa Francisco sin oxígeno con los reyes Carlos y Camila / VATICANO

A pesar de que sus índices de aprobación siguen lejos de los de otros miembros de la realeza –como el príncipe Guillermo y su esposa Kate–, Camila ha ido sumando adeptos con el paso de los años. La detección del cáncer de su marido y de la princesa de Gales a principios de 2024 la obligó a dar un paso al frente y a coger las riendas de una institución en horas bajas. La resiliencia mostrada por el monarca, quien optó por retomar su agenda pública pocos meses después del diagnóstico, y el apoyo incondicional de Camila durante el tratamiento han reforzado la imagen del matrimonio y han lanzado un mensaje de fuerte compromiso con su papel institucional. 

Antes de despedirse de los periodistas en su viaje a Italia, alguien preguntó a la reina si Carlos III iba a tomarse su trabajo con más calma para centrarse en su recuperación. Camila esbozó una ligera sonrisa antes de responder: “Ni lo soñéis”.

Suscríbete para seguir leyendo