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Un bandoneón, el alma y la voz del tango / EP


Abel Gilbert
Abel GilbertCorresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
El delito tiene múltiples caras y los habitantes de una ciudad como Buenos Aires suelen mirarlo a los ojos en distintas oportunidades. Las noticias sobre hurtos en las casas y atracos en taxis o una esquina son frecuentes y muchas veces, cuando tienen un desenlace desgraciado, los medios de comunicación repiten tanto la noticia que da la sensación de que se está en un territorio expuesto a todo minuto al peligro. La muerte violenta acecha a la vuelta de cualquier esquina.
Lo cierto es que en medio de una crisis social de larga data parece haber irrumpido un nuevo tipo de ladrón, el de bandoneones. El instrumento le ha aportado al tango su pátina sonora singular. Los bandoneones marca Doble A, de origen alemán, son los más requeridos por los músicos de las orquestas. Pero se trata de reliquias. Ya no se fabrican más y pueden costar hasta unos 5000 euros.
Denuncia ante Interpol
Enrique Fasuolo tiene 84 años y desde hacía décadas tocaba su "fuelle" en las estaciones de metro o en algunas esquinas céntricas. En la tarde del 25 de febrero le apuntaron con una pistola en el pecho y le quitaron el bandoneón que descansaba sobre sus piernas. Quedó en estado de shock. Fue como si le hubieran arrancado parte de su cuerpo. Sus amigos presentaron una denuncia ante la Policía de la Ciudad. También se hizo un reclamación ante Interpol.
"Se presume que existiría una banda de ladrones de bandoneones que comercializa los instrumentos en el exterior", dijo el diario ´La Nación`. Esa intuición la tienen desde hace mucho los propios instrumentistas que, dada su rareza, han formado un grupo de WhatsApp para intercambiar no solo impresiones sino constituir una red de socorros mutuos. Carlos Cuenca es discípulo de Fasuolo y forma parte de esas conversaciones virtuales. "Se sabe que hubo un aumento de robos de instrumentos", afirma.
Existe una asociación natural, a estas alturas turística, entre el gemido del bandoneón y las postales musicales de la capital argentina. Un vínculo que ha sido exaltado a través de las letras de tango.'El duende de tu son, che bandoneón/se apiada del dolor de los demás/ y al estrujar tu fuelle dormilón/ se arrima al corazón que sufre más', se canta en 'Che, bandoneón', del gran Anibal Troilo.
El tono coloquial da cuenta de los sentimientos que atan a los que hacen vibrar los fuelles y tocan esas teclas dispuestas en un orden extraño, tan distinto al de un piano. 'A veces se me hace, que nació conmigo/ Y durmió en mi cuna pegado a mi piel/ Que fue mi juguete y mi perro de pibe/ Y toda la infancia la corrí con él', lo describe Rubén Juárez en 'Mi bandoneón y yo'.
La letra hablaba también por Fasuolo. Lo tocaba desde los 10 años. Había estudiado con Alejandro Barletta, la gran referencia de la enseñanza a partir de los años 40 del siglo pasado, nada menos que la época de oro del género. Había adquirido su último modelo en 1990 durante un remate judicial. Para entonces ya era un habitante natural de la calle. Había elegido ser solista en las esquinas y recibir el aplauso espontáneo y algunas monedas antes que sumarse a una orquesta. "Toque de nuevo", insistían.
Fasuolo complacía a sus oyentes ocasionales que a veces lo llamaban "maestro" y lo hacían sentir parte de un linaje que integra a Troilo y Astor Piazzolla, entre otras figuras señeras del tango. El dinero que ganaba cada día le ayudaba a compensar la escasa pensión que recibe del Estado por sus años de trabajo como tornero en una fábrica de aparatos odontológicos.
Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921. Por lo general, las vísperas de un nuevo aniversario reavivan el recuerdo del autor de "Adiós Nonino". Fue por esos días que Fasuolo se quedó sin su bandoneón. La noticia del robo provocó impacto en la comunidad musical. A través de una colecta le compraron un instrumento que agradeció como una bendición. El dolor de la pérdida persiste porque su bandoneón era alemán. En la actualidad se fabrican de manera artesanal. La Universidad de Lanús (UNLa) tenía la intención de fabricarlos en una mayor escala para las nuevas generaciones.
El caso Fasuolo recordó otros episodios similares. En mayo pasado, un grupo de maleantes entró a la casa de Gustavo Martínez y sabían lo que buscaban: dos bandoneones Doble A que eran de su padre. Como si se tratara de un secuestro, la familia ofreció una "recompensa" a través de las redes sociales. Nunca los contactaron. En ese caso también intervino la Interpol.
Cuatro años atrás fue condenado un hombre por haber su instrumento y haberle exigido un cuantioso "rescate". La justicia le aplicó los rigores de la 26.531, conocida como de "Protección y Promoción del bandoneón", que rige desde 2009. No todos los instrumentos tienen una ley con su nombre.
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