Elecciones alemanas

La política exterior irrumpe en la campaña de una Alemania 'abandonada' por el EEUU de Trump

El restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia y la vuelta del proteccionismo han dado un vuelco geopolítico que ya ha impactado la carrera por la cancillería alemana

Berlín empieza a desacoplarse de su máximo aliado transatlántico ante la virulenta línea antieuropea de Trump

La política exterior irrumpe en la campaña de las elecciones de Alemania

La política exterior irrumpe en la campaña de las elecciones de Alemania / Hannibal Hanschke/ EFE

Gemma Casadevall

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Berlín
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Suele decirse que la política exterior ni da ni quita votos, porque las prioridades del ciudadano común son otras. De pronto, las relaciones internacionales sí están muy presentes en la campaña para las elecciones generales alemanas del próximo domingo. La guerra de Ucrania ha sido ya tema preferente en la corta legislatura de Olaf Scholz, cuyo tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales tuvo que buscar rápidamente sustitutos más caros al gas ruso. El hundimiento de esa coalición y la convocatoria de comicios anticipados ha discurrido en paralelo al regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, lo que ha recolocado las relaciones transatlánticas en la agenda electoral.

"Nunca la República Federal de Alemania, la RFA, se había sentido tan confusa como ahora", explica el director de la Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP, por sus siglas en alemán), Thomas Kleine-Brockhoff. Ni en sus tiempos fundacionales, tras la derrota del Tercer Reich, ni durante la Guerra Fría ni tampoco con la reunificación del país, en 1990. Siempre contó con la fiabilidad, la tutela y el apoyo de la potencia dominante a escala occidental, Estados Unidos, prosigue Kleine-Brockhoff.

De vez en cuando aparecieron rifirrafes, como cuando con Barack Obama en la Casa Blanca salió a relucir el escándalo de las escuchas telefónicas de la entonces cancillera Angela Merkel --"espionaje entre aliados", se denominó--. Tampoco le fue fácil a Merkel llevarse bien con Washington en el primer mandato de Trump, alguien tan en las antípodas de su forma de ejercer el poder.

"Nada de eso es comparable a la situación actual", advierte el director de la DGAP. Alemania se encuentra de pronto entre el rival sistémico que siempre fue China, más el "voraz neoimperialismo" de Vladímir Putin y con unos Estados Unidos que practican un "antagonismo público", apunta Kleine-Brockhoff. Se han superado con creces los peores pronósticos que acompañaron al regreso de Trump al poder. Y, encima, esto ocurre en un momento en que tampoco funcionan los ejes clásicos a escala europea, como el maltrecho motor franco-alemán, mientras se forjan otros bloques nuevos, como el báltico-nórdico.

Alemania, como otros socios de la UE, apostó más o menos públicamente a que la demócrata Kamala Harris sucedería en la presidencia a Joe Biden. Pero el simple revanchismo no basta para explicar la declarada hostilidad de Trump. También en su momento se decantó Berlín por Hillary Clinton y, tras su derrota, se logró reencauzar la relación con el gran hermano y aliado transatlántico.

"Trump 2 no es comparable a Trump 1", explica el analista y experto en Defensa Thomas Wiegold. El rapapolvo dirigido a Europa por su número 2, el vicepresidente JD Vance, no debería sorprender a nadie, según este observador asiduo a toda Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC). Forma parte de la estrategia del trumpismo para desacoplarse de Europa. Pero en el caso alemán, es casi una puñalada. Berlín contó hasta ahora con cierto paraguas protector de Washington mientras otros socios europeos acusaban a Scholz de lastrar la toma de decisiones respecto a Ucrania. En total Alemania ha suministrado armas por 28.000 millones de euros a Kiev --incluidos los envíos aprobados para este año--. Es el segundo contribuyente tras EEUU. Pero su toma de decisiones es enervantemente lenta, según Kiev, mientras sigue rechazando entregar sus preciados misiles Taurus. "Lo cierto es que Alemania lleva décadas de retraso en cuando a defensa. Lo que ha entregado estos tres años a Kiev ha ido en detrimento de sus propias capacidades defensivas", según Kleine-Brockhoff.

Coalición en ciernes

Vance dejó estupefactos tanto a Scholz como al líder del bloque conservador, Friedrich Merz, quien probablemente será el próximo canciller tras las elecciones del 23 de febrero. Tanto por sus críticas al conjunto de Europa, como por su apoyo implícito a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza en los sondeos tras el bloque de Merz. La líder de la AfD, Alice Weidel, había contado con intervenciones de apoyo de Elon Musk, otra pieza clave en el organigrama de Trump. Vance añadió a esa ayuda directa en campaña su crítica contra los cordones sanitarios a la ultraderecha que siguen en pie, aunque con grietas, en Alemania.

Scholz y Merz se llevaron las manos a la cabeza ante esa injerencia. Weidel no ve nada ilegítimo en ello, siendo que en su momento el 'establishment' alemán no disimuló sus preferencias por Kamala Harris.

Los sondeos no ven opciones para la remontada a Scholz. Su Partido Socialdemócrata (SPD) está atascado en una intención de voto del 15%, la mitad que la que se otorga al bloque de Merz. La AfD está descartada como aliada, de modo que todo apunta a una coalición entre conservadores y socialdemócratas, como las que lideró en tres de sus cuatro legislaturas Merkel.

Al menos en lo que se refiere a sus reacciones a Vance, Scholz y Merz actúan ya como coaligados. Ambos criticaron al vicepresidente de EEUU con una acritud inédita en las relaciones entre Berlín y Washington. El tono más duro procedió, sin embargo, del ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius. Si ese es el mandato de las urnas, Pistorius será una pieza clave en esa coalición aún virtual bajo liderazgo conservador. Scholz ha dejado claro que, de no lograr la reelección, no estará en un gobierno por debajo de Merz.