Turbulencias comerciales

Coches, petróleo y quizás aguacates: la guerra comercial de Trump amenaza con relanzar la inflación y gripar el crecimiento

Los mercados y los economistas reaccionan con escepticismo a los aranceles aplicados por EEUU a Canadá y China tras quedar temporalmente suspendidos los previstos para México

Archivo - Contenedores de exportación

Archivo - Contenedores de exportación / EUROPA PRESS - Archivo

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

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No es más que un aperitivo de lo que podría venir, pero el mundo del dinero no ha tardado en suscribir implícitamente el editorial que le dedicó este fin de semana ‘The Wall Street Journal’ a los primeros aranceles anunciados por Donald Trump. “La guerra comercial más tonta de la historia”, tituló el diario conservador de Rupert Murdoch. El nuevo presidente de Estados Unidos firmó el sábado la imposición de aranceles a las importaciones desde sus tres principales socios comerciales: un 25% para Canadá y México, y un 10% para China. El inicio de una guerra arancelaria que se tradujo en pérdidas significativas en las principales bolsas mundiales, en paralelo al repunte del dólar y los valores asociados al petróleo. Entre los inversores hay miedo a que la “edad de oro” prometida por Trump devenga en una era de caos comercial, presiones inflacionarias y crecimiento estancado.

Las bolsas recuperaron el aliento después de que el republicano suspendiera durante un mes la entrada en vigor de los aranceles a México, una medida que llegó después de que hablara personalmente con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y esta se comprometiera a desplegar a 10.000 agentes de la Guardia Nacional mexicana en la frontera. Tanto para frenar el tráfico de drogas, particularmente el fentanilo que hace estragos entre los estadounidenses, como la entrada de inmigrantes irregulares, los motivos principales esgrimidos por Trump para adoptar sus medidas coercitivas.

A lo que hay que añadir su particular forma de entender los déficits comerciales (cuando un país importa de otro más de lo que exporta). EEUU mantiene una balanza comercial deficitaria con los tres países señalados. En el caso de China, ascendió a 270.400 millones de dólares hasta noviembre de 2024, seguido por los 157.200 de desequilibrio con México y los 55.000 millones con Canadá. El neoyorkino ha descrito esos déficits como “subvenciones” o “préstamos” a sus vecinos norteamericanos. “Nos deben un montón de dinero y estoy seguro de que van a pagarnos”, dijo el domingo.

Golpe para el sector del automóvil

Pero Trump está jugando con fuego, a ojos de la mayoría de economistas. De consumarse los aranceles a esos tres países, a falta de saber qué sucederá con México, supondrían un impuesto al 44% de todos los bienes que EEUU importa desde el extranjero, según Deutsche Bank. Unas medidas proteccionistas que, por su alcance y dimensiones, no tienen precedentes desde hace casi un siglo. Con la diferencia de que las cuatro economías en discordia están hoy extraordinariamente integradas, particularmente las norteamericanas. El sector del automóvil, llamado a ser uno de los más afectados, es un buen ejemplo. Uno de cada cinco coches o camiones vendidos en EEUU se produce en México o Canadá, aunque muchos de ellos acaban siendo un puzle de piezas con múltiples viajes a través de la frontera. Son malas noticias también para los fabricantes europeos. Dos tercios de los vehículos que Volkswagen destina al mercado de EEUU salen de fábricas mexicanas.

Pero es solo la punta del iceberg. Desde México llega el 63% de las verduras que EEUU importa, así como el 47% de las frutas y nueces, entre otras muchas cosas, según Associated Press. Desde Canadá, además de acero o madera, entran ingentes cantidades de crudo sin refinar, esencial sobre todo para las refinerías del Medio Oeste, lo que hace de Canadá el principal exportador de crudo a EEUU. En este ámbito Trump ha querido amortiguar el impacto rebajando al 10% los aranceles al petróleo, el gas y la electricidad canadiense. Desde China llega casi todo, desde maquinaria y zapatillas a ordenadores y teléfonos móviles.

Inflación y bajo crecimiento

Teniendo en cuenta que los aranceles acaban trasladándose al precio que paga el consumidor, al menos parcialmente, la conclusión universal parece ser que la guerra comercial de Trump acabará cebando la inflación cuando parecía una coyuntura superada. Y todo ello en un país donde el coste de la vida es la principal preocupación de muchos estadounidenses. “Si no nos equivocamos, los extensos aranceles sobre México, Canadá y China apuntalarán la inflación antes de reducir la actividad”, escribió Morgan Stanley este fin de semana en una circular a sus clientes.

La consultora Capital Economics predice que el crecimiento de EEUU podría reducirse un 1,5% este año para dar paso con el tiempo a un escenario de “estanflación”. O lo que es lo mismo, una combinación de estancamiento económico, elevada inflación y alto desempleo. Respecto a Canadá y México, prevé que ambos entren en recesión. Una análisis secundado por el Banco Central canadiense, que prevé que el PIB se contraiga un 2,5% este año y un 1,5% el próximo.

Y no es más que el principio. Ottawa ya ha adoptado contramedidas, tras publicar el domingo una lista de más de 1.200 productos estadounidenses que tendrán que pagar un 25% de impuestos en la aduana, desde lácteos y cárnicos, a frutas y verduras, madera o productos manufacturados. Muchos de ellos originarios de estados republicanos, una medida con la que quiere presionar a los aliados Trump para que reconsidere su postura. China de momento no ha movido ficha, pero se espera que lo haga pronto. Y luego está la Unión Europea. Trump ha confirmado que habrá aranceles también para sus aliados. “Este es el inicio de una guerra comercial en toda regla con un claro potencial para seguir agravándose”, ha dicho Carsten Brzeki, el economista jefe de ING en Alemania.

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