Inestabilidad política

El Gobierno francés fuerza la aprobación de los presupuestos por decreto con la amenaza de ser censurado

El Partido Socialista ha decidido que no votará a favor de la moción de censura presentada por los Insumisos, tensando aún más las relaciones entre la unión de izquierdas.

El líder de los insumisos, Jean-Luc Melenchon, ha sido claro: Si los socialistas no apoyan la moción, “la alianza del Nuevo Frente Popular quedará evidentemente rota”.

El primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional.

El primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional. / THIBAULT CAMUS / AP

Leticia Fuentes

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"Tenemos el deber de enviar un mensaje de estabilidad", afirmó este lunes en la Asamblea Nacional francesa, el primer ministro, François Bayrou, para minutos después, anunciar que, igual que hizo su prececesor, Michel Barnier, recurre al polémico artículo 49.3 de la Constitución para aprobar los presupuestos de Francia por decreto sin necesidad del aval de la Asamblea Nacional, a pesar de la nueva amenaza de moción de censura que planea sobre su Gobierno. Bayrou también aseguró que se apoyará en la misma herramienta para sacar adelante los presupuestos de la Seguridad Social.

"Hay que pasar el texto sin demora por la aprobación. Un país como el nuestro no puede quedarse sin presupuestos. La única manera es involucrar a la responsabilidad del Gobierno. Eso se hará este lunes", advirtió el domingo Bayrou. Este texto es el mismo que unió a la izquierda y a la extrema derecha en una moción de censura que hizo caer a Barnier el pasado mes de diciembre, tan solo tres meses después de asumir el cargo.

En respuesta, La Francia Insumisa, apoyada por los ecologistas y los comunistas, presentó dos mociones de censura --una por cada aplicación del 49.3-- bajo el paraguas del Nuevo Frente Popular, que se votarán el miércoles, dejando el futuro del Ejecutivo de nuevo en manos de los socialistas y de la extrema derecha de Marine Le Pen. Tras una reunión de varias horas y una votación interna, este lunes la dirección nacional del Partido Socialista decidió que no apoyará la caída del Ejecutivo, pero sí que presentará su propia moción "en nombre de los valores", tras las polémicas declaraciones del primer ministro en las que afirmó que la "inmigración sumergía a Francia", haciendo suya una expresión que lleva tres décadas utilizando la extrema derecha. Estas palabras provocaron el bloqueo de las negociaciones entre el Ejecutivo y los socialistas, quienes esperan una disculpa por parte de Bayrou.

"Censurar al Gobierno no tendría sentido ahora, a pesar de las numerosas críticas a este presupuesto, ya se trate de cuestiones medioambientales o de solidaridad", declaró a los periodistas la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo. También su colega diputado,  Jérôme Guedj, afirmó que este presupuesto "es sin duda más aceptable que el presupuesto Barnier". No obstante, algunos de los 66 diputados socialistas hicieron saber que romperán la disciplina de voto, aumentando la incertidumbre sobre el resultado final.

Aunque falta saber también qué hará la extrema derecha de Marine Le Pen, que anunciará su decisión el mismo miércoles, si los oponentes al texto son minoría, los presupuestos de 2025 se aprobarían inmediatamente mediante decreto. En caso contrario, la censura deberá obtener un mínimo de 289 votos, de los cuales están asegurados unos 126 de los insumisos, ecologistas y comunistas. 

Los ojos puestos en Le Pen

El partido de Le Pen esperará al último momento para posicionarse. Un modus operandi nada nuevo para su partido. Ya lo hicieron en diciembre cuando decidieron censurar a Michel Barnier. Para la extrema derecha, los presupuestos "son inviables para Francia" y su visión está más cerca del apoyo a la moción de censura de la izquierda que la de dar su visto bueno a las cuentas públicas. Según su portavoz, Julien Odoul, "nunca es una buena decisión forzarla y no aceptar el debate", e insistió que estos presupuestos "son muy malos con opciones que son extremadamente cuestionables".

Ahora todos los ojos están puestos en Agrupación Nacional, que tiene un importante peso dentro de la Asamblea Nacional, con 124 diputados. De ahí que en sus manos esté la caída o la continuidad del Gobierno de Bayrou.

Los socialista mantienen la presión

A pesar de las concesiones que el primer ministro ha hecho para acercar posturas entre la izquierda moderada y el Gobierno, los socialistas, conscientes de que Francia necesita urgentemente aprobar los presupuestos, presionan ante un texto que no es el suyo, dicen. Según el partido, las concesiones obtenidas, como la no eliminación de 4.000 puestos en la Educación Nacional, "siguen siendo en gran medida insuficientes".

A pesar de las fuertes diferencias y del bloqueo de la mesa de negociaciones, este lunes el partido ha decidido no censurar al Ejecutivo tras una votación interna con 59 votos a favor de mantener al Gobierno y 4 en contra. 

Un respiro para el nuevo primer ministro que asumió el cargo hace tan solo un mes y medio, pero un nueva grieta se abre entre la unión de izquierdas. 

El Nuevo Frente Popular, en la cuerda floja

"El Nuevo Frente Popular se ha reducido a un solo partido", afirmó el fundador de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon. La mesa de negociaciones de los socialistas con el Gobierno y la negativa de estos a votar la censura han acentuado las grietas en el Nuevo Frente Popular, la unión izquierdas creada para combatir a la extrema derecha de Marine Le Pen durante las elecciones legislativas adelantadas del pasado verano. 

Mélenchon fue claro sobre la postura del partido de Olivier Faure: Si los socialistas no apoyan la moción, "la alianza del Nuevo Frente Popular quedará evidentemente rota".

Después de las elecciones legislativas del pasado junio, la Asamblea Nacional de Francia quedó sin mayorías claras, acentuando la dificultad para dirigir una Francia que parece ingobernable. Con importantes divisiones en la cámara, hasta ahora el país se sostenía gracias a un juego de malabares y a ese cordón sanitario de la izquierda que, desde el principio ya mostró signos de debilidad, pero parece que ahora los caminos están apunto de separarse. 

Francia no consigue salir del bloqueo político que arrastra desde el pasado junio, cuando el presidente Emmanuel Macron decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas adelantadas. Algunos le señalan como el culpable de la inestabilidad del país galo, y piden su cabeza. El presidente se aferra a su cargo, y algunas voces ya apuntan a unas posibles nuevas elecciones legislativas este próximo julio para conseguir la ansiada calma.