Guerra en Oriente Próximo

Turquía busca su lugar en la nueva Siria

El país anatolio, el gran valedor de los rebeldes sirios, espera tener un papel dominante en el futuro político y la reconstrucción de su vecino del sur

Refugiados sirios llegan al cruce fronterizo de Cilvegözu, donde aguardan también camiones para pasar de Turquía a Siria.

Refugiados sirios llegan al cruce fronterizo de Cilvegözu, donde aguardan también camiones para pasar de Turquía a Siria. / METIN YOKSU / AP

Adrià Rocha Cutiller

Adrià Rocha Cutiller

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La cola, desde la frontera, parece interminable. Decenas y decenas de camiones —entre 400 y 500 al día, dice uno de los conductores— esperan en fila de dos para cruzar al otro lado. Llevan de todo: ladrillos, cemento en polvo, maquinaria, alimentos, pienso y abono. Todos los camiones, sin embargo, son de matricula turca, tienen conductores turcos y todos, sin excepción, van en la misma dirección. Hacia el noroeste sirio

Cilvegözü, la mayor puerta de entrada a Siria desde Turquía, durante los primeros días tras la caída del régimen sirio de Bashar el Asad, es un traqueteo constante. No solo de vehículos de transporte, que retumban, impacientes, mientras remueven el polvo de la carretera. 

"¡Pasa, pasa! ¡Entra por el lado derecho!", grita un gendarme turco a un camionero, mientras con una mano pide a un refugiado sirio que se pare, que espere para cruzar. Una vez ha pasado el camión, el refugiado es guiado hacia un quiosco del Ministerio de Migraciones del país anatolio. Unos funcionarios le inspeccionan el documento de identidad que este sirio ha ostentado en Turquía durante los últimos años. ¿Todo bien? ¿No hay ni antecedentes ni multas impagadas? "No", dice el refugiado, y el funcionario, con unas tijeras, rompe el permiso. Ya está: el sirio vuelve a su país y deja atrás para siempre la tierra que le ha dado cobijo pero a la que ya no podrá volver con estatus de refugiado

Muchos, tras años de crisis económica, sufrimiento, y una Turquía cada vez más hostil, así lo han decidido. Una gran parte de los tres millones de refugiados sirios en el país anatolio, en los próximos meses, regresará a su país. El esfuerzo de reconstrucción será titánico.

"Quiero felicitar a los sirios por su revolución magnificente. No podemos permitir ya nunca más que Siria sea dividida de nuevo. Cualquier ataque contra la libertad de los sirios, la estabilidad de la nueva administración y la integridad de sus tierras nos tendrá a nosotros en frente", ha dicho este martes el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Recoger los frutos

Su Gobierno, ahora, espera recoger lo sembrado durante los últimos años, cuando Turquía se quedó como el único valedor internacional de las milicias rebeldes sirias, que durante los primeros años de guerra civil —hasta la aparición del Estado Islámico (EI)—, recibieron armamento de Occidente y otros países de Oriente Próximo, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos

Todos se fueron menos uno: las milicias rebeldes sirias, ahora, dependen tanto de Ankara que sus salarios, armamento y financiación proviene únicamente de las arcas turcas. En las regiones opositoras sirias del norte del país árabe —desde donde se lanzó la ofensiva que ha acabado con Asad en tan solo 11 días de ataques—, la penetración del país vecino es tal que la moneda usada por la población siria hasta ahora no es la libra siria sino la lira turca, y universidades de provincias turcas de la región han abierto, dentro de territorio opositor sirio, varias facultades. 

"Siempre hemos protegido a la gente de Siria cuando el mundo los ha rechazado, tanto en nuestro territorio como más allá de nuestra frontera. Lo hemos hecho a gusto, y hemos pasado este test para la humanidad", ha añadido Erdogan, culpando veladamente a la oposición turca por la incitación al odio contra refugiados y migrantes en Turquía, al alza durante los últimos años. 

"Ahora, facilitaremos el retorno [de los refugiados sirios en Turquía] de una forma segura y digna", ha continuado el mandatario, cuyo país, ahora, tiene mucho que ganar: con la vuelta de los sirios a su país, Turquía contará ahora con una gran parte de población siria que no solo habla turco, sino que ha establecido relaciones personales, económicas y laborales con el país del norte.

La economía turca, una potencia internacional en el sector de la construcción, lo celebra: durante este lunes y martes, las empresas constructoras y cementeras de la bolsa en Estambul han visto cómo sus acciones se han disparado más de un 10% diario.

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