Conflicto en Siria

El régimen de Asad cae tras 13 años de guerra civil

El depuesto presidente sirio ha llegado a Rusia este domingo junto a su familia, según han anunciado las agencias de prensa rusas. Moscú les ha concedido asilo por "motivos humanitarios"

Última hora de la guerra en Siria, hoy en directo

Damasco, Siria, celebra la caída del régimen Baazista tras 61 años

Foto: Omar Sanadiki / AP Vídeo: Reuters

Adrià Rocha Cutiller

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Todo empezó, en invierno de 2011, con una pintada en una pared: “Es tu turno, doctor”, grafitearon unos niños en la ciudad de Daara, en el sur de Siria. Bashar al Asad, presidente del país árabe, era oftalmólogo de profesión, y por todo Oriente Próximo, en aquella época, se esparcían como pólvora las manifestaciones y movimientos contra los autócratas y líderes de sus países.

Los niños responsables de la pintada fueron detenidos y torturados durante semanas. Fue su trato —la indignación de ello—, lo que causó la chispa del inicio. Siria empezó su propia revolución para deponer a Asad, cuyo régimen se extendía desde hacía 50 años. Bashar llegó al poder tras el fallecimiento de su padre, Hafez al Asad, en el año 2000. 

Otra pintada, sin embargo, prometió lo que vendría después: “Asad, o quemamos el país”, escribieron unos soldados del Ejército regular del presidente sirio. Y así fue. En 13 años de guerra civil, de aparición y dominio del Estado Islámico, de bombardeos constantes contra población civil —por parte de Asad y su aliado, Rusia—, de migraciones y desplazamientos forzados, de más de 600.000 muertos y otros varios cientos de miles desaparecidos, Siria ha quedado completamente rota: Asad consiguió mantenerse en el poder.

Hasta este domingo. En tan solo diez días de ofensiva rebelde, el régimen de Damasco se ha derretido por completo, hasta el punto de que, durante la madrugada de este domingo, los milicianos rebeldes han entrado a la capital siria sin combates ni oposición alguna. Asad ha llegado a Rusia este domingo, según han anunciado las agencias de prensa rusas, que citan una fuente del Kremlin: "Asad y los miembros de su familia llegaron a Moscú. Rusia les concedió el asilo por motivos humanitarios", ha informado concretamente las agencias de Rusia TASS y Ria Novosti

“Celebramos juntamente con la gente de siria las noticias de haber liberado a nuestros prisioneros. Liberamos sus cadenas y anunciamos el final de una era de injusticia en la cárcel de Sednaya”, han dicho los rebeldes, en un comunicado durante la madrugada de este domingo, después de capturar la prisión de Damasco, infame por haber sido, durante décadas, el centro de torturas y asesinatos de manifestantes y contrarios a Asad.

"¡No me lo puedo creer! Por dios, es increíble", explica, al otro lado del teléfono y entre lágrimas, Abdulkafi, un rebelde de Alepo que pudo volver a su ciudad, por primera vez en diez años, el viernes de la semana pasada: "Hemos luchado 13 años. Hemos luchado 13 este año para este momento. Nunca pensé que lo vería con mis ojos... ¡No me lo creo! Este es el momento más feliz de mi vida. Jamás me imaginé que llegaría este día".

Con la espantada del régimen, las calles grandes ciudades sirias se han llenado de manifestantes y opositores que, levantando la bandera de la Siria rebelde, celebran y se preparan para una futura transición política, que ha quedado a cargo del actual primer ministro sirio, Mohammed Jalali, que a diferencia del presidente sirio no ha abandonado la capital.

Caída sin lucha

La caída del régimen de Asad ha sido tan rápida y tan poco combatida que incluso los rebeldes sirios, que empezaron su ofensiva hace tan solo 10 días, no esperaban su propio éxito. Según anunció la milicia rebelde islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS) al iniciar sus ataques, la intención del grupo era tan solo conquistar varios kilómetros de territorio para los bombardeos constantes del régimen contra la región rebelde de Idleb.

Pero los pocos kilómetros se convirtieron en decenas en cuestión de horas. Alepo, la segunda ciudad siria, cayó en 48 horas; Hama, la cuarta, dos días después. En los días siguientes, una a una, las capitales de provincia sirias empezaron a caer, sin apenas combates: las fuerzas del régimen anunciaban que abandonaban sus posiciones para evitar muertes de civiles, y que se centraban en la defensa de la capital, Damasco. 

No ha sido así. “La ciudad de Damasco ha sido liberada, y el tirano de Bashar al Asad ha sido depuesto. Este es el momento para el que todos los desplazados, los prisioneros han esperado tanto: el momento de volver a casa, el momento de la libertad después de décadas de opresión y sufrimiento. A todos los refugiados sirios repartidos por todo el mundo: la Siria libre os espera”, han declarado un grupo de rebeldes en la televisión estatal siria.

La caída de Damasco, sin embargo, no significa que el conflicto sirio haya terminado del todo. El régimen aún controla las dos provincias costeras sirias, Tartús y Latakia, pobladas por la minoría alawí a la que pertenece Asad. Las milicias kurdas de las YPG, además, controlan todo el este sirio. Estas milicias no han participado en la ofensiva rebelde de los últimos días, sino que en el pasado han incluso combatido contra los rebeldes, apoyados por Turquía

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