Reacción regional

Perplejidad, temor y festejos en América Latina por la victoria de Trump

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Donald Trump y Jair Bolsonaro, en una imagen de archivo.

Donald Trump y Jair Bolsonaro, en una imagen de archivo. / ALAN SANTOS / EFE

Abel Gilbert

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El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, fogoneado en parte por el voto latino, es observado con perplejidad, temor y a la vez entusiasmo al sur del Río Bravo. Lo que parece seguro, más allá de las sensaciones, es que las relaciones entre Estados Unidos y la región no serán las mismas a partir de enero de 2025. 

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, debió recibir las informaciones electorales con su carga de malos presagios. No solo había apostado decididamente por Kamala Harris y los demócratas, en parte en agradecimiento a su actual colega, Joe Biden, quien salió a respaldarlo con decisión tras el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. Lula se atrevió a señalar pocos días antes de la contienda que Trump era un "fascismo" con "otra cara". Las aspiraciones de Lula de profundizar su liderazgo regional y global encuentran en este reacomodamiento político en Estados Unidos algo más que un obstaculo. Cerca del líder del Partido de los Trabajadores (PT) creen que el Gobierno debe prepararse para un nuevo impulso de la ultraderecha brasileña con un reclamo en puerta: la amnistía para Jair Bolsonaro, el "amigo" de Trump, sobre quien pesa una inhabilitación para ejercer cargos públicos hasta 2030 por haber denigrado al sistema electoral de su país en 2022. En la madrugada del miércoles, Bolsonaro estaba eufórico. "El llanto puede durar una noche, pero la alegría llega por la mañana".

El caso argentino

Javier Milei es la contracara feliz de Lula. "Felicidades por su formidable victoria electoral. Ahora, Make America Great Again. Usted sabe que puede contar con Argentina para llevar a cabo su tarea", escribió en X. Su sintonía con Trump se puso de manifiesto desde que llegó al poder en diciembre de 2023. Se conocieron personalmente durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) de Washington, en febrero pasado, cuando, entre abrazos, se repartieron elogios y los mejores deseos. Milei quiere ser "el hombre" del magnate en América Latina, su interlocutor preferencial, pero, también, aguarda que la vuelta del republicano al Despacho Oval le depare a Argentina beneficios económicos. El Gobierno de ultraderecha es aplaudido en los círculos financieros por su ajuste draconiano. Sin embargo, esas mieles no mejoraron su acceso al mercado de capitales. Milei aspira a recuperar financiación internacional de la mano de Trump. El futuro presidente podría terciar en favor de su "amigo" ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). Argentina no solo tiene pendiente un nuevo acuerdo con el organismo al que debe 45.000 millones de dólares. Aguarda que el "efecto Trump" posibilite el acceso a nuevos créditos. 

Las ilusiones argentinas deben medirse con la realidad. Milei se ha presentado al mundo como el defensor más radical del libre mercado y la apertura. Trump va en la dirección contraria: es antiglobalista y ya advertido que comienza una nueva era proteccionista en su país que afectaría las expectativas del anarcocapitalista. Por lo pronto, el triunfo del magnate da rienda suelta a los sectores más duros del Gobierno. La diputada y maquilladora de Milei, Lilia Lemoine lo dejó en claro en las vísperas de los comicios estadounidenses al reivindicar la figura del senador Joseph McCarthy, quien durante en el momento más álgido de la Guerra Fría, en los años 50, encabezó una caza de brujas que dejó profundas marcas en ese país. "¿Qué hizo McCarthy REALMENTE? Dijo que los comunistas habían infiltrado el gobierno, la academia y el arte. ¿Mató a alguien? No. ¿Qué hizo además de tener razón?", se preguntó la legisladora que descree de la redondez del planeta.

Un lugar marginal en la agenda

La agenda internacional de Trump no encuentra a América Latina entre las prioridades: China, Ucrania, Rusia y Oriente Próximo aparecen como los principales desafíos de su segundo período. La excepción que confirma esa regla de su política exterior se encuentra en la enorme frontera que comparte Estados Unidos con México. El magnate, en su carrera a la Casa Blanca, lanzó una advertencia a la mandataria Claudia Sheinbaum que se perfila como un estilo de las conversaciones bilaterales. "Si no detienen este embate de criminales y drogas que vienen a nuestro país, voy a imponer inmediatamente un arancel de 25% a todo lo que envíen a Estados Unidos". México se prepara para cambios importantes en temas migratorios y el funcionamiento de las agencias de seguridad. Más alalá de el abismo ideológico que los separa, Sheinbaum dijo lo previsible en estas circunstancias: tratará de mantener una "buena relación" con Trump. Recordó además que "de diciembre de 2023 al cierre de octubre (de 2024), hay una disminución del 75 % de migrantes que llegan a la frontera norte", como una muestra de buena voluntad mexicana hacia el "gran vecino".

Donald Trump gana las elecciones en EEUU con una amplia victoria

Donald Trump gana las elecciones en EEUU con una amplia victoria / Brian Snyder / REUTERS / VÍDEO: ATLAS

Maduro, en guardia

En enero de 2019, Trump apoyó sin reservas la autoproclamación del diputado Juan Guaidó como "presidente encargado" de Venezuela. Nicolás Maduro respondió con una ruptura de las relaciones diplomáticas. Washington redobló las sanciones económicas que en parte de suavizaron con Biden. El tercer y controvertido período de Maduro comienza el 10 de enero, 10 días antes que Trump. La migración venezolana en Estados Unidos y una parte del antimadurismo creen que el republicano puede ser decisivo para los cambios en ese país. Se aferran a su declaración más polémica, en junio de 2023: "Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo". El Palacio de Mirafloresencontrará en Trump y sus amenazas una posibilidad mayor de endurecimiento interno.

Impacto en Colombia

"Ganamos. Ganó la libertad", festejó en X la senador de la ultraderecha colombiana María Fernanda Cabal, quien aspira a pelear por la presidencia en las elecciones de 2026. El actual jefe de Estado, Gustavo Petro, había encontrado en Biden un interlocutor. En 2020, cuando peleaba por su reelección, Trump acusó a su entonces rival de ser una "marioneta" de "castro-chavistas" como Bernie Sanders y Petro, "el mayor perdedor y antiguo líder de la guerrilla del M-19". Faltaban dos años para que el exinsurgente y exalcalde de Bogotá ganara los comicios. Esas antiguas palabras no presagian los mejores vínculos.

Más allá del desagrado mutuo y la posibilidad de que se profundice o disimule, existe un asunto puntual que el trumpismo no pasará por alto: en 2023, unos 16.000 migrantes colombianos atravesaron la selva del Darién para llegar, con una escala inevitable en México, a Estados Unidos. La cifra no se ha reducido este año. La diáspora colombiana en EEUU es de 1.641.000 personas, incluyendo a los llamados "indocumentados". De ese total, 923.000 son originarios de Colombia.

Granma, el organo oficial del Partido Comunista de Cuba se preguntaba en las vísperas como una persona "acusada y sancionada de delitos graves" como Trump podía volver a la presidencia. Y aunque la publicación oficial no establecía mayores diferencias los demócratas, actualmente en el Gobierno, y sus sucesores republicanos, La Habana se prepara para mayores rispideces y sanciones que, de concretarse a partir de 2025, agravarían más las penurias de la isla. 

Por el contrario, para el salvadoreño Nayib Bukele, los cambios en Estados Unidos son motivo de celebración. "Felicitaciones al presidente electo de los Estados Unidos. Espero que Dios te bendiga y te guíe", hizo saber. Los trumpistas latinoamericanos, en Chile especialmente, quieren también subirse a esta ola de transformaciones.