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Vista de Moscú desde la noria Sol de Moscú.

Vista de Moscú desde la noria Sol de Moscú. / Àlex Bustos

Moscú

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Es habitual ver negocios nuevos, casas nuevas y barrios que se ponen patas arriba para cambiar radicalmente. Moscú vive rápido y no duerme, y esa frase también se aplica en la construcción. Desde los años 90, cuando la ciudad vivía su peor época tras el colapso de la Unión Soviética, la capital rusa ha cambiado mucho gracias a sus constantes reformas, al esfuerzo de muchos ciudadanos del Cáucaso y Asia Central (que incluso trabajan de noche) y a la obsesión de las autoridades de nunca dejar de construir.

Los barrios cambian, las casas viejas se cambian por otras con el doble de plantas. En 2012 incluso Moscú ganó más de 1.300 kilómetros cuadrados de término municipal cuando absorbió los distritos de Nuevo Moscú y Troitski. A diferencia de otras capitales europeas, limitadas por su geografía, la capital rusa puede expandirse a lo ancho debido a su ubicación en la llanura europea oriental, donde el terreno es prácticamente plano a lo largo de miles de kilómetros. Es por ello que sin cesar las ciudades dormitorio de su alrededor crecen como champiñones, para absorber todos aquellos originarios de provincias que quieren probar suerte en la capital del país, que llega a tener hasta el 10% de la población del país, cerca de 14 millones, una cifra nada desdeñable en un estado de 142 millones de habitantes y el más extenso del mundo. Aunque algunos moscovitas creen que la ciudad como tal podría crecer nuevamente en el futuro, no hay ningún plan oficial confirmado.

Las 'jurshovkas'

Dentro del término municipal, de más de 3.000 kilómetros cuadrados, pocos barrios mantienen su esencia durante mucho tiempo. Es por ejemplo el caso de los barrios de “jrushovkas” (casas de cinco pisos de la época soviética), o el de las islas de casa de la calle Baltiskaya número, en el noroeste de la ciudad. Estas casas fueron el hogar de centenares de familias hasta 2019, cuando se les expulsó con previsión de que en la zona se construyeran grandes rascacielos de viviendas, más altos y nuevos. Aún y así, en 2024 todavía no se han derribado los viejos edificios y quedaron como edificios fantasma. Los antiguos vecinos denunciaron entonces la poca transparencia del proceso de expulsión del inmueble y las calidades de los edificios nuevos donde se les realojó.

Viviendas abandonadas en Baltiskaia

Viviendas abandonadas en Baltiskaia / Àlex Bustos

Confirma Andrei, uno de los trabajadores de un local cercano, que hace tiempo que esos bloques están vacíos. “En esos bloques ahora no vive nadie. Les echaron hace unos años pero por ahora no han construido nada” explica. Añade que “se supone que iban a construir un montón de cosas nuevas que iban a mejorar el barrio, aunque los viejos edificios no tenían ningún problema”. En otro barrio de la ciudad, en la calle Ivano Franko, sucedió exactamente lo mismo con la diferencia de que ya se empezaron a construir los edificios nuevos.

Una inmobiliaria moscovita,Visotski Estate, publicó un artículo en redes sociales en la que explicaban que actualmente todos los edificios proyectados en la actualidad superan los 30 pisos de altura, mientras que hace 20 años era raro que un bloque de viviendas tuviera tantas plantas. Para que Moscú sea cada vez más cercana al cielo, cada vez se ven más escenas parecidas a las de Baltiskaya: barrios viejos dejan paso a los nuevos, con grúas altas cuando empiezan las obras, que en ocasiones se alargan incluso durante la noche.

Obras en la carretera

En Moscú nunca hay un trozo de asfalto mal puesto, pues es muy común ver calles que están siendo reasfaltadas, algo que resulta incómodo para los conductores de una ciudad ya de por sí colapsada en algunas de sus calles principales. Dicen las malas lenguas que el alcalde de la ciudad, Serguéi Sobyanin, es el primer interesado en que nunca falte un asfalto perfecto. “Algunos dicen que ue eso es porque tiene vínculos con empresas de construcción”, comenta Yevgueni, un moscovita.

Edificios en construcción en la calle Ivano Franka

Edificios en construcción en la calle Ivano Franka / Àlex Bustos

Aunque los moscovitas están divididos ante las obras y el poco respeto a las propiedades históricas, la ciudad se ha modernizado a pasos agigantados tras una época traumática en la que s los edificios y las calles languidecían en un contexto difícil. Un conductor de Moscú, Andrei, asegura que “por un lado (estas obras) son algo necesario”. Añade que “por otro lado, empezaron a construir nudos viarios todas partes al mismo tiempo, por lo tanto se acumulan muchos coches en los atascos, sobretodo los jueves y viernes”.

Más allá del perfeccionamiento, algunas de las calles del corazón de la ciudad necesitan anualmente una renovación por algo poco usual: las orugas de los tanques del desfile del 9 de mayo, el día de la Victoria, rasgan el asfalto de calles céntricas como Tverskaya y acaba siendo necesario arreglarlo. Esto no siempre es del agrado de los conductores, que ven poco práctico el estar algunos días sin poder circular por las principales arterias de la ciudad por los preparativos de la festividad y por sus consecuencias. 

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