Sin precedentes

Tres gramos de explosivos del Mossad en 5.000 buscas: así preparó Israel el ataque contra Hizbulá en Líbano

DIRECTO | Última hora de la guerra entre Israel y Hamás, en directo

Gold Apollo dice que 'buscas' que estallaron Líbano son fabricados por empresa con sede Hungría

Europa Press

Andrea López-Tomàs

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Las horas pasan pero aún quedan muchas incógnitas por resolver. Los libaneses miran con recelo sus teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos de comunicación. El martes por la tarde, miles de buscas explotaron al unísono en diferentes puntos del país, provocando, a su vez, millares de heridos. 11 personas murieron como resultado de las detonaciones. Entre ellas, hay una niña de 10 años y un niño de ocho. Durante la noche, el sonido de las ambulancias ha seguido acompañando el recuerdo de una noche que ha dejado a todo un país en vilo. Hizbulá y el gobierno libanés apuntan a los servicios secretos israelíes como culpables, mientras estos callan. La sociedad libanesa, traumatizada por uno de los mayores ciberataques de la historia, tacha el ataque indiscriminado de “terrorismo” y lo empieza a considerar otro posible crimen de guerra cometido por Israel.

Hizbulá habría pedido 5.000 buscapersonas a la empresa Gold Apollo de Taiwán. Esta firma ha negado cualquier responsabilidad, alegando que los dispositivos fueron fabricados y vendidos por la empresa húngara BAC que tiene licencia para usar su marca. “El producto no era nuestro, lo único que tenía era nuestra marca”, ha dicho el fundador de Gold Apollo, Hsu Ching-Kuang, a los periodistas en su sede en Nuevo Taipéi. La teoría más fiable la mañana después del ataque es que, en algún momento del proceso de producción, varios gramos de explosivos fueron implantados en los buscas. Según revelaciones de una importante fuente de seguridad libanesa y otra fuente a la agencia Reuters, la agencia de espionaje israelí Mossad estaría detrás de la colocación de explosivos dentro de los 5.000 buscapersonas importados por el grupo libanés meses antes de las detonaciones del martes.

Ataque a la desesperada

“El Mossad introdujo una placa dentro del dispositivo que contiene material explosivo que recibe un código; es muy difícil detectarlo por cualquier medio, incluso con cualquier dispositivo o escáner”, ha dicho a Reuters una fuente de seguridad libanesa de alto rango. Aún no ha quedado claro donde tuvo lugar la manipulación. Esta fuente afirma que 3.000 de los buscapersonas explotaron cuando se les envió un mensaje codificado, activando simultáneamente los explosivos. Esta remesa de dispositivos habría llegado al Líbano a principios de año, por lo que los tres gramos de explosivos escondidos en su interior habían pasado “desapercibidos” por Hizbulá durante meses. Varias fuentes han reconocido a la prestigiosa agencia de noticias británica que el complot parece haber estado preparándose durante muchos meses.

Los servicios de inteligencia israelíes querían en un principio detonar los buscapersonas como golpe inicial en una guerra total contra Hizbulá, según ha informado el medio estadounidense Axios, citando a funcionarios estadounidenses e israelíes. Sin embargo, decidieron actuar con rapidez cuando un miembro de Hizbulá empezó a sospechar de los dispositivos y planeó alertar a sus superiores, ha desvelado en una exclusiva el portal Al-Monitor, especializado en información de la región. Unos días antes del ataque, otro miembro del grupo empezó a sospechar que los dispositivos habían sido manipulados y fue supuestamente asesinado. Según Al-Monitor, al enterarse de las sospechas, los dirigentes israelíes habrían considerado lanzar una guerra a gran escala de inmediato para que el ataque con el buscapersonas fuera el primer golpe. A su vez, también consideraron dejar las cosas como estaban, incluso a riesgo de que la operación se viera comprometida.

Teléfonos enterrados

Ya en febrero, el líder de Hizbulá, Hasán Nasrallah, advirtió a sus partidarios del peligro que entrañaban sus teléfonos móviles. Los consideró más peligrosos que los espías israelíes y les ordenó que los rompieran, enterraran o encerraran en una caja de hierro. A cambio, el grupo libanés empezó a distribuir buscas a los miembros de las distintas ramas de la milicia que también es uno de los partidos políticos más poderosos del Líbano. No sólo los combatientes contaban con un busca, sino que sus trabajadores civiles y personal médico recibieron uno. Por eso, entre las víctimas, se cuentan numerosos civiles, incluidos familiares, mujeres y niños, de miembros de Hizbulá que estaban cerca del dispositivo cuando detonó.

Muchos de los supervivientes han denunciado un sobrecalentamiento del busca previo a la explosión, debido a que los explosivos habrían sido implantados junto a la batería de cada uno de los mensáfonos. A través de un mensaje falso, que supuestamente provenía de la cúpula de Hizbulá y que hacía emitir un pitido durante varios segundos, los usuarios pinchaban en él, activando los explosivos. Son muchas las voces que empiezan a alertar de los riesgos que una operación de esta envergadura tiene para el terreno de la ciberseguridad. Además, el carácter indiscriminado del ataque –los buscas explotaron en lugares públicos, sin consideración de a quién podría afectar, ni los posibles daños colaterales en civiles– puede hacer que sea considerado un grave crimen de guerra y un supuesto acto de terrorismo producido por Israel.

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