Guerra en el este de Europa

Ucrania destruye tres puentes en la región de Kursk y abre un nuevo frente en la frontera con Rusia

La maniobra envolvente pretende crear una gran zona tapón aislada del territorio ruso donde capturar a soldados del Kremlin que puedan ser intercambiados

Un edificio dañado en Kursk por la incursión de las tropas ucranianas, este lunes.

Un edificio dañado en Kursk por la incursión de las tropas ucranianas, este lunes. / EFE / STRINGER

Marc Marginedas

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Barcelona
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Las fuerzas ucranianas continúan avanzando en la región de Kursk y reforzando sus posiciones en territorio ruso. En los últimos días, las tropas atacantes han destruido tres puentes que cruzaban el río Seym, dificultando el aprovisionamiento y hasta aislando a las fuerzas rusas que intentan frenar la incursión ordenada por el Gobierno de Kiev con dos semanas de vida. Mientras el presidente Volodímir Zelenski declaraba que los objetivos de su Ejército se estaban cumpliendo, en Moscú, voces autorizadas como el ayudante presidencial Yuri Ushakov descartaban de plano cualquier tipo de negociación mientras hubiera soldados extranjeros ocupando territorio ruso.

Este lunes por la tarde, la parte rusa informó de la destrucción de un tercer puente que cruza el mencionado caudal, que desemboca en el río Desma antes de entregar sus aguas al Dniéper, dejando prácticamente aisladas a las tropas rusas. Tan solo les queda una salida, un puente de pontones junto a la localidad de Glúshkovo. Todo ello, combinado con la nueva incursión que han lanzado los militares ucranianos en otro punto de la frontera común a unos 35 kilómetros del primer punto de penetración, donde ya se han hecho con el control de unos 11 kilómetros cuadrados de territorio, permite ya entrever que lo que Kiev pretende es crear una bolsa aislada donde las tropas rusas no se puedan defender. Según ha adelantado el bloguero militar ucraniano Petró Shulikov, la mayor parte del distrito de Glúshkovo ha quedado cercado y caerá "en los próximos días".

"Estamos alcanzando nuestros objetivos en Kursk", ha proclamado, visiblemente satisfecho, el jefe del Estado ucraniano. En dos semanas de ataque, cerca de 1.150 kilómetros cuadrados y ocho decenas de localidades han pasado a ser controladas por las fuerzas atacantes, es decir, el mayor avance territorial logrado en la guerra de Ucrania por un bando en liza desde otoño de 2022, cuando las fuerzas rusas se retiraron del margen occidental del río Dniéper, incluyendo la ciudad de Jersón. Además, tal y como informan el rotativo 'The Wall Street Journal' y el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), la ofensiva ha obligado a retirar soldados de otros puntos del frente y a enviarlos a Kursk. El redespliegue afectaría, de acuerdo con la misma fuente, a 5.000 efectivos procedentes de la Brigada Pyiatnashka, adscrita a la República Popular de Donetsk, a la Brigada 200 Motorizada procedente de la región de Leningrado, algunos de cuyos miembros estaban luchando en las proximidades de la localidad de Chasiv Yar, en el Donbás.

Un ánimo muy diferente reinaba en Moscú, donde con el paso de los días ha quedado claro que los mandos militares y políticos habían sido pillados a contrapié. El ayudante presidencial Yuri Ushakov ha descartado por completo mantener negociaciones, tal y como solicitaba el mandatario ucraniano. "En la fase actual, dada esta aventura, no hablaremos", ha declarado a la prensa rusa, antes de puntualizar: "sería totalmente inapropiado". El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha acusado a EEUU de estar al tanto de los planes ucranianos de atacar territorio ruso. Zelenski "no se habría atrevido" atacar Rusia sin el visto bueno de Washington, ha acusado.

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