Estados Unidos
Muere la senadora estadounidense Diane Feinstein a los 90 años

Muere la senadora estadounidense Diane Feinstein a los 90 años /
En tiempos de polarización radical pocas cosas unen a demócratas y republicanos estos días en Estados Unidos pero esa unión ha llegado este viernes cuando se ha conocido la noticia de la muerte de la senadora demócrata Dianne Feinstein, quizá el mejor ejemplo de su legado como una figura destacada del centrismo. Feinstein, que a los 90 años era la persona de más edad en la Cámara Alta, y cuyos evidentes problemas cognitivos y físicos en los últimos tiempos habían echado leña al fuego del debate sobre la gerontocracia, falleció el jueves por la noche en su casa de Washington por causas que no se han hecho públicas.
Feinstein murió horas después de emitir un último voto a favor de legislación para tratar de evitar el inminente cierre operativo del gobierno que se cierne sobre Washington. Y ahora su relevo será nombrado por el gobernador de California, Gavin Newsom, que había anunciado que si llegaba el momento nombraría a una mujer negra para el cargo.
Pionera
“Pionera” es uno de los adjetivos que más se han repetido para rendir homenaje a Feinstein, que antes de convertirse en 1992 en la primera senadora que representaba a California fue también la primera alcaldesa de San Francisco, un cargo al que llegó después de dos intentos frustrados al ser ascendida tras el asesinato en 1978 del alcalde George Moscone y del supervisor municipal y activista gay Harvey Milk.
Tras un intento fallido de convertirse en gobernadora llegó al Senado en 1992, el conocido como “el año de la mujer”, cuando numerosas demócratas fueron elegidas para las cámaras tras las sesiones de confirmación del juez del Supremo Clarence Thomas y el testimonio de acoso en su contra de Anita Hill. Y Feinstein se hizo fundamental en la Cámara para que que viera la luz el primer veto federal a las armas de asalto que firmó en 1994 Bill Clinton que estuvo en vigor una década. La causa del control de armas fue una de las que marcó su carrera.
Feinstein en 2009 se convirtió en la primera mujer que presidía el Comité de Inteligencia del Senado. Y desde allí supervisó la realización del informe que, en 2014, desveló con toda crudeza las cárceles secretas y las torturas que EEUU utilizó tras los atentados del 11-S, denunciando que las acciones de la CIA fueron “una mancha en nuestros valores y nuestra historia”.
Su historial en materias de guerra e inteligencia, no obstante, es mixto. Había votado a favor de la autorización de la guerra de Irak, fue una de las más firmes defensoras de la CIA y defendió los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional que salieron a la luz gracias a las revelaciones de Edward Snowden, filtraciones que ella tildó de “acto de traición”.
Feinstein dio también giros en su carrera sobre la pena de muerte, que apoyó hasta 2018, y a menudo enfureció a los progresistas con su agenda de ley y orden. Y aunque ha dejado un legado como promotora de leyes antidiscriminación y derechos de la comunidad LGBT, su visiones personales estuvieron marcadas durante mucho tiempo por su formación católica. Hija de un refugiado judío polaco, había sufrido una infancia difícil de abuso por parte de su madre, alcohólica y con problemas mentales; tuvo que encargarse de cuidar a sus dos hermanas pequeñas y tuvo también que criar en solitario a la hija del primero de sus tres matrimonio, que acabó en divorcio.
En 2018, como principal demócrata en el comité judicial del Senado, Feinstein se vio en el centro de una polémica durante la confirmación del juez del Supremo Brett Kavanaugh, pues guardó durante semanas una carta que le había enviado Christine Blasey Ford en la que acusaba a Kavanaugh de una agresión sexual en la adolescencia. Aunque Feinstein defendió que mantenía la confidencialidad que le había pedido Ford, muchos activistas progresistas le culparon por no haber desvelado antes las acusaciones contra Kavanaugh. Dos años después, su papel en la confirmación de Amy Coney Barrett también fue muy criticado por los progresistas.
Noticias relacionadasPara entonces ya se habían empezado a poner en cuestión sus capacidades cognitivas, y resonaban las voces que le pedían que abandonara el Senado, pero Feinstein se resistió, aunque decidió poco después abandonar su puesto en el comité judicial.
En febrero de este año finalmente anunció que no buscaría la reelección, aunque prometió acabar su mandato. Sufrió luego un episodio de herpes zóster con otras complicaciones que le mantuvieron casi tres meses alejada de la Cámara, a la que volvió en mayo con los problemas físicos y cognitivos agudizados.
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