Crisis en el país sudamericano

Cristina Kirchner renuncia a competir en las urnas pero se mantiene como referente político

El peronismo, huérfano tras el nuevo rechazo de Cristina Kirchner a ser candidata a la presidencia

Celebración en Buenos Aires del 20 aniversario de la llegada al poder de Néstor Fernández de Kirchner.

Celebración en Buenos Aires del 20 aniversario de la llegada al poder de Néstor Fernández de Kirchner. / NATALIA FAVRE / BLOOMBERG

Abel Gilbert

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"¿Por qué creen que me odian, me persiguen y me proscriben? Hagan lo que hagan, me quieran matar o meter presa, nunca voy a ser de ellos. Yo soy del pueblo y de ahí no me muevo". Cristina Fernández de Kirchner puede renunciar a competir por la presidencia argentina y alentar a la renovación generacional del peronismo, el partido que gobierna este país en medio de una situación calamitosa que le augura una paliza electoral en octubre. Lo que no puede hacer la vicepresidenta es perder un centímetro de su centralidad política. Ella sigue siendo la voz tutelar de quienes la siguen y adoran con una intensidad que puede ser simétrica a la de aquellos que le desean el peor de los mundos. La política argentina es, en ese sentido, un juego de suma cero, donde las ganancias de un jugador se equilibran con las pérdidas de otro.

"Muchas gracias, por tanto, amor, es lo que me ha sostenido", les dijo a miles de seguidores el pasado jueves. Casi medio millón de personas se reunió bajo la lluvia en la Plaza de Mayo, frente a la sede del Ejecutivo, para celebrar los 20 años de la asunción de su esposo, Néstor Kirchner, pero, también, a la espera de una señal que permita evitar la catástrofe en las urnas.

La locuacidad es un don de la vicepresidenta. Puede hablar sin leer un papel. No se trata, en su caso, de una simple predisposición a la oratoria. El kirchnerismo ha creado en estas dos décadas una dramaturgia, con sus puestas en escena adornadas de símbolos patrios y acompañadas por música de ídolos de rock. Cristina, como le dicen quienes a la adoran o desprecian, decidió en su última presentación pública acompañarse de sus nietos. Pero en ellos no deposita la responsabilidad de continuar una obra política. Fernández de Kirchner compartió el escenario con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, y los ministros del Interior, Eduardo 'Wado' de Pedro, y de Economía, Sergio Massa. Los tres son señalados como posibles candidatos presidenciales. Los tres se fueron a sus casas sin saber qué harán.

Los 20 años de kirchnerismo son objeto de distintos balances estos días. No podía faltar su propio inventario. Recordó en ese sentido que, en 2003, el PIB de este país era de 164.000 millones de dólares y que, en 2015, cuando concluyó su segundo mandato, había subido a 647.000 millones de dólares. "Pagamos durante 12 años y medio 100.000 millones de deuda en dólares que no habíamos contraído nosotros. ¿Fue magia? ¿Somos unos genios? No, fue el modelo de construcción de la sociedad, un modelo de producción, de valor agregado, de inclusión social, de sostenimiento de la industria nacional, de buenos salarios. Porque no es pecado pagar buenos salarios, al contrario, es de buenos cristianos", argumentó la vicepresidenta.

Crisis y culebrón

Las exaltaciones del pasado reciente se dan de bruces con la realidad de un Gobierno cuyo presidente, Alberto Fernández, ungió en 2019 con su dedo providencial. Argentina tiene la peor inflación de los últimos 30 años, una pobreza superior al 40%, un salario mínimo un 35% por debajo del de 2015 y un horizonte de catástrofe financiera permanente.

La vicepresidenta no se habla con el presidente. Ambos escenificaron un largo culebrón, matizado de desavenencias políticas, rencores indisimulables y humillaciones cruzadas. Todo ha concluido en una sonora ruptura en plena gestión. Fernández no estuvo presente en el masivo acto en homenaje a Néstor Kirchner. No fue siquiera invitado. La vicepresidenta le reprocha especialmente no haber tenido coraje para enfrentar el problema del endeudamiento externo que había dejado su antecesor, el derechista Mauricio Macri.

El actual Gobierno peronista renegoció 45.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo condiciones de austeridad que se han vuelto insostenibles en medio de una crisis económica ahondada por una sequía histórica. "A pesar de las diferencias y de los errores este Gobierno es infinitamente mejor de lo que hubiese sido otro de Macri", dijo con una dosis de indulgencia.

Fuera del juego electoral

Fernández de Kirchner no quiere participar del juego electoral porque cree que será "proscrita". Sobre ella pesa una condena en primera instancia a seis años de prisión e inhabilitación permanente a ejercer cargos públicos. "Me proscriben porque nunca fui de ellos, yo soy del pueblo", dijo sobre su la causa judicial por corrupción en la obra pública que debe ser confirmada por instancias judiciales superiores. La vicepresidenta se siente sentenciada de antemano. "Esta Corte (Suprema) es un verdadero mamarracho" porque está manejada, dijo, por "una camarilla indigna para la historia argentina".

Fernández de Kirchner pide una solución "política" conjunta al problema de la deuda del FMI y un control de los recursos estratégicos, como el litio. Insta, después del intento de magnicidio, cuya investigación critica con severidad, a que los argentinos renueven el "pacto democrático" y construyan un "capitalismo en serio". Sus seguidores le reclaman mayor iracundia, que sea una suerte de 'Pasionaria' peronista. Le demandan que se presente a las elecciones y frene el ascenso de la ultraderecha que se alimenta del descontento social. Ella expresa su fastidio por esa "letanía". Los kirchneristas siguen no obstante apostando por un milagro imposible: que revise su decisión de no competir en octubre.

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