Violencia y seguridad
El fantasma de Bukele recorre América Latina
Las políticas del presidente salvadoreño comienzan a encontrar adeptos en distintos países sudamericanos donde antes se reivindicaba al brasileño Bolsonaro
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Un fantasma recorre América Latina, el de Nayib Bukele. Atraviesa amenazante el espacio vacío que dejó el brasileño Jair Bolsonaro. La puesta en escena de la cárcel que Bukele levantó en las afueras de San Salvador y su recurrencia al estado de excepción y la mano dura comienzan a tener adeptos en la región. A veces se lo invoca, en otras, se lo sugiere.
La ministra de Interior chilena, Carolina Tohá, se reunió el pasado viernes con las autoridades parlamentarias con el propósito de avanzar en la agenda legislativa en materia de seguridad. La premura está relacionada con las muertes de tres policías en menos de un mes. El último de los episodios involucró a dos inmigrantes venezolanos. El Gobierno y la oposición han expresado su voluntad de consensuar varias iniciativas como la creación de un ministerio de Seguridad así como modificaciones administrativas que permitirán expulsar migrantes ilegales y determinar los beneficios de la libertad provisional. En medio de los debates, se hizo presente la figura espectral de Bukele. El líder del espacio ultraconservador, José Antonio Kast, fue el primero en reivindicar ejemplaridad. El presidente Gabriel Boric, en cambio, había criticado la "deriva autoritaria" de su colega. A su criterio "enfrentar un problema que es gravísimo" como el de las maras "no se puede hacer restringiendo la democracia". El salvadoreño respondió con un video de Tiktok en el que una mujer chilena lo propone como opción presidencial, aunque confunde su nombre y lo llama "Ukalele".
Lo que quizá no esperaba Boric es que irrumpiera en la escena de ese país un alcalde al que han comenzado a llamar "el Bukele chileno”. Se trata de, Rodolfo Carter, quien está al frente de una comunidad de la periferia de Santiago, de unos 400.000 habitantes. El mote le llegó después de que promoviera la demolición de casas que supuestamente pertenecían a una banda de narcotraficantes, en medio de las protestas de algunos vecinos.
El caso argentino
Su sombra también ha sobrevolado Rosario, la segunda ciudad argentina, que semanas atrás adquirió relevancia internacional por las amenazas de un grupo narco contra Leo Messi, hijo pródigo de esa urbe, y su familia. La violencia narco se ha instalado con recurrencia letal en Rosario en las últimas dos décadas. La precandidata presidencial de la derecha, Patricia Bullrich, promete recurrir a los militares para solucionar un problema que se ha vuelto estructural. Exministra de Seguridad del presidente Mauricio Macri (2015-2019), Bullrich promueve la vía punitiva en su máxima dureza para enfrentar un problema que también se extiende en otras provincias. Javir Milei, el émulo argentino de Vox y tercero en las encuestas de cara a los comicios de octubre, defiende la libre portación de armas. El abogado Fernando Burlando, aspirante a la gobernación bonaerense en octubre por ese espacio conservador, ha decidido mirarse en el espejo salvadoreño sin ruborizarse. "Y no me importa lo que digan los organismos internacionales", dijo.
Petro contra Bukele
El presidente colombiano Gustavo Petro ha polemizado en duros términos con Bukele por su modelo carcelario, al que calificó de campo de concentración. Pero la retórica del salvadoreño no se demoró en encontrar adeptos entre aquellos que consideraban al expresidente Álvaro Uribe el adalid colombiano y regional de la mano dura. La revista Semana habló del "milagro" salvadoreño. Dos uribistas iracundos, el congresista del Centro Democrático, José Jaime Uscátegui, y su hermano, Julián Uscátegui, coordinador de un movimiento de ultraderecha, invitaron incluso a Bukele para que visite el país.
Desde octubre pasado, Lima es gobernada por el ultraderechista y numerario del Opus Dei, Rafael López Aliaga. Una de sus banderas es el incremento de las medidas represivas en una ciudad donde 2022 a lo largo de 2022 fueron arrestadas más de 11.000 personas por cometer distintos delitos. "El plan Bukele ha hecho un milagro en El Salvador. Estamos en contacto con su equipo de seguridad y queremos implementar algo similar", llegó a decir. López Aliaga, quien también siente como suyos los cantos de sirena de Voz, articula en un mismo discurso la mano dura y la desacreditación de toda política de la memoria en un Perú que se desangró en los años ochenta durante los enfrentamientos entre el grupo terrorista Sendero Luminoso y el Estado que provocaron miles de muertos. El alcalde se atrevió a cerrar temporalmente el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social. "Es el momento de poner orden en la narrativa que nos quieren imponer, y encargar la gerencia de la narrativa (del LUM) a la Policía y las Fuerzas Armadas, de la historia real que hay que contar a los jóvenes para que sepan lo que pasó realmente".
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