Polémica en el país

"Caiga quien caiga", la cruzada anticorrupción que sacude al corazón del poder en Venezuela

Maduro se ha puesto al frente de la cruzada, pero la oposición y exaliados dicen que el presidente no es ajeno a la trama

Tarek William Saab

Tarek William Saab / Carlos Becerra/Bloomberg

Abel Gilbert

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"Corrupción", es la palabra que resuena en Venezuela con aires indignados. El Gobierno de Nicolás Maduro no deja de repetirla en todas sus instancias desde que salió a luz una trama enquistada en la industria petrolera y otras ramas del Estado y el partido oficial. El fiscal general, Tarek William Saab, ha informado que hasta el momento han sido arrestadas 51 personas involucradas en un caso gigantesco. Se calcula que la estatal PDVSA, el corazón y el mismo cuerpo de la economía de ese país, ha perdido miles de millones de dólares por ríos de crudo que fueron entregados a particulares solo en los últimos dos años, y cuyos pagos nunca fueron incorporados a sus arcas. El escándalo obligó a dimitir a Tareck El Aissami, el ministro de Petróleo y un estrecho colaborador de Maduro.

El propio mandatario se ha convertido en el portavoz de esta ira en la que se mezcla el desvío de dinero con una vida libertina. El envilecimiento público y el sexo desaforado parecen ir de la mano, según el presidente. Parte de los detenidos, integrantes de la élite, no solo acumulaban riquezas, sino que realizaban "orgías terribles" en sus "mansiones" en la urbanización del Chacao y el este de Caracas. "Habrá que contar todo esto", proclamó.

El pasado 17 de marzo, el madurismo puso en escena la cruzada anti corrupción. Ese día comenzaron a ser detenidos funcionarios del poder judicial, PDVSA y algunas alcaldías municipales. El brazo de la ley llegó hasta los responsables del ente público de criptoactivos creado para burlar las sanciones norteamericanas. También fueron detenidos ocho integrantes de la cúpula de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), un conglomerado de empresas públicas de recursos mineros, forestales y eléctricos, y el presidente de la Siderúrgica del Orinoco, todos ellos acusados de haber malversado fondos.

El abrupto giro ético del Palacio de Miraflores fue bautizado como "caiga quien caiga", una consigna que sugiere la posibilidad de sorprendentes hallazgos delictivos en la cima del poder. Por lo pronto, la Asamblea Nacional ha aprobado por unanimidad la Ley de Extinción del Dominio que permitirá pasar al Estado los bienes adquiridos con dinero de la corrupción. La propuesta había sido presentada por el número dos del madurismo, el diputado, Diosdado Cabello. "Nuestro pueblo confía en nosotros. No va a haber perdón", dijo el también vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Incredulidad y temor

La oposición desacreditó en su conjunto la operación “caiga quien caiga”. El precandidato presidencial Henrique Capriles atribuyó los desfalcos a un modo de ejercer el poder. "Este pueblo ha sufrido demasiadas consecuencias de quienes nos gobiernan y no tiene sentido seguir agregando a ese sufrimiento. Está hasta el cansancio demostrado que esa política fracasó y sólo le ha servido a Maduro".

Rafael Ramírez fue 12 años ministro de Petróleo, gran parte de ellos a las órdenes del fallecido presidente Hugo Chávez. Luego ocupó cargos estratégicos con Maduro, hasta que separaron sus caminos. Ramírez, quien se ha exiliado en Italia, y cuya extradición es reclamada por las autoridades venezolanas, consideró que el presente escándalo es sólo una "pelea entre oligarcas". A su juicio, Maduro es arte y parte de lo que sacude al país. "No se trata de funcionarios que evadieron los controles existentes, sino que desde el mismo Gobierno se quitaron todos los controles que existían". Las decenas de personas arrestadas son "chivos expiatorios" y "faltan las cabezas" de este esquema ilegal.  Ramírez compara lo que ocurre en Venezuela con el colapso de la Unión Soviética, momento en que "los jerarcas del partido" comunista se repartieron las empresas y devinieron, a partir de 1991, lo que se conoce en la actualidad como los "oligarcas rusos".

La analogía con la experiencia soviética fue señalada en el diario oficialista Últimas Noticias por una de sus principales firmas, Luis Britto García. "La forma de acabar con el socialismo es infiltrar con neoliberales sus dirigencias". Pero a la vez, García alertó sobre los efectos de estas prácticas en una sociedad empobrecida. "La corrupción rompe el saco cuando desgasta la credibilidad de las excusas en nombre de las cuales se ejerce".

Nada nuevo bajo el sol

Luis Romero, columnista del portal de izquierdas Aporrea, expresó su escepticismo en relación a los alcances de la actual cruzada moral. "En un país como el nuestro, donde la corrupción estatal y empresarial campea con total descaro e impunidad, siempre será llamativo que el mismísimo Gobierno nacional encabece una ofensiva anticorrupción". Esto es así, de acuerdo con Romero, porque "los distintos grupos de poder que componen el Gobierno han –literalmente– saqueado el erario público para su propio beneficio, lo que ha llevado al surgimiento de una capa de nuevos ricos que, además de fugar parte de sus botines a paraísos fiscales, lavan capitales en el país presentándose como los nuevos ´héroes` empresariales sobre los que descansa el futuro nacional".

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