Oleada de protestas

La movilización de los jóvenes aporta savia nueva a las protestas en Francia

Los sindicatos quieren mantener la presión contra la reforma de las pensiones con la implicación creciente de estudiantes de secundaria y universitarios

Un grupo de jóvenes durante una manifestación contra la reforma de las pensiones, el pasado viernes en París.Un grupo de jóvenes durante una manifestación contra la reforma de las pensiones, el pasado viernes en París.

Un grupo de jóvenes durante una manifestación contra la reforma de las pensiones, el pasado viernes en París.Un grupo de jóvenes durante una manifestación contra la reforma de las pensiones, el pasado viernes en París. / JULIEN MATTIA / DPA

Enric Bonet

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"Retirada o bloqueo". Con pancartas, vallas de circulación y contenedores de basura, la Universidad París Dauphine ofrecía este lunes por la mañana un aspecto inhabitual. Por segunda vez en su historia, los accesos a esta facultad del oeste de la capital francesa han quedado bloqueados por centenares de sus estudiantes movilizados contra la impopular reforma de las pensiones, que sube la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa).

"Incluso Dauphine, que es conocida por sus estudios económicos y su tradición conservadora, está movilizada contra esta medida", explica a EL PERIÓDICO Maria, de 23 años, una estudiante en un máster de Finanzas. Igual que más de un centenar de sus compañeros, esta militante del sindicato estudiantil UNEF se concentró delante de esta Universidad situada en el distrito XVI (oeste) de París, uno de los más adinerados de la capital. La aprobación de la reforma "con el 49.3 —un polémico decreto gubernamental— ha demostrado que este Gobierno no quiere escuchar al pueblo". "Un sentimiento de abandono que resulta aún más fuerte entre los jóvenes, que se sintieron abandonados durante la gestión de la pandemia del covid-19", añade. 

Desde el anuncio del 'decretazo' el 16 de marzo, los jóvenes ganaron en protagonismo en la oleada de protestas, la más multitudinaria en el siglo XXI en el bullicioso país vecino y en que los estudiantes habían tenido un rol secundario hasta entonces. Las manifestaciones espontáneas con disturbios se repitieron en París y otras grandes ciudades durante una semana. Estas violencias urbanas, sobre todo con incendios de bolsas de basura y que conllevaron una dura respuesta por parte de la policía, representaron la punta del iceberg de la fuerte movilización de los jóvenes. 

Una implicación creciente

Esta mayor presencia de estudiantes fue una de las claves del aumento del número de manifestantes en la huelga general del jueves pasado, en que se batieron récords de participación en París, Lyon o Toulouse. Los sindicatos confían en esta carta de la juventud para mantener la presión sobre el Gobierno de Emmanuel Macron en otra jornada de huelgas y manifestaciones en todo el país este martes. Representará la décima desde el 19 de enero. 

"Algunos analistas creían que las protestas del 23 de marzo serían el último cartucho de los sindicatos. Pero el aumento en el número de manifestantes y el efecto novedoso de los jóvenes hacen pensar que estas movilizaciones están lejos de decaer", explica el sociólogo Karel Yon, especialista en el movimiento sindical. Según este investigador en el CNRS y la Universidad de Nanterre, para los jóvenes "quizás el tema de las jubilaciones les parece lejano, pero en cambio son mucho más sensibles a la cuestión de la democracia. Ya había sucedido lo mismo con la 'Nuit Debout'", el intento galo para reproducir el movimiento de los indignados.

Unas 80 universidades y más de 400 institutos fueron bloqueados el pasado jueves. Los servicios de inteligencia calculan que esta implicación de los jóvenes podría duplicarse, o incluso triplicarse, este martes. Más simbólica, pero no por ello menos relevante, es la presencia en las protestas de 'influencers' vinculados a universos a las antípodas de la política, como la telerrealidad. O la emisión más vista en Twitch el 20 de marzo fue una dedicada a la moción de censura, que el Gobierno de Élisabeth Borne superó por apenas 9 votos.

"La juventud aporta dinamismo e imprevisibilidad al movimiento social", destaca Yon. En los últimos días, se observaron varios episodios de "convergencia de luchas". Por ejemplo, la llegada de centenares de estudiantes delante de un garaje de camiones de la basura en el sudeste de París para apoyar a los basureros, en huelga ilimitada desde el 7 de marzo y convertidos en un símbolo de las protestas. Unas imágenes que evocan el imaginario del Mayo del 68.

Divorcio entre los jóvenes y Macron

Los estudiantes del equivalente de 2º de Bachillerato terminaron el 22 de marzo varias pruebas de Selectividad. Eso les da ahora mucho más tiempo libre, lo que alimenta la posibilidad de una primavera estudiantil. "Hacía tiempo que no veíamos a tantos estudiantes en la calle en Francia. No vamos a bajar los brazos. Si hace falta que nos manifestemos hasta junio, lo haremos", afirma Imane Ouelhadj, de 24 años y presidenta de la UNEF, fundada en 1907. Muchos de ellos se inspiran en lo que sucedió en 2006 con la creación de un contrato laboral más precario para favorecer la inserción laboral de los menores de 26 años. Las protestas de entonces forzaron al Gobierno de Jacques Chirac a retirar esa medida a pesar de haber sido aprobada en la Asamblea Nacional.

"Durante su primer mandato, Macron se presentaba como el presidente de los jóvenes. Pero la realidad es que hizo mucho menos por nosotros que sus predecesores François Hollande (socialista) o Nicolas Sarkozy (conservador)”, lamenta Ouelhadj, quien pone como ejemplo "las escasas subidas de las becas universitarias en los últimos años". La principal política del dirigente centrista para las nuevas generaciones ha sido el aprendizaje. El Estado destina unos 5.000 millones de euros a estos contratos subvencionados de jóvenes estudiantes (unos 800.000). Una medida que ha servido para disminuir el desempleo de los jóvenes, aunque continúa siendo elevado: del 17%, diez puntos superior al paro normal.

El Gobierno pospuso en los últimos meses aquellas medidas más explosivas para los jóvenes, ya que temía su implicación masiva en las protestas por la edad de jubilación. Por ejemplo, su Servicio Nacional Universal (SNU), una especie de "mili" —sin que comporte obligatoriamente una instrucción militar— que podría hacer obligatoria para todos los jóvenes en los próximos años, según una de las pistas que contempla la Administración. Los estudiantes movilizados reprochan, sin embargo, al partido de Macron que votara en febrero en contra en el Parlamento de una propuesta del Partido Socialista para mantener en un euro el precio de los comedores universitarios. "Esto ha acentuado la precariedad estudiantil en un momento en que muchos jóvenes llenan las colas de ayuda alimentaria", critica Maria, estudiante en París Dauphine.

A pesar de ser el presidente más joven de la historia de la Quinta República —llegó al Elíseo con 39 años y un discurso regenerador—, la presidencia de Macron ha estado marcada por un divorcio político con las nuevas generaciones. Hace un año, en la primera vuelta de las presidenciales, más del 30% de los menores de 34 años votaron por Jean-Luc Mélenchon, candidato de izquierdas, y solo un 20% de ellos para el presidente, quien obtuvo sus principales apoyos entre los mayores de 60 años. El actual pulso por las pensiones no solo refleja una fractura social, sino también generacional.