Sombra de sospecha
Shou Zi Chew, el sigiloso inversor que busca salvar TikTok
Antes de convertirse en la cara pública de la empresa para evitar su prohibición, el rol como banquero de este empresario singapurense fue clave para impulsar gigantes chinos como ByteDance, matriz de la plataforma
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
Lidera la aplicación más popular del mundo y, aún así, para la gran mayoría Shou Zi Chew es un completo desconocido. Esto empezó a cambiar el jueves, cuando el discreto director ejecutivo de TikTok trató de defender, ante decenas de congresistas demócratas y republicanos, la reputación de una plataforma que Estados Unidos podría prohibir por sus presuntos vínculos con China. Tras cinco horas bajo los focos, no convenció a nadie.
Hasta ahora, la directora de operaciones, Vanessa Pappas, era la cara visible de TikTok. Ella es quien acudía a los actos públicos del sector y quien ya había sido interrogada en el Congreso. Mientras tanto, Chew la ha pilotado desde Singapur, a miles de kilómetros de Washington. La compañía ha usado ese argumento para desestimar las acusaciones sobre sus lazos con Pekín. Aún así, no está claro cuánto poder de decisión ostenta Chew en realidad. Una docena de exejecutivos y exempleados de la empresa señaló a 'The New York Times' que está limitado y que quien lleva las riendas es en realidad Zhang Yiming, el multimillonario fundador del gigante chino ByteDance, la propietaria de TikTok.
Formación de élite
Chew nació en Singapur en 1983, hace 40 años. Se formó en la prestigiosa Escuela Hwa Chong, un centro de élite en el que aprendió a hablar mandarín e inglés con fluidez. Hizo el servicio militar, como la mayoría de hombres del país, y logró ascender al rango de oficial. Más tarde, se mudó a Europa para estudiar economía en la University College de Londres.
Aunque se le conoce por su faceta de ejecutivo tecnológico, este enigmático empresario empezó trabajando durante dos años en la estadounidense Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo (que además es accionista de ByteDance). Su periplo formativo también le llevó a cruzar el Atlántico. En EEUU, realizó sus prácticas en Facebook cuando el proyecto de Mark Zuckerberg aún era una startup y después se sacó un máster en administración de empresas en la reputada Harvard Business School.
Inversor en empresas chinas
Su experiencia como inversor en Goldman Sachs lo llevó a firmar como socio de DST Global, una influyente empresa de capital riesgo fundada en Hong Kong por el israelí Yuri Milner (renunció a su ciudadanía rusa en agosto de 2022), uno de los mayores inversores de Silicon Valley. En 2017, la investigación periodística internacional 'Paradise Papers' destapó que esta firma había servido como vehículo del Kremlin para invertir en redes sociales estadounidenses. DTS levantó un imperio multimillonario invirtiendo en prometedoras compañías de internet como Facebook, Twitter, Spotify, WhatsApp o Airbnb. Durante cinco años, Chew fue clave en expandir ese negocio impulsando la inversión en grandes empresas de China como Alibaba, Xiaomi o ByteDance.
En las altas esferas de poder los favores se cobran. En 2015, Chew fichó como director financiero de Xiaomi. La empresa tecnológica, conocida por haber popularizado su gama de teléfonos móviles, dijo entonces que el inversor singapurense "reconoció el valor de Xiaomi desde el principio". Chew también fue presidente de negocios internacionales de la compañía y la guió en su salida a bolsa en 2018.
Seis años después, en marzo de 2021, Chew se incorporó a la matriz propietaria de TikTok, en la que también había invertido, como director financiero. Sin embargo, dos meses después, el director ejecutivo de la plataforma, Kevin Mayer, dimitió abruptamente tras la acelerada presión de la Administración de Donald Trump para que ByteDance se deshiciese de su negocio en EEUU. Chew asumió el timón de la compañía esperando ser capaz de navegar en un océano de turbulencias geopolíticas.
Dos años después, Chew afrenta su misión más complicada. Este jueves no pareció convencer a Washington de que TikTok es un espacio seguro. Sin embargo, la impresión es muy distinta si se tienen en cuenta los cientos de mensajes de apoyo que está recibiendo de muchos usuarios. Si no puede seducir a las autoridades, la estrategia pasa por una agresiva campaña de relaciones públicas que movilice a los ciudadanos. En tan solo un día, la recién inaugurada cuenta de Chew en la plataforma ha pasado de tener 18.000 seguidores a casi 94.000. Aún así, esa maniobra podría no ser suficiente. TikTok está con el agua al cuello.
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