Primer día de Ramadán

Miles de presos palestinos en huelga de hambre consiguen mejorar sus malas condiciones de vida

Con sus estómagos vacíos, miles de reclusos han conseguido acabar con las medidas impuestas por el ministro ultraderechista Ben Gvir y han recuperado el reconocimiento de su movimiento nacional

"Muchos de los privilegios que hoy quieren retirarles a estos presos fueron conseguidos por huelgas de hambre y rebeliones dentro de las cárceles", cuenta un exprisionero político palestino

Choque entre palestinos y colonos israelís en el barrio de Sheij Jarrah.

Choque entre palestinos y colonos israelís en el barrio de Sheij Jarrah. / AMMAR AWAD / REUTERS

Andrea López-Tomàs

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En Palestina, las luchas se batallan con el estómago vacío. Alrededor de 4.700 presos palestinos en las cárceles del país hebreo han emprendido una huelga de hambre contra la creciente brutalidad de la ocupación israelí, coincidiendo con el primer día del mes sagrado del Ramadán. Pero antes de que la huelga se pudiera hacer masiva, las autoridades israelís han reculado y se han comprometido a mejorar las malas condiciones de vida en las prisiones. "Muchos de los privilegios que se les habían retirado a estos presos fueron conseguidos por huelgas de hambre y rebeliones dentro de las cárceles desde hace más de 60 años", afirma Mussa’ab Bashir, periodista y exprisionero político.

Uno de los más importantes fue la representación. "En cada prisión, los y las presas palestinas están divididos por partidos políticos y cada cámara, con su departamento, cuenta con un representante que se juntan en un comité donde hay miembros de todas las facciones políticas”, explica Bashir, ahora afincado en un pueblo de Zaragoza. Bajo el paraguas del Movimiento Nacional Palestino de las Cárceles Israelís, obligan a que sus demandas sean escuchadas. Tras años de lucha, la organización fue reconocida por el servicio de las cárceles israelís y el ministerio de Seguridad Interna, ahora llamado de Seguridad Nacional. 

Pero cuando llegó su polémico ministro al poder, el ultraderechista y racista Itamar Ben Gvir, los presos se dieron cuenta de que venían aún días peores. Con su llegada, se impusieron restricciones adicionales al acceso de los presos palestinos al agua corriente y al tiempo de ejercicio. Los tiempos de ducha se habían limitado y se habían cerrado panaderías para negarles el acceso a pan fresco. También ha aumentado el número de allanamientos, así como la cantidad de personas en régimen de aislamiento. Además de todas estas restricciones, Ben Gvir retiró el reconocimiento al Movimiento Nacional Palestino de las Cárceles Israelís.

"Es una retirada táctica por parte del gobierno israelí", señala Bashir. "No quieren que haya una huelga que sea una chispa en un ambiente ya de por sí cargado", añade. Israel lleva casi tres meses enfrascado en una de las peores crisis internas de su historia después de la llegada al poder de un Ejecutivo ultraderechista. Su polémica propuesta para reformar el poder judicial ha sacado a centenares de miles de personas a las calles abriendo una brecha jamás vista en la sociedad israelí. Por una vez, esto ha jugado a favor de los palestinos. "Necesitan tiempo para arreglar sus problemas internos, sabiendo que no van a tener suficiente personal para intervenir en las cárceles por todo lo que está sucediendo", aclara el exprisionero político.

Amenazados por Ben Gvir

"Después de encontrarnos solos frente a la muerte y el olvido, luchando contra lo imposible como prisioneros sitiados hasta el final, entre las fauces del abandono y los colmillos del colonial Ben Gvir, hemos decidido, basados en las voluntades fieles que emanan de nuestra conciencia revolucionaria y humanitaria, confiar en Alá y en la voluntad de nuestro pueblo vivo, y lanzarnos como flechas desde las cuerdas de nuestras almas rebeldes", afirmaban los presos palestinos en un comunicado en el que anunciaban su huelga de hambre. Nada más llegar al poder, Ben Gvir canceló una política que permite a cualquier legislador de la Kneset, el Parlamento israelí, visitar a los palestinos encarcelados en prisión.

Desde entonces, el Servicio Penitenciario de Israel ha comenzado a trasladar a los reclusos y transferirlos entre las 20 prisiones utilizadas exclusivamente para presos políticos palestinos. “En la ley israelí, hay dos tipos de prisioneros, los comunes y los de seguridad”, afirma Bashir. “Entre los presos de seguridad, se encuentran los palestinos condenados por su militancia política, por formar parte de una facción militar palestina o por ser activista, participante en una manifestación, periodista o político”, cuenta quién formó parte de esa categoría durante un tiempo. Actualmente, hay unos 4.800 presos palestinos en las cárceles israelís, 29 son mujeres y 170 son menores, según Addameer, la principal organización que protege sus derechos.

"Opción estratégica"

“La huelga de hambre siempre ha sido la opción estratégica de los y las prisioneras palestinos en cárceles israelíes”, reconoce Bashir. Con sus panzas rugientes, miles de presos palestinos han resistido a medidas que les condenan a una oscuridad perpetua. Han resistido y han vencido. Pero aún así, des de la Kneset, Ben Gvir trata de impulsar una legislación brutal que permite la ejecución de presos palestinos condenados por terrorismo y poner fin a la financiación de su tratamiento médico. Entrar en prisión puede convertirse en una sentencia para toda la vida, ya que Israel ha aprobado medidas para despojar a los presos palestinos de su ciudadanía o residencia, y confiscar sus activos y fondos. 

Mientras, al otro lado de las rejas, los palestinos en supuesta libertad viven uno de sus períodos más letales. Al menos 86 palestinos, civiles y militantes, han muerto por fuego israelí en lo que va de año. Por ahora, se ha registrado un promedio diario de tres incidentes violentos en el 2023, en comparación con dos incidentes en 2022 y uno por día en 2021. El mismo día que los presos palestinos anunciaban su huelga de hambre, la Autoridad Palestina e Israel se encontraban reunidos en Egipto para acordar medidas que redujeran la violencia. “Siempre el éxito de las huelgas de hambre ha ido correlacionado con la situación política palestina fuera de las cárceles”, recuerda Bashir.

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