Crisis política en Francia

El estrecho margen de maniobra de Macron

Tras quedar muy desgastado por el pulso con los sindicatos por la reforma de las pensiones, ¿cómo puede el presidente francés calmar la situación y recuperar la iniciativa?

Borne y Macron.

Borne y Macron. / REUTERS / Gonzalo Fuentes

Enric Bonet

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El presidente francés, Emmanuel Macron, jugó con fuego al impulsar una impopular reforma de las pensiones en plena crisis energética y de inflación. Y ha terminado quemándose. El dirigente centrista y el Gobierno de la primera ministra, Élisabeth Borne, salen muy desgastados tras dos meses de un intenso pulso social con los sindicatos. 

Una parte considerable de la sociedad francesa hierve de indignación, aún más tras la aprobación con un decretazo del impopular aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Además, la crispación se acentuó en la Asamblea Nacional. En la Cámara baja se evidenció la dificultad para llegar a acuerdos en un país hasta ahora acostumbrado a las mayorías absolutas. El margen de maniobra para Macron resulta estrecho si quiere recuperar la iniciativa. Tampoco le será nada fácil curar las heridas con los sindicatos y aquellos sectores de la población que se sienten menospreciados.

Las dos mociones de censura debatidas el lunes en el Parlamento no llegaron al umbral de la mayoría absoluta. Una de ellas, sin embargo, se quedó a tan solo nueve votos de forzar la dimisión del Ejecutivo de Borne y tumbar el aumento de la edad mínima de jubilación, aprobado cuatro días antes a través del polémico artículo 49.3 de la Constitución. Desde 1990, un texto de censura no se había quedado tan cerca de lograr su aprobación y eso que en Francia se presentan muy a menudo este tipo de iniciativas.

“Tenemos derecho a utilizar la palabra victoria”, aseguró el martes por la mañana la primera ministra Borne en una reunión en el Elíseo. Pero se trata de un triunfo pírrico. Hasta el punto de que muchos se preguntan si valía la pena asumir tal desgaste por una reforma que servirá para ahorrar unos 10.000 millones de euros antes de 2030. El 68% de los franceses desean la dimisión del actual Gobierno, según un sondeo reciente del instituto Elabe para la cadena BFM TV. “Estamos todos debilitados. El presidente, el Ejecutivo y la mayoría. Un cambio de Gobierno solo tendría sentido si viene acompañado por una respuesta política de gran alcance”, reconocía el diputado Gilles Le Gendre, uno de los pesos pesados del macronismo en la Asamblea.

¿Borne continuará en Matignon?

¿Y ahora qué? ¿Cómo Macron puede remontar la situación? El presidente dará el miércoles al mediodía una entrevista para las dos principales cadenas de televisión francesas. Desde octubre, no se dedicaba a un ejercicio comunicativo de este estilo sobre asuntos de política interna. Prácticamente, el único logro para Macron en este pulso por las pensiones ha sido que gracias a su discreción mediática —casi todas las huelga generales coincidían con un desplazamiento al extranjero— ha dejado que Borne acaparara buena parte del desgaste. Pero esto no impidió que la popularidad del jefe del Estado cayera a sus niveles más bajos desde la revuelta de los chalecos amarillos.

Pese a la expectación generada por esta entrevista, fuentes del Elíseo indicaron que Macron no anunciará un cambio de Gobierno, ni la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas ni tampoco de un referéndum sobre la reforma de las pensiones. Borne se encuentra muy debilitada —incluso algunas voces la critican en el seno del macronismo—, pero la opción más probable es que continúe al frente de Matignon. Al menos a corto plazo.

Salvo una sorpresa, tampoco retirará la reforma de las pensiones. ¿Habrá grandes anuncios este miércoles? Muchos temen que no. “Si vuelve a hacer una especie de 49.3 verbal y va a la televisión para decir me da igual vuestra opinión, las manifestaciones del jueves serán todavía más fuertes”, advirtió el diputado de izquierdas Alexis Corbière refiriéndose a la nueva huelga general, la séptima en los dos últimos meses.

La ausencia de elecciones, un arma de doble filo

El presidente decidió impulsar esta impopular medida en estos momentos —en plena crisis energética y de la inflación y guerra de Ucrania— al haber pasado menos de un año desde las presidenciales. Una ley no escrita de la política francesa dice que las medidas más dolorosas deben aprobarse a principios del mandato. Así se limita el coste electoral.

No obstante, el hecho de que Macron no se enfrente al peaje de las urnas a corto plazo —los próximos comicios no tendrán lugar hasta las europeas de 2024 y el dirigente centrista no podrá presentarse en 2027 por la limitación constitucional de dos mandatos— puede resultar un arma de doble filo. Existe el riesgo de cierta inacción.

Difícilmente, las próximas leyes previstas en la agenda legislativa servirán para calmar la indignación. Por un lado, una nueva ley migratoria, que facilitará las expulsiones de migrantes que cometan delitos y creará un permiso de residencia especial para los extranjeros que trabajen en profesiones con escasez de mano de obra. Por el otro, una reforma laboral que limitará un poco los mecanismos para rescindir los contratos laborales de los mayores de 55 años, además de establecer de manera experimental en algunas empresas la semana de cuatro días (aunque sin una disminución del tiempo de trabajo legal, actualmente de 35 horas semanales).

“El dinero gratis se ha terminado”, recordó este lunes el ministro de Economía, Bruno Le Maire, en una de las matinales radiofónicas más escuchadas. Una apuesta por disminuir el déficit y el gasto público, unida a una política fiscal basada en la disminución de impuestos a las empresas, que limita la capacidad de Macron para responder a la indignación. Y apagar el incendio generado por la reforma de las pensiones.

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