Región en guerra

Etiopía y Eritrea rechazan las acusaciones de EEUU de haber cometido crímenes de guerra en Tigray

El lunes por la noche, el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, recién llegado de una visita a Etiopía afirmó que muchos de las acciones no eran ni "aleatorias" ni "consecuencia indirecta de la guerra", sino actos "calculados y deliberados"

Un tanque abandonado en la región de Tigray.

Un tanque abandonado en la región de Tigray. / AFP

El Periódico

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las autoridades etíopes y eritreas denunciaron el martes las declaraciones "selectivas" y "difamatorias" de Estados Unidos acusando de haber cometido crímenes de guerra a sus respectivos ejércitos, aliados durante los dos años de conflicto en la región etíope de Tigray.

El lunes por la noche, el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, recién llegado de una visita a Etiopía, acusó a los grupos beligerantes -tanto fuerzas progubernamentales como rebeldes- de haber cometido crímenes de guerra, afirmando que muchos de estos actos no eran ni "aleatorios" ni "consecuencia indirecta de la guerra", sino "calculados y deliberados".

También acusó en particular al Ejército federal etíope y a sus aliados (Ejército eritreo y fuerzas y milicias de la región de Amhara) de crímenes contra la humanidad -incluidos "asesinatos, violaciones y otras formas de violencia sexual y persecución".

El gobierno de Etiopía no ha aceptado las "condenas generales" contenidas en esta declaración americana y ha denunciado un enfoque "unilateral y antagonista", declaró el martes su ministerio de Asuntos Exteriores.

Según el ministro, esta declaración estadounidense "es selectiva porque distribuye injustamente las responsabilidades entre las partes sin razón aparente". Estados Unidos "parece exonerar a una de las partes de ciertas acusaciones de violaciones de los derechos humanos, como violaciones o violencia sexual, a pesar de las pruebas claras y abrumadoras de su culpabilidad", prosiguió, refiriéndose a las fuerzas de las autoridades rebeldes de Tigray.

Proceso de paz inclusivo

Eritrea, país aislado internacionalmente y gobernado con mano de hierro desde 1991 por Issaias Afeworki, afirmó que las acusaciones "no son nuevas", "no se basan en ninguna prueba objetiva e indiscutible" y reflejan la "hostilidad y demonización injustificadas y permanentes" de Washington hacia su país.

El régimen eritreo ha apoyado militarmente a Etiopía y ha enviado tropas a Tigray, región situada al sur de sus fronteras. El Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) ha sido enemigo acérrimo de Asmara desde la mortífera guerra entre Etiopía y Eritrea entre 1998 y 2000, cuando el TPLF gobernaba en Addis Abeba, antes de ser marginado gradualmente por el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, que envió al ejército federal a Tigray en noviembre de 2020, acusando a las autoridades regionales del TPLF que llevaban varios meses desafiando su gobierno, de atacar bases militares allí.

Visita de Blinken

En una visita a Etiopía el 15 de marzo, Blinken había vinculado la reanudación de una mayor asociación económica con Addis Abeba, interrumpida a causa del conflicto en Tigray, a "la reconciliación y la rendición de cuentas" por las atrocidades.

El martes en Ginebra, la comisión de la ONU que investiga las denuncias de repetidos abusos contra los derechos humanos en Tigray en los últimos años deploró que el gobierno etíope no permitiera a sus investigadores visitar la zona.

"Los miembros de la comisión visitaron Addis Abeba en julio del año pasado", pero desde entonces no se ha establecido ningún diálogo, declaró el presidente del grupo de investigación, Mohamed Chande Othman. "Pero seguimos tendiéndoles la mano", añadió.

En septiembre de 2022, la comisión de la ONU dijo tener "motivos razonables para creer que todas las partes en el conflicto" -las fuerzas etíopes y eritreas, así como las fuerzas rebeldes- "han cometido crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos", afirmó.

Etiopía declaró el martes que "seguirá poniendo en marcha todas las medidas para que los responsables rindan cuentas (...) y para garantizar que se haga justicia a todas las víctimas".

El balance exacto es difícil de evaluar, pero Estados Unidos calcula que unas 500.000 personas han muerto durante el conflicto en Tigray, más que desde la invasión rusa de Ucrania.