El drama migratorio en el Mediterráneo

La ONU reclama rutas seguras para los migrantes tras los más de 60 muertos en el naufragio de Italia

La tragedia frente a las costas de Calabria pone nuevamente en evidencia las políticas europeas y las crecientes restricciones a las organizaciones civiles de salvamento

Al menos 40 personas han muerto, entre ellos varios niños, al naufragar una barca con 250 migrantes a bordo cerca de la costa de la región italiana de Calabria, en el sur del país. Decenas de cuerpos han sido encontrados en las playas de Steccato di Cutro, un balneario en la provincia de Crotone, y otros más han sido vistos en el mar.

Al menos 40 personas han muerto, entre ellos varios niños, al naufragar una barca con 250 migrantes a bordo cerca de la costa de la región italiana de Calabria, en el sur del país. Decenas de cuerpos han sido encontrados en las playas de Steccato di Cutro, un balneario en la provincia de Crotone, y otros más han sido vistos en el mar.

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Naciones Unidas ha reclamado rutas seguras para los migrantes que tratan de llegar a la Unión Europea y más medios de rescate para prevenir los naufragios en el Mediterráneo, horas después de que una nueva tragedia enterrara a decenas de personas frente a las costas italianas. "Es inaceptable que se produzcan semejantes horrores, con familias y niños a merced de botes sin condiciones para navegar", afirmó Chiara Cardoletti, la representante en Italia de la agencia para los refugiados (ACNUR). "Esta tragedia debe empujarnos a actuar y a actuar ahora". Al menos 62 personas murieron durante la madrugada del domingo al naufragar frente al litoral de Calabria, después de que el bote en el que viajaran se hiciera añicos a poco más de 100 metros de la costa.

La Guardia Costera italiana y decenas de buzos seguían buscando a las víctimas del naufragio este lunes, acaecido junto a las turísticas playas de Stecatto di Cutro, en la provincia de Crotone. El viejo pesquero de madera, en el que viajaban unas 180 personas, había partido cuatro días antes de las costas de Esmirna (Turquía), según las autoridades italianas. Entre el pasaje, abundaban los migrantes afganos, pakistanís e iranís. Al menos 14 de los pasajeros eran menores, uno de ellos recién nacido. También había varias embarazadas a bordo, de acuerdo con el relato de las cerca de 80 personas que lograron llegar con vida a tierra firme.

"Muchos viajaban con algún pariente y todos han perdido a alguien", ha dicho el coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la región, Sergio Di Dato. "Nos hemos encontrado a un chico que había salido de Afganistán con su hermana huyendo de las terribles condiciones impuestas por los talibanes. La hermana no ha sobrevivido". Es solo una de las terribles historias que el mar se ha tragado ante la indiferencia de la política europea, que en gran medida ha externalizado a golpe de talonario el control de sus fronteras para que sean los países del sur del Mediterráneo los que se encarguen de frenar las partidas de los migrantes que tratan de entrar por mar en el espacio comunitario.

Tráfico de personas

Otra historia espeluznante es la de un niño afgano de 12 años, que ha perdido a nueve miembros de su familia en el naufragio, lo que incluye a sus padres y cuatro de sus hermanos, según el coordinador de MSF. Las autoridades italianas han arrestado a tres ciudadanos turcos como presuntos responsables de la embarcación, a los que se acusa de homicidio y tráfico de personas. Según algunas informaciones fueron los primeros en llegar a tierra firme, todos ellos con chalecos salvavidas, un lujo del que carecían otros de los pasajeros.  

"El trágico naufragio en la costa de Crotone confirma la urgente necesidad de reforzar el sistema de búsqueda y rescate en el Mediterráneo, así como de abrir otros canales más regulares para la inmigración", afirmó en las redes sociales la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de la ONU. Solo en el Mediterráneo Central, la zona donde se produjo este último naufragio, 17.000 personas han muerto o desaparecido desde 2014, según la OIM.  

Restricciones para las oenegés

La tendencia, sin embargo, es la contraria. En los últimos años han ido en aumento las restricciones para las oenegés de salvamento que trabajan en el Mediterráneo, acusadas por gobiernos como el de Giorgia Meloni de fomentar el efecto llamada con sus rescates. Este mismo lunes ha entrado en vigor una nueva ley en Italia que obliga a los barcos civiles de salvamento a dirigirse al puerto que les asignen las autoridades tras haber realizado un rescate, a veces en el centro y el norte de la península, en lugar de poder recalar en el más cercano. También les obliga a entrar en puerto tras haber hecho un primer rescate, por más que haya otros botes a la deriva en sus inmediaciones. 

"Es criminal lanzar un bote de solo unos 20 metros con hasta 200 personas a bordo bajo condiciones meteorológicas adversas", afirmó la primera ministra italiana, la ultraderechista Meloni, tras "lamentar profundamente" el naufragio.