Espejos para Barcelona

Cinco 'guerras del taxi' diferentes: así es el conflicto en París, Londres, Bruselas, Roma y Buenos Aires

Un cambio de alianzas transforma la guerra entre taxis y VTC en Nueva York

Las licencias de taxi en Barcelona se estabilizan como seguro de jubilación: 120.000 euros por permiso

EDITORIAL: Taxis, VTC y competencia

Una década después de la irrupción de las apps de VTC, la mayoría de ciudades globales son escenario de luchad por el transporte a demanda

Un modelo de taxi de Londres, el NV200, es de fabricación barcelonesa

Un modelo de taxi de Londres, el NV200, es de fabricación barcelonesa / EPC

Enric Bonet
Begoña Arce
Silvia Martinez
Irene Savio
Abel Gilbert
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El enfrentamiento entre taxistas y apps de Vehículos de Transporte con Conductor (VTC) como Uber o Cabify no es una singularidad barcelonesa. O sí. La llamada ‘guerra del taxi’ tiene un escenario singular en cada ciudad global donde se libra la batalla. Si en Nueva York un cambio de alianzas ha transformado el tablero, en Londres comparten mercado con los ‘minicabs’ y en Bruselas se ha unificado el acceso a la profesión de conductor. En varias capitales, por ejemplo en París, ya puede solicitarse un trayecto y que acuda de forma indistinta un taxi o un VTC.

Los taxis resisten en París

La plataforma Uber se benefició durante la pasada década de un crecimiento fulgurante en París. Justo antes de la crisis del covid-19, su hegemonía parecía irreversible, así como el declive del taxi. De tres millones de trayectos que hubo en la región parisina en 2019, 1,8 millones fueron realizados con VTC y 1,2 millones con taxis. Tras la pandemia, la situación se ha reequilibrado y el sector del taxi ha recuperado cierto dinamismo. El coste de una de sus licencias aumentó de 115.000 euros en 2018 a 173.000 en la actualidad. Un precio todavía lejos del récord alcanzado en 2012, con 260.000 euros por un permiso.

Esta resistencia de los taxis parisinos se ha beneficiado de las incipientes presiones judiciales sobre el modelo Uber. Ante la exigencia de considerar asalariados en lugar de autónomos a sus conductores, la multinacional anunció recientemente un acuerdo para pagar un mínimo de 7,65 euros a sus conductores por cada trayecto. Eso hizo que actualmente resulte más barato utilizar un taxi para trayectos de corta distancia. Además, estos últimos imitaron el modelo de las VTC al digitalizarse y utilizar coches de alta gama, como sucede con la empresa G7. Y cada vez más plataformas de VTC, como Uber, Bolt o Free Now, ofrecen la posibilidad de pedir un taxi.

Victoria sin prestigio de las VTC en Buenos Aires

En abril de 2022 se realizó en la ciudad de Buenos Aires la última y masiva protesta de choferes de taxis contra Uber, Cabify y Didi. La alcaldía había prometido defenderlos frente a la nueva realidad, pero su gesto, así como los reclamos ante los tribunales, quedaron en la nada. Las apps de viajes modificaron de manera sustancial el transporte en la capital argentina y la movilidad urbana. El año pasado supuso en cierto sentido el triunfo de las plataformas de viaje, a pesar de los rezongos del sindicato de choferes. La pandemia favoreció los cambios. Cuando comenzó a circular el covid-19 había en las calles 38.000 taxis. En la actualidad no superan los 15.000. Obtener uno de los tradicionales automóviles negro y amarillo puede convertirse en una dilatada aventura que las apps han capitalizado a su favor. De hecho, muchos extaxistas se pasaron a esas plataformas.

Pero la victoria está lejos de ser definitiva. Los usuarios de Uber, Cabify y DiDi suelen quejarse en las redes sociales de la suciedad de los coches, el olor a cigarrillo, la velocidad excesiva en calles sin semáforos, la falta de empatía de los conductores, las modificaciones de los itinerarios y, además, la cancelación abrupta de los viajes. Según una encuesta de Focus Market y OH!, un 62% de los argentinos prefiere no viajar en un transporte pedido por una aplicación, salvo que no existiera otra alternativa. Y cuando lo hacen, muchos se quejan de las largas esperas y el alza de los precios.

‘Minicabs’, taxis y VCT en Londres

En Londres los ‘cabs’, los taxis tradicionales de color negro, compiten con un grupo cada vez más numeroso de VTC. Desde hace muchos años existen los llamados ‘minicabs’, que a diferencia de los taxis deben reservarse previamente. Los desplazamientos a los aeropuertos son su mercado más popular, gracias a una tarifa algo más barata, que se fija de antemano. Los dos grandes rivales de los taxis convencionales son Uber y Bolt y ambos se dedican también a la distribución de comida. Funcionan a través de una aplicación y se reservan desde el punto de partida de la carrera.

La llegada de Uber en 2012 provocó las protestas de los taxistas londinenses, que llevaron a la compañía a los tribunales sin éxito. Uber llegó a perder la licencia, pero en marzo del pasado año la renovó por un periodo de 30 meses. Sus precios han aumentado y aunque es más barato que los taxis convencionales, estos han recuperado terreno después de la pandemia, cuando se temió por su casi extinción. Hoy hay en torno 14.000 licencias de taxi convencional en Londres, comparadas con las 21.000 que llegaron a existir en el pasado.

El “esparadrapo” de Bruselas

Tras una década de batalla, tanto política como judicial, el sector del taxi y las plataformas de VTC como Uber parecen haber llegado a una cierta paz social en Bruselas, al menos provisionalmente, gracias a la ordenanza sobre los servicios de taxi, conocida como “Plan taxi” o con el mote “ordenanza esparadrapo”. Entró en vigor el pasado 21 de octubre. No obstante, su estreno fue recibido con protestas del sector del taxi, que considera excesivo el número de licencias autorizadas para las VTC. El plan unifica el acceso a la profesión de conductor y engloba en un mismo sector los servicios de taxi tradicional y VTC.

Eso sí, prevé distintos servicios: taxis de parada identificables, taxis de calle bajo reserva (antiguos VTC) y taxis de ceremonia para acontecimientos específicos. La ordenanza aumenta también el cupo de vehículos que pueden circular en la capital de 2.725 hasta 3.250, repartidos entre 1.425 taxis tradicionales y 1.825 licencias de VTC. El crecimiento beneficia a las VTC, que tenían 1.425 permisos frente a 1.300 licencias de taxi. Estos números clausus serán objeto de evaluación cada dos años.

Roma y el valor de las licencias

En Roma, la guerra entre los taxis y los VTC también es una vieja batalla. El año pasado los taxistas organizaron diversas huelgas y protestas para denunciar el uso de parte de los VTC de diversas apps que les permitiría, según los sindicatos de taxistas, ofrecer precios más ventajosos y no cumplir con los mismos reglamentos a los que ellos están sometidos. La protesta creció en particular después de la publicación de los llamados Uber Files, que desveló las estrategias de la empresa de VTC Uber para implantarse en decenas de países. Todo ello siempre tiene como fondo una queja que remite a que muchos taxistas romanos han comprado sus licencias a precios muy altos, con una inversión inicial muy elevada. Por esa razón, los taxistas se oponen a cualquier liberación del sector.

Suscríbete para seguir leyendo