Acción exterior del Ayuntamiento
Barcelona asegura que mantendrá la cooperación con Gaza pese a la ruptura con Israel
El director de Cooperación del consistorio sostiene que Barcelona está dispuesta también a contemplar la suspensión del hermanamiento con la ciudad iraní de Isfahán
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
El Ayuntamiento de Barcelona está convencido de que podrá mantener los proyectos de cooperación que lleva a cabo en Gaza y Cisjordania pese a haber roto sus relaciones con Israel, el país que controla como potencia ocupante los accesos a los Territorios Palestinos. Así lo ha manifestado su director de Justicia Global y Cooperación, David Llistar, en respuesta a la información publicada esta semana por EL PERIÓDICO, en la que se aseguraba que la ruptura con el Estado judío complicará todavía más el trabajo que Barcelona hace para ayudar al pueblo palestino desde hace más de dos décadas. “La cooperación con Gaza no se ha terminado a pesar de los bloqueos que sufrimos desde hace años por parte de Israel. No creemos que vayan a adoptar ninguna limitación extra porque hay poco margen para que la situación pueda empeorar”, asegura Llistar. En Cisjordania el trabajo ha sido un poco más fácil hasta ahora, pero tampoco allí el Ayuntamiento espera nuevas restricciones a raíz de la ruptura. “No pensamos que Israel vaya a cerrarnos las puertas ni a bloquear el intercambio de personas”, añade Llistar.
El director de cooperación sostiene que, bajo el mandato de la alcaldesa Ada Colau, “la justicia global y los derechos humanos” han sido los principales vectores que han guiado la acción exterior de Barcelona. “Y al mismo tiempo ha estado orientada a visibilizar a los actores que vulneran la justicia global, sea el Irán teocrático, Turquía o el Gobierno español cuando externaliza la gestión de las fronteras”, afirma. Después de Colombia, que firmó en 2016 un acuerdo de paz con la guerrilla, los Territorios Palestinos han sido los que más fondos han recibido en los últimos tiempos de la cooperación barcelonesa. Pero en los últimos años se ha vuelto muy complicado trabajar allí por las restricciones que impone Israel. Hace dos años su Gobierno declaró "organizaciones terroristas" a seis oenegés palestinas que servían de contraparte a sus pares españolas e internacionales con las que Barcelona trabaja en proyectos de cooperación indirecta. Y, al mismo tiempo, los técnicos del Ayuntamiento llevan años sin poder entrar en Gaza. La última vez que lo intentaron sin éxito fue en 2018.
Trabas a las oenegés
“En los últimos años se ha recrudecido la criminalización de las oenegés de derechos humanos que ejercen la cooperación en Palestina”, afirma Llistar. “Y han sido las propias organizaciones que trabajan allí las que han impulsado la ruptura, hartas del bloqueo y de la falta de garantías democráticas que enfrentan al trabajar sobre el terreno”, añade tras subrayar que la medida llegó tras un proceso participativo de recogida de firmas. Pese a los obstáculos, varios proyectos siguen vivos. En Gaza se centran en el desarrollo del frente litoral, en la gestión del tráfico y en los sistemas de recogida de aguas pluviales. El trabajo tiene que hacerse por videoconferencia y con visitas puntuales de los técnicos palestinos a Barcelona.
En Cisjordania hay proyectos activos de cooperación directa en Nablus y Belén, donde se está tratando de reactivar la vida comercial del centro de la ciudad mediante una mejor gestión de la movilidad y el tráfico, un proyecto en el que también participa la Cooperación Española.
Hermanamiento con Isfahán
Entre los detractores de la política del Ayuntamiento hacia el Estado judío, se ha acusado a Colau de haber aplicado un doble rasero al haber suspendido los hermanamientos con Tel Aviv (y San Petersburgo) cuando se mantenían otros como el de Isfahán, una de la capitales culturales de Irán, otro país conocido por sus abusos a los derechos humanos. “Lo podríamos hacer perfectamente también con Isfahán. No lo hemos hecho porque nadie nos lo ha pedido, ni desde Irán ni desde aquí”, dice Llistar.
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