Conferencia de Seguridad

Europa constata en Múnich la urgencia y dificultad de mandar más armas a Ucrania

La alarma de Borrell sobre una Ucrania "con muchos aplausos y poca munición" se cruza con la sospecha de Blinken sobre posible ayuda militar china para Rusia

El alto comisionado de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, durante su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC).

El alto comisionado de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, durante su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC). / Thomas KIENZLE / AFP

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Las ciudades de Múnich y Donetsk quedan en el mismo paralelo del planeta, y los más de 2.000 kilómetros de carretera que las separan no son distancia suficiente como para que en la Conferencia de Seguridad celebrada este fin de semana en la capital bávara no haya atronado el eco de la ofensiva rusa.

Moscú ha acelerado su nuevo empujón contra Ucrania; se ha adelantado a la primavera, la fecha en que se esperaba un nuevo ataque, y el foro muniqués, con las voces de alarma de Úrsula Von der Leyen y Josep Borrell, ha constatado que toda prisa es poca.

Que es urgente dotar de nuevos y más potentes stocks de armas a Kiev ha sido la principal conclusión de la cumbre. Y con ella, su correlato: otra confirmación tardía sobre la escasez de munición de la que adolecen los polvorines europeos. Por eso, además de la presidenta de la Comisión Europea y del alto representante de Política Exterior y Seguridad, han urgido también a una inversión grande y exprés en armamento el francés Emmanuel Macron y su vecino Olaf Scholz.

Palabras y hechos

El canciller alemán y su ministro de Defensa, Boris Pistorius, han hablado a los congregados en Múnich mientras en su país brotan los recelos, incluso de los socialdemócratas, sobre si no será remoloneo más que discreción el silencio de sus aliados poseedores de carros Leopard. España, Dinamarca, Finlandia, Holanda (que tendrá carros si los compra)… eran los primeros en apretar a Alemania para que permitiera la exportación, y ahora se retrasan en aclarar cuántos exactamente se pueden permitir mandar al frente.

De ahí que, entre otras razones, Borrell haya sido tan enfático al pedir que “se pase de las palabras a los hechos”, y clamar: "Zelensky tiene muchos aplausos y poca munición (…) Hay que hacer más y más rápido, tenemos que acelerar nuestra ayuda militar a Ucrania", ante un foro en el que los líderes europeos repetían que Rusia no puede ganar la guerra.  

Sale de Múnich, en cualquier caso, una propuesta concreta sugerida por Von der Leyen y enarbolada por la primera ministra estonia –y figura destacada en el cónclave-, Kaja Kallas: la compra conjunta de munición es ya consenso europeo.

Se trata no solo de coordinar el suministro a Kiev, también de hacer frente al alza de precios que suministradores israelíes y americanos han propinado a su artillería, especialmente la munición de grueso calibre. Tres mil euros cuesta cada proyectil perforante del Leopard, como ya contó este diario, y en una jornada de combate en Ucrania un carro puede disparar 40.  

Condena a Rusia

La Conferencia ha comenzado y ha terminado haciendo una condena a Rusia, señalada como criminal de guerra por el dedo acusador de la vicepresidenta norteamericana Kamala Harris. En el informe que los participantes se descargaban al inicio se cifran en 60.366 los crímenes de guerra cometidos por tropas de Moscú en este año de guerra.

Mientras los participantes en este foro –nada vinculante, por otra parte- se conjuraban para sentar un día a Putin ante un tribunal internacional, se debatía hasta cuánto ceder con Rusia por la paz. Y de momento es también otro consenso que nada. La titular de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, lo resumía al asegurar que “no es una opción” ceder territorios a Rusia. Ni territorios ni, obviamente, la gente que vive en ellos.

En una charla nocturna, una figura tan rusa como Gary Kasparov, hablando de la Rusia del futuro señalaba el extremo que nadie se plantea del todo en Europa: para que su país cambie debe perder la guerra; y no hay verdadera derrota rusa sin que Ucrania recupere Crimea.

Desconfiando de China

La Conferencia no ha sido solo foro para ratificar la nueva glaciación de Occidente con Moscú, que ya dejó la OTAN negro sobre blanco en junio en el Concepto Estratégico de Madrid. También ha sido esta conferencia una ocasión de evitar que se agranden más las brechas entre Estados Unidos y China.

Cuando, en la noche del sábado, funcionarios del Departamento de Estado norteamericano dejaron trascender que su jefe, Anthony Blinken, se había visto con el responsable de la diplomacia china, Wang Yi, se abrió la esperanza de que no sea imparable la espiral de enfrentamiento entre Washington y Pekin, que tantos analistas y cancillerías dan por inevitable preguntándose no si ocurrirá, solo cuándo.

Fue un contacto sorprendente, tras haber hablado Yi en términos tan duros solo horas antes, acusando a Estados Unidos de dejarse llevar por la histeria con el globo espía. Los mismos funcionarios que confirmaron ese encuentro al margen de la cumbre, inocularon más optimismo al asegurar que se retomaban los planes de viaje de Blinken a China.

A la mañana siguiente, o sea, este domingo, la expectativa adquiría otra coloración: por primera vez ha verbalizado el secretario de Estado Blinken la sospecha norteamericana de que China podría suministrar armas a Rusia. Ya se verá si ese mal augurio deviene profecía autocumplida.

Entre tanto, Rusia aportaba a la agenda informativa de la cumbre una vuelta a su propaganda nuclear. Tornan a especular sus medios oficiales con que Kiev esté preparando “una provocación” con material radiactivo. Esta vez, dice la agencia Tass, suministrado por Occidente.