Problemas presupuestarios

La maquinaria de guerra desequilibra la economía rusa

El mantenimiento del conflicto con Ucrania dispara el déficit del país euroasiático, a pesar de los ingresos por los hidrocarburos

Tanques rusos destruidos en la ciudad de Lyman, recuperada por el Ejército ucraniano, el pasado 5 de octubre.

Tanques rusos destruidos en la ciudad de Lyman, recuperada por el Ejército ucraniano, el pasado 5 de octubre. / ZOHRA BENSEMRA / REUTERS

Àlex Bustos

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Con un déficit por las nubes, Rusia está gastando en defensa y seguridad un tercio de lo que ingresa. Así lo apuntan medios como 'The Moscow Times', que estima que de los 354.000 millones de euros que ingresó el Estado ruso en 2022, cerca de 106.000 millones de euros irían destinados a alimentar la maquinaria de guerra para conservar el control de los territorios ocupados de Ucrania y mantener la lucha para ganar la partida al Ejército del país eslavo.

Esto ha comportado que a día de hoy el déficit presupuestario –la diferencia entre lo que se ingresa y lo que se gasta– del Estado ruso sea, según datos de la propia Administración, uno de los mayores de la historia reciente, situándose en 42.000 millones de euros. Una cifra solo por debajo de la de 2020, el año de la pandemia global del covid-19, cuando fue de 52.000 millones de euros. En las mismas estadísticas gubernamentales se observa cómo el gasto en seguridad desde 2019 subió paulatinamente de 230.000 millones de euros a 305.000 millones en 2021. Este año ya se advirtió de la presencia de soldados y vehículos militares en zonas fronterizas con Ucrania.

Pero mientras el Kremlin dedica el gasto principalmente al frente de Ucrania, hay territorios de Rusia que claman por una mejora de las infraestructuras, tanto dentro como fuera de las ciudades. Estas deficiencias se notan especialmente en el sur del país y en Siberia. En grandes ciudades como Moscú o San Petersburgo, el transporte público y las carreteras son como las de cualquier otra gran urbe del Viejo Continente. No es el caso de Osetia del Norte, en el Cáucaso. Zarina, originaria de esta república al sur del país, asegura que el transporte de la región es pobre. "Nunca sabes cuánto tiempo vas a estar esperando a que llegue", explica. Las autoridades regionales "quieren mejorar algo", pero el deterioro se puede observar en el "estado de las marshutkas". Estos minibuses son prácticamente el único transporte existente en algunas partes de Rusia. En el caso de Osetia, la mayoría son viejas y están mal cuidadas.

La situación económica también ha repercutido en el bolsillo de los ciudadanos rusos, que han visto cómo los precios de muchos productos básicos se ha encarecido. Cerca del 70% de los rusos de a pie ha experimentado dificultades económicas en su día a día, según una reciente encuesta del Centro de Investigación de la Sociedad Civil de la Escuela Superior de Economía de Rusia.

La gallina de los huevos de oro

El gran comodín de la economía del país euroasiático es desde hace décadas la exportación de hidrocarburos. Históricamente Moscú ha sido el gran proveedor de la mayor parte de países del este y centro de Europa, destacando entre ellos Alemania, aunque desde el inicio del conflicto con Ucrania muchos de estos estados han dejado de importar gas ruso, con la notable excepción de Hungría. Por contra, en este tiempo ha aumentado el tráfico a países como la India, Turquía y China, y Moscú ha ingresado incluso más que en años anteriores. En 2022, la venta de petróleo y gas natural representó, según estadísticas del propio Gobierno, el 41,6% de sus ingresos, alrededor de 150.000 millones de euros, consolidando a los combustibles fósiles como el gran sustento de la máquina de guerra rusa. El gasto en 2021 y 2022 fue un 25% superior.

Rusia augura dificultades en otros negocios. Es, por ejemplo, el caso del turismo. Según datos de la Asociación de Turoperadores, en 2022 solo 200.000 extranjeros visitaron el país por ocio. En cambio en 2019, antes de la pandemia, se registró la cifra de 5 millones de turistas internacionales. Las principales razones aducidas son el cierre del espacio aéreo –algo que ha dificultado y encarecido los viajes al país– y los problemas para pagar por cualquier producto en Rusia después su desconexión del sistema Swift en marzo. Esta medida implica que las tarjetas bancarias expedidas en Rusia sean inservibles fuera de sus fronteras y viceversa.

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