Cumbre francoalemana

Francia y Alemania intentan mostrar buena sintonía tras la tormenta diplomática del pasado otoño

Macron y Scholz conmemoran el 60º aniversario del tratado del Elíseo

Presiden un consejo de ministros francoalemán tras haber sido aplazado en varias ocasiones

Olaf Scholz y Emmanuel Macron, durante el encuentro que mantuvieron en octubre de 2022 en el Elíseo.

Olaf Scholz y Emmanuel Macron, durante el encuentro que mantuvieron en octubre de 2022 en el Elíseo. / LUDOVIC MARIN / AFP

Enric Bonet

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Emmanuel Macron y Olaf Scholz escenificarán este domingo en París el apaciguamiento de las tensiones entre Francia y Alemania. El presidente francés y el canciller alemán conmemorarán el 60º aniversario del tratado del Elíseo y encabezarán un consejo de ministros francoalemán. Tras haberse aplazado en varias ocasiones, la dificultad para organizar esta reunión visibilizó las discrepancias entre París y Berlín en asuntos clave en plena guerra de Ucrania, como la defensa o la energía. Esa tormenta ya amainó, aunque las divergencias de fondo permanecen. Al menos esta buena sintonía intentarán mostrar el dirigente centrista y el canciller socialdemócrata.

Utilizarán para ello el recuerdo de la firma el 22 de enero de 1963 del tratado del Elíseo entre el entonces presidente Charles de Gaulle y el canciller Konrad Adenauer. Ese pacto de amistad y cooperación —con un marco jurídico parecido al firmado esta semana entre Macron y Pedro Sánchez— simbolizó la "reconciliación" entre ambos países, apenas ocho años después de haberse enfrentado en la Segunda Guerra Mundial. Macron y Scholz conmemorarán este 60º aniversario con un acto, más bien sobrio, en la Universidad de la Sorbona y en la Asamblea Nacional. Luego por la tarde se reunirán junto con sus ministros en el Elíseo.

Discrepancias en materia de energía y defensa

Esta cumbre tiene como objetivo mostrar que el singular eje francoalemán —a menudo más que a una pareja sentimental (así lo llaman los franceses, quizás pecando de ingenuos), se asemeja a dos compañeros de piso, irritados por sus diferencias, pero condenados a vivir juntos— vuelve a interpretar la misma partitura, tras haber desafinado durante el otoño. "Creo que no es bueno ni para Alemania ni para Europa que ella se aísle", aseguró Macron en octubre, tras el malestar provocado en Francia y otros países de la Unión Europea por el anuncio por parte de Berlín de un plan de 200.000 millones de euros para ayudar a las empresas y particulares alemanes ante la crisis energética.

Además del plan de ayudas masivo de Scholz, el Gobierno francés estaba molesto por las reticencias de sus vecinos a impulsar compras de gas conjuntas entre los distintos países de la UE, así como por su negativa a limitar el precio del gas. París y Berlín también discreparon en materia armamentística, después de que la Bundeswehr prefiriera adquirir cazas estadounidenses en lugar de franceses e impulsara un sistema de defensa antiaérea con tecnología israelí.

Relación menos tensa

Desde entonces, el Ejecutivo alemán y el francés apaciguaron ciertas discrepancias, aunque continúa habiendo diferencias de fondo en materia energética (apuesta o renuncia de la energía nuclear), militar (mayor o menor compromiso con la "Europa de la defensa") o económica. Ayudó a calmar la situación el acuerdo, primero, para impulsar una plataforma continental de compra de gas y, luego, sobre un mecanismo "temporal" para limitar el precio del gas. París y Berlín también lograron desbloquear a principios de diciembre el proyecto del futuro caza europeo, en que también participa en España.

En la cumbre del domingo, según el Elíseo, se tratarán cuestiones de seguridad y defensa, sobre todo con la mirada puesta en la guerra de Ucrania; la respuesta europea a las políticas proteccionistas de Joe Biden; la crisis energética y, en concreto, el impulso del hidrógeno verde; los transportes entre ambos países; y la ampliación de la UE. Seguramente, Macron no le pedirá explicaciones a Scholz por sus reticencias ante el envío de tanques alemanes Leopard a Ucrania. Una posición compartida por Francia, que solo libró vehículos militares ligeros y se opuso a mandar carros más pesados.