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¿Cómo y dónde se originó el asalto a las instituciones brasileñas?

La desinformación ha creado “una realidad paralela” que ha dado alas “a las creencias y deseos de los partidarios de Bolsonaro”, explica la periodista Natália Leal, directora de la agencia de 'fact-checking' brasileña Lupa

Asalto al Congreso en Brasil.

Asalto al Congreso en Brasil.

Javier Castillo / Verificat

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Lula da Silva tomó posesión como presidente de Brasil el 1 de enero en la plaza de los Tres Poderes de Brasilia. Una semana después, en esa misma plaza, miles de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro asaltaban las sedes del gobierno, del Congreso Nacional y del Supremo Tribunal Federal, los tres poderes del Estado brasileño. Los asaltantes, que se muestran plenamente convencidos de que las elecciones presidenciales fueron un fraude, pedían una intervención militar para echar a Lula.

“La desinformación ha dado forma durante mucho tiempo a las creencias y deseos de los partidarios de Bolsonaro y del movimiento de ultraderecha brasileño”, afirma a Verificat la periodista Natália Leal, directora ejecutiva de la agencia de verificación brasileña Lupa. Natália Leal explica que “narrativas distorsionadas y teorías conspirativas sobre el proceso electoral brasileño [...] se difunden diariamente en aplicaciones de mensajería y en cuentas y perfiles de redes sociales”, lo cual ha terminado creando “una realidad paralela”

Los bulos sobre el fraude electoral

Los mensajes que cuestionan la imparcialidad de las elecciones presidenciales del pasado octubre no han dejado de difundirse en los últimos meses en Brasil. Uno de ellos apuntaba que un grupo de 'hackers' había descifrado el código fuente de las máquinas de votación electrónica y había descubierto que Bolsonaro había ganado las elecciones presidenciales con el 73,5% de los votos. La Agencia Lupa, que en 2022 realizó más de 650 verificaciones de bulos en redes sociales, lo había desmentido

El acceso al software está restringido y solamente puede ser autorizado por el Tribunal Superior Electoral (TSE), es decir, no es posible acceder a él a través de internet ni de otro tipo de conexión remota. Además, no hubo fraude: Lula fue elegido presidente de Brasil con el 50,9% de los votos y más de 2 millones de papeletas de diferencia respecto a Bolsonaro. Así lo reconocieron el presidente del TSE, los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado brasileños y decenas de líderes a nivel mundial. Es más, desde la implementación del voto electrónico en Brasil en 1996, nunca se ha registrado ningún fraude electoral, tal y como informó el Tribunal Superior Electoral. 

Aun así, la justicia electoral brasileña ha desmentido y publicado en su página web más de 170 bulos con falsas alegaciones que tratan de sembrar dudas sobre el funcionamiento de la democracia brasileña. No es cierto que Elon Musk publicase documentos que demuestran la injerencia de Twitter en las elecciones ni que un ex empleado del tribunal electoral denunciase la manipulación de los comicios ni que las máquinas de votación electrónica dejasen sin contabilizar cinco millones de votos a Bolsonaro. No obstante, estas mentiras han terminado calando en parte del electorado brasileño. 

Una tragedia anunciada

Letícia Duarte, periodista brasileña residente en Nueva York que investiga la desinformación en su país, añade que, a las acusaciones infundadas de fraude, se suma la teoría de la conspiración de que “el Tribunal Supremo y, especialmente, el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, están detrás de un gran golpe diseñado para sacar a Bolsonaro del poder, con el apoyo de la prensa”. 

La justicia electoral brasileña ha desmentido más de 170 bulos con falsas alegaciones que tratan de sembrar dudas sobre el funcionamiento de la democracia brasileña

Sobre Moraes, como máxima autoridad de la justicia electoral, se ha llegado a decir que el Superior Tribunal Militar le había dado 72 horas para dar explicaciones por la manipulación de los comicios, que había ordenado el cierre de internet en todo el país o que se había tomado una fotografía con los dirigentes de una famosa organización criminal brasileña. 

Natália Leal indica que en los últimos días” también han identificado “mucha información falsa sobre las medidas tomadas por el nuevo gobierno del presidente Lula”, del que se ha dicho, por ejemplo, que implantaría brazaletes para impedir que aquellas personas que no se han vacunado contra la covid-19 entren en determinados lugares. Todo ha sido desmentido por Lupa y otras agencias de verificación. 

Sin embargo, la difusión de que existe una gran conspiración contra Bolsonaro que cuenta con la supuesta complicidad de los medios de comunicación ha provocado que parte de los seguidores del expresidente ya no crean a “la prensa o las agencias de verificación” porque “piensan que son parte de este plan”, señala Letícia Duarte.

“Todas las narrativas que estamos viendo ahora estallar en las calles ya habían sido identificadas por nosotros con al menos un año de antelación, así que lo que ocurrió el domingo para mí fue cualquier cosa menos una sorpresa, era una tragedia anunciada, y eso es quizás lo más triste”, añade la periodista brasileña. 

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