Derechos humanos

Amir Nasr Azadani, último episodio de la creciente represión en el deporte en Irán

Decenas de deportistas y atletas están siendo encarcelados y detenidos por apoyar las protestas en el país persa

Tres de ellos, un futbolista, un nadador y un culturista, se enfrentan a cargos que podrían acarrearles la pena de muerte

El futbolista iraní Amir Nasr-Azadani

El futbolista iraní Amir Nasr-Azadani / FIFPRO

Adrià Rocha Cutiller

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Amir Nasr Azadani, futbolista en la tercera división de la liga iraní, 26 años. La justicia iraní le acusa de participar en la muerte de un miembro de la Guardia Revolucionaria durante una protesta en noviembre y de ser miembro de una banda armada. Su familia asegura que, en el día de la protesta, no estaba en el lugar donde murió el funcionario iraní. Y que, por supuesto, no pertenecía a ningún grupo armado.

Parham Parvari, nadador profesional, 26 años. Sin detalles exactos de por qué se le detuvo. Según la familia, el joven fue arrestado por conducir por Teherán, una tarde de protestas, con su coche con matrícula de Saqqez, ciudad de mayoría kurda de donde provenía la joven cuya muerte lo empezó todo, Mahsa Aminí. Parvari también es kurdo. 

Sahand Nurmohammadzadeh, culturista, 25 años. La justicia iraní le acusa de haber incendiado un contenedor de basura y roto un guardarraíl durante una protesta. Él, en un audio filtrado a la prensa disidente persa, niega estos actos.

Los tres deportistas, según el código penal iraní, cometieron los mismos crímenes: "Perturbar el orden público, corrupción en la tierra, coordinación para cometer crímenes contra la seguridad nacional y declararle la guerra a Dios". Y la condena que pide la justicia iraní es la misma para los tres: la pena de muerte

Corredor de la muerte

El caso del futbolista Azadani, gracias al eco que ha tenido su situación por el Mundial de Qatar, es el mediático de los tres, pero hay muchos más. En la actualidad, 39 personas se encuentran en el corredor de la muerte iraní. De ellos, 28 han sido condenados ya a la horca. Dos, Mohsen Shekari y Majidreza Rahnavard, ya han sido ejecutados

El último lo fue en público, delante de un grupo de miembros de la Guardia Revolucionaria y los basijs, el cuerpo paramilitar encargado de reprimir violentamente y con fuego real las protestas que rugen por toda Irán desde mediados de septiembre. Los basijis fueron grabados vitoreando y celebrando cómo Rahnavard era colgado a lo alto de una grúa.

El peso en los jóvenes

Hasta la fecha, pese a que muchos sectores de la sociedad iraní han participado en las protestas —y en las huelgas generales que les han seguido y siguen—, quien lleva la voz cantante en las manifestaciones son los jóvenes del país, en muchos casos incluso estudiantes de instituto menores de edad.

Y como los jóvenes, muchos deportistas pagan el precio de participar en el movimiento de protesta. Al menos tres profesionales del deporte han muerto durante las jornadas de manifestaciones. Ali Mozaffari, jugador de voleibol, murió por un impacto de bala en el pecho. Mohammad Ghaemifar, portero de fútbol, murió de un disparo a la cabeza. 

Ehsan Ghasemifar, culturista, murió en circunstancias no esclarecidas: según la organización de Derechos Humanos Hengaw, este joven estaba emitiendo en directo en sus redes sociales durante una protesta cuando fue rodeado por basijs. La señal se cortó. Unas horas después, las autoridades notificaron a su familia: podían ir a la morgue a recoger el cadáver

Los números asustan. A parte de las condenas a muerte, según las oenegés iranís —que trabajan desde el exilio—, hay más de 500 fallecidos por las protestas. De este número, más de unos 60 serían menores de edad.

"Comités de linchamiento pretendiendo ser tribunales amenazan a la gente con la muerte y sus condenas para instalar el miedo en los protestantes y destrozar el movimiento de libertad en el país", ha dicho esta semana en un comunicado Hadi Ghaemi, director del Centro para los Derechos Humanos en Irán, una de las oenegés que recopila datos de muertos en las protestas. 

Muerte en la calle y los tribunales

"Jóvenes en sus veintenas están siendo ahorcados en juicios farsa, y cada día son condenados en Irán. La comunidad internacional debe actuar con urgencia. Los gobiernos de todo el mundo deben comunicarles a las autoridades iranís que o dejan de usar la pena de muerte como una herramienta de represión política o se enfrentarán al aislamiento internacional diplomático y económico", continúa Ghaemi.

Mientras tanto, a pesar de las condenas, las manifestaciones siguen en marcha. Su número se ha reducido en las últimas semanas, pero no su violencia y amplitud. Tres meses después de la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía de la moral iraní, el pulso social contra la República Islámica sigue en pie.

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