Nuevo mandato

Netanyahu claudica ante los partidos de extrema derecha y diseña el gobierno más radical de Israel

El ganador de las elecciones hace concesiones ante algunas de las demandas inasumibles de sus aliados más radicales

Un seguidor de Netanyahu durante la jornada electoral.

Un seguidor de Netanyahu durante la jornada electoral. / Yefimovich/dpa

Andrea López-Tomàs

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Netanyahu diseña el gobierno más radical de la historia de Israel. Envalentonados por una victoria histórica, los partidos de extrema derecha ponen trabas y exigencias a la formación del Ejecutivo. El ganador de las elecciones y líder del Likud, Binyamín Netanyahu, se enfrenta a las peticiones inasumibles de sus aliados ultraderechistas desde que le encargaron la tarea de formar gobierno el pasado 20 de noviembre, pero, tras duras negociaciones, se ha resignado a aceptar ciertas concesiones. Mientras, en las calles, aumentan los ataques de los colonos sobre la población palestina en los territorios ocupados, auspiciados por el discurso beligerante que ha aupado a sus representantes al poder.

"Israel necesita un gobierno de derechas ahora", decía el diputado del Likud, Yoav Kisch, horas después del doble atentado en Jerusalén de este miércoles que provocó una víctima mortal. "La situación de seguridad lo requiere", añadía. El pasado 1 de noviembre ocurrió lo inimaginable. Después de cinco elecciones que anclaron al país en en la inestabilidad política, Netanyahu, el artífice de este ciclo electoral sin fin, conseguía una mayoría para formar gobierno. Tres años y medio después, volvía el rey Bibi de la mano de partidos abiertamente homófobos y racistas.

Fue el mismo Netanyahu quien diseñó la asociación entre el partido Sionismo Religioso de Bezalel Smotrich y el ultranacionalista Poder Judío de Itamar Ben Gvir, junto al pequeño ultraderechista Noam, para asegurarse que la maquinaria electoral le garantizara la mayoría. La lista conjunta de las tres formaciones más radicales en obtener nunca representación se convirtió en la tercera fuerza en la Knéset, el Parlamento israelí. Ahora, conscientes de lo necesarios que le son a Bibi, Smotrich y Ben Gvir batallan para hacerse con las posiciones de más poder.

Partido homófobo

Aunque las negociaciones alcanzaron un punto muerto durante la primera semana, Netanyahu no tiene más remedio que atender a la osadía de sus peticiones. Cuando Smotrich exigió el Ministerio de Defensa, Netanyahu respondió con un 'no' rotundo, arriesgándose a volver a las urnas. El líder de Sionismo Religioso ha optado por postularse a la cartera de Finanzas, a la espera de que el Likud negocie con las formaciones religiosas. Ben Gvir, por su parte, abandonó el diálogo con el partido de Bibi después de este que se negara a darle un ministerio adicional a su grupo, que exigía la cartera de Desarrollo de la Periferia, Negev y Galilea. Finalmente, pese a las reticencias iniciales, Ben Gvir será el ministro del recién creado Ministerio de Seguridad Pública, con gran control sobre la policía fronteriza de Cisjordania

Por su parte, el partido ultranacionalista, fundamentalista judío y colono Noam puede presumir de haber obtenido una cartera con una oficina para reforzar la identidad judía entre las israelís. Su líder Avi Maoz es conocido por su retórica homófoba y su desprecio hacia los judíos no ortodoxos, un claro signo de la línea dura del futuro gobierno. Este partido de extrema derecha se opone a los derechos LGBTQ+, a la participación de mujeres en el Ejército o a la presencia de profesores árabes en las escuelas con estudiantes judíos. Muchos en Israel ya han advertido de las consecuencias que la presencia de Noam en el gobierno puede tener para las minorías sexuales.

Las facciones ultraconservadoras exigen una ley que legitime la segregación de género para separar a hombres y mujeres en eventos culturales, la educación y los servicios públicos utilizados por la comunidad ortodoxa para evitar lo que llaman "persecución judicial por parte del sistema legal". Netanyahu y Ben Gvir ya han acordado legalizar 65 asentamientos embrionarios durante los primeros dos meses tras la formación de gobierno. A su vez, enmendarán la ley de desconexión para permitir el regreso de los colonos a cuatro asentamientos evacuados de la Cisjordania ocupada. 

Violencia en los territorios ocupados

Esta violencia expansiva ya se ha podido vivir en Hebrón durante el primer fin de semana tras el inicio de las negociaciones. Unos 30.000 judíos israelís llegaron a la ciudad palestina en honor a la lectura de la Torá del Libro del Génesis en la que Abraham compra un terreno en Hebrón para enterrar a su esposa, Sara. Pero las 24 horas de la celebración han sido descritas como la peor violencia en 20 años por los residentes palestinos. Los ataques a hogares y locales empezaron la noche del pasado viernes ante la mirada impasible e, incluso, colaborativa de los soldados y la policía israelí.

Ben Gvir marchó con los colonos hasta la tumba de Abraham. Por ello, la sociedad palestina es consciente de que los ya agresivos colonos se sienten envalentonados por una victoria que les anima a tomar el espacio público y ejercer la violencia con impunidad. "Muerte a los árabes", le han gritado una decena de jóvenes judíos extremistas a la corresponsal del canal árabe de France 24, Laila Odeh, en Jerusalén. "No queremos árabes, no queremos terroristas, vete de aquí", dijeron increpándola a empujones. En Jerusalén o en Hebrón, en cualquier rincón de la Palestina ocupada, los colonos imitan lo que oyen en las instituciones. La beligerancia de sus discursos ya empieza a llegar a las manos.

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