Entender más

Mozah bint Nasser al-Missned, la glamurosa y taimada exjequesa de Qatar

Ninguna de las tres mujeres del actual emir roza ni el carisma ni la altura política de su suegra

Sheikha Mozah bin Nasser Al-Missned

Sheikha Mozah bin Nasser Al-Missned / AFP

Natalia Araguás

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Para posicionarse como primera dama de un país de Oriente Medio hay que dar la cara y Mozah bint Nasser al-Missned, exjequesa de Qatar y madre del actual emir, ha sabido cómo hacerlo. Su puesta de largo internacional fue en 2003, cuando apareció silente en una entrevista en el programa '60 minutes' de la CBS mientras entrevistaban a su marido, Hamad bin Jalifa Al Thani, entonces emir de Qatar: no tardó en apoderarse de la emisión al aparecer a rostro descubierto en un país donde cunde el velo integral y las mujeres no suelen tener presencia pública. Muchos adivinaron su mano tras el ascenso de su marido a emir de Qatar, en 1995, aprovechando un viaje internacional a Ginebra de su padre para dar un golpe de estado incruento. También después, en 2013, cuando Hamad bin Khalifa Al Thani abdicó a favor del segundo hijo que tuvo con ella, Tamim bin Hamad Al Thani, actual emir de Qatar, de 42 años.

Ninguna de las tres mujeres del actual emir roza ni el carisma ni la altura política de su suegra. Mozah bint Nasser al-Missned presume en su cuenta de Instagram de haber cosido con sus propias manos la bandera de Qatar en un cuarto de hora a partir de una bufanda granate antes de bajar del jet en un momento histórico: el día en que se decidió que el país árabe iba a acoger el Mundial. Sin embargo, más que por su habilidad con la aguja es conocida por ser una de las consumidoras más voraces de alta costura del mundo entero. Sus sofisticados atuendos, que combinan túnicas o trajes entallados con turbante a modo de velo, en una reinterpretación chic del Islam, le han valido comparaciones con Grace Kelly o Jackie Kennedy, una elegancia de la que hizo gala en su visita oficial a España en 2011. En círculos económicos se le atribuye estar personalmente detrás de Mayhoola for Investments, el fondo catarí que compite en el sector del gran lujo y es propietario de Valentino o Balmain. No son desde luego las únicas operaciones de la familia real catarí, con una fortuna que supera los 450.000 millones de dólares, movidos a través de Qatar Investment Auythority, el fondo soberano de inversión de Catar creado en 2005 para gestionar los superávits generados por la exportación de gas y petróleo. Solo en Inglaterra cuentan con 4.000 títulos de propiedad según 'The Guardian', incluyendo los hoteles Ritz y The Savoy. Entre las apabullantes mansiones de los cataríes en Londres destaca el número 1 de Cornwall Terrace, cerca de Buckingham Palace, en origen tres viviendas históricas que la exjequesa adquirió en 2014. También es coleccionista de arte, un amor que ha inculcado en una de sus hijas, Sheikha Al-Mayassa, en quien muchos ven a su heredera natural. 

Segunda esposa y favorita del emir emérito, ni su labor al frente de la Qatar Foundation, brazo cultural del país, ni su defensa de causas como la educación la han llevado jamás a romper el silencio ante las vulneraciones de los derechos humanos en Qatar que han denunciado numerosos organismos internacionales, entre ellos Amnistía Internacional. Al fin y al cabo, su matrimonio con Hamad bin Khalifa Al-Thani sirvió para apuntalar el régimen: hija de un opositor al padre de su marido, creció en el exilio. Gracias a su boda con el heredero a la corona, en 1977, se hizo la paz entre las dos principales dinastías de Qatar. Y nació su leyenda. 

Suscríbete para seguir leyendo