Geopolítica

Xi y Biden se reúnen con Taiwán de trasfondo

Ambos líderes se encontrarán por primera vez desde la pandemia

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Adrián Foncillas

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Los líderes globales se han citado frente a las níveas playas de Bali para sosegar a un mundo convulso pero es improbable que de ese paraíso que atrae a yoguis y demás buscadores de la paz interior salga la receta para terminar la guerra en Ucrania o aceitar las relaciones bilaterales entre China y Estados Unidos. La inflación galopante, la amenaza de la enésima recesión global, la alerta nuclear en Ucrania y Corea del Norte, el calentamiento global… No le faltan problemas al mundo así que se espera de la reunión entre Xi Jinping y Joe Biden que, al menos, mitigue algunos.

Sobre la cumbre en Indonesia del G-20 planeó el morbo de un encuentro de Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky pero ambos se han caído del cartel en las últimas semanas. El presidente ruso renunció y el ucranio participará por videoconferencia. Su vació será ocupado por Xi y Biden, que llegan a Bali en su mejor momento. El primero recibió en el reciente congreso su tercer e inédito mandato al frente del partido y los resultados de las elecciones han sonreído al segundo cuando temía el desastre.

El G-20 ha tenido en la ASEAN, el grupo de naciones del sudeste asiático, a su telonero. En Phnom Penh, capital camboyana, porfiaron Pekín y Washington por ampliar su influencia en una zona clave del continente. El pulso continuará en Bali. Pekín ha confirmado que Xi se reunirá con su homólogo francés, senegalés y argentino, pero serán algunos más porque se acumulan los deberes pendientes a la diplomacia china tras el autoimpuesto parón del covid. Biden aún lucha por recuperar el centro de la escena global que desdeñaba su predecesor, Donald Trump, y recomponiendo los puentes de aquella política aislacionista.

Viejos conocidos

Biden y Xi son viejos conocidos. Más de una década atrás, en un viaje a Pekín como vicepresidente, el primero aclaraba que "el auge de China no es solo positivo para China sino para Estados Unidos y el orden mundial". Dos años atrás calificaba a Xi de "matón". No hay mejor resumen de la deriva de las relaciones bilaterales. Lo mejor que se puede decir de Xi y Biden es que, a diferencia de los últimos años de Trump, mantienen la comunicación abierta. Desde que Biden ganó las presidenciales han hablado por teléfono en cinco ocasiones y esta será su primer encuentro personal.

Pero esa comunicación fluida no ha solventado ninguno de los pleitos. La última llamada fue juzgada como constructiva por ambas partes y pocos días después aterrizaba en Taipei la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. No hay asunto que descomponga más a Pekín que Taiwán y Washington insiste en que mantiene su vieja política mientras se afana en vulnerarla: son habituales las delegaciones políticas en Taipei, aumentan en frecuencia y volumen las ventas de armas, Biden torpedea la "ambigüedad estratégica" que ha apuntalado la paz en el estrecho durante cuatro décadas y cada vez más voces en Washington piden el principio de una sola China.

Biden ha anticipado que aclarará a Xi cuáles son sus líneas rojas, preguntará por las chinas y después determinará si entran en conflicto. Y, si es así, "pensaremos en cómo resolverlo". China he pedido el respeto a la coexistencia pacífica y la cooperación beneficiosa para ambos. Al enquistado problema taiwanés se suma el intento estadounidense de estrangular la industria china de semiconductores y microchips.

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