Discrepancias entre París y Berlín

El histórico eje franco-alemán, en sus horas más bajas

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, durante la cumbre de Bruselas de la semana pasada.

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, durante la cumbre de Bruselas de la semana pasada. / OLIVIER HOSLET

Enric Bonet

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Una herida que supura en el peor momento en el corazón de la Unión Europea. La decisión de aplazar el consejo de ministros franco-alemán del 26 de octubre cristalizó las actuales tensiones entre Alemania y Francia. Las relaciones entre las dos principales potencias de la UE -el rey y la dama del proyecto comunitario- no pasan por su mejor momento. Sus diferencias soterradas ya existían desde hacía años, pero la guerra en Ucrania y la crisis energética las acentuaron. Desde que Jacques Chirac y Gerhard Schröder impulsaron los consejos de ministros franco-alemanes en 2003, no se recordaba un episodio como el de este año en que esta importante reunión ha sido aplazada tres veces. Al final se celebrará en 2023.

"Pienso que no es bueno que un país se aísle. (…) Nuestro rol es hacer todo lo posible para que haya unidad europea y que Alemania forme parte de ella", aseguró el presidente francés, Emmanuel Macron, el jueves antes del inicio del Consejo Europeo. "Está claro que Alemania siempre ha actuado de manera muy solidaria", respondió el canciller Olaf Scholz, cuyos homólogos europeos, incluido Macron, le reprochan desde hace semanas su plan de rescate de 200.000 millones de euros en respuesta a la crisis energética. Una medida que podría desvirtuar el mercado común.

"No tienen las mismas preferencias"

El presidente centrista y el canciller socialdemócrata intentaron limar estas diferencias con un cara a cara en Bruselas, lo repetirán el miércoles que viene en París. La "hoja de ruta" acordada en el Consejo Europeo para frenar la espiral de precios energéticos quizás apaciguará las tensiones, aunque las diferencias resultan fecundas, tanto en materia de energía, defensa y economía

"Aquellos intereses divergentes que quedaron ocultos durante años han cristalizado ahora en un momento de una crisis mayúscula (guerra en Ucrania e inflación energética), en que los dos principales socios europeos no tienen las mismas preferencias", explica en declaraciones a EL PERIÓDICO el economista David Cayla, experto en asuntos europeos. Según este profesor en la universidad de Angers, "las discrepancias actuales resultan mucho más importantes" que las ocurridas durante el binomio Merkel-Macron, marcado por algunos cruces dialécticos sobre la "Europa de la Defensa" o sobre la creación de un presupuesto específico para la zona euro.

Estrategias energéticas opuestas

Francia y Alemania tienen estrategias energéticas casi opuestas: la primera apuesta por la energía nuclear, mientras que la segunda aceleró su salida de la energía del átomo a cambio de aumentar su dependencia del gas ruso. En un pasado reciente, ya habían disentido sobre el gasoducto Nord Stream 2. Y no lo hicieron por la necesidad de dejar de depender del gas de la Rusia de Putin, sino por motivos económicos y estratégicos.

París y Berlín discrepan desde hace meses sobre las medidas a adoptar para frenar la inflación energética. Macron ha insistido en la conveniencia de compras comunitarias de gas. Además, apuesta por extender al resto de la UE el mecanismo ibérico de desacople del precio de la electricidad respecto al gas, lo que ha permitido que España se beneficie actualmente de un coste eléctrico bastante inferior al de Alemania o Francia. Pero el Ejecutivo alemán, junto a sus habituales aliados del norte, bloquearon estas propuestas durante meses. 

Tras meses de tira y afloja, Alemania parece haber cedido un poco. La "hoja de ruta" acordada el viernes por los 27 incluye compras europeas de gas, pero de carácter "voluntario", y un mecanismo "temporal" para desacoplar el precio de la electricidad respecto al gas. No obstante, la letra pequeña de estas medidas deberá discutirse en los próximos meses y las negociaciones se auguran tensas. Esta semana también quedó finiquitado otro dosier que enfrentaba Berlín con París: el MidCat. Al final, el gasoducto por los Pirineos ha ido a parar a la papelera de la historia y lo sustituye una tubería submarina entre Barcelona y Marsella. Un proyecto al que, de momento, no se ha visto asociada Alemania.

El escudo antimisiles de la discordia

Además de la energía, las diferencias entre el Gobierno francés y el alemán resultan abundantes en materia militar. En las altas esferas galas, no gustó ni un pelo el anuncio por parte de Alemania de la creación de un escudo antimisiles, junto con otros 14 países de la OTAN, entre los que no se encuentra Francia, y desarrollado con tecnología militar estadounidense e israelí. "Los dirigentes franceses tienen el sentimiento de que los alemanes no colaboran" con la "Europa de la Defensa", recuerda Cayla. Pone como ejemplo las tensiones actuales en el desarrollo del caza europeo (SCAF) y del tanque del futuro.

Todas estas fricciones se producen en un año marcado por el peso creciente en la UE de los países del Este y por el retorno de la hegemonía estadounidense sobre el Viejo Continente. Polonia y sus socios bálticos llevaron a menudo la voz cantante, sobre todo respecto a las medidas a adoptar contra la invasión rusa de Ucrania, mientras que Francia y Alemania parecían rezagadas. Un declive incipiente del eje franco-alemán acentuado por sus divisiones internas.

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