Inflación y coste de la vida

Los sindicatos franceses muestran músculo en una jornada de movilización para reclamar alzas salariales

Resumen multimedia | Historias de la inflación en Europa

¿Qué está pasando en Francia?

Las centrales intentan ampliar a otros sectores la exitosa huelga en las refinerías

Enric Bonet

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Los sindicatos franceses intentaron este martes ampliar a otros sectores la exitosa huelga en las refinerías, que ha dejado sin combustible a un 30% de las gasolineras en Francia. No fue una movilización multitudinaria ni el país vecino quedó bloqueado. Pero sí resultó una demostración de cómo, poco a poco, la temperatura de la contestación social va subiendo a medida que avanza el otoño.

Entre 300.000 personas, según los sindicatos, y 107.000, según el Ministerio del Interior, se manifestaron en ciudades del conjunto del país vecino en esta jornada de movilizaciones, convocada por los sindicatos más combativos, como la CGT, Force Ouvrière y Sud-Solidaires. Las moderadas CFDT y CFE no la respaldaron. Estos datos quedaron muy lejos del más de un millón de manifestantes de las protestas de diciembre de 2019 contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron, según cifras del mismo Ejecutivo, que tiende a calcular a la baja el número de manifestantes.

A pesar de ello, representó la protesta sindical más numerosa en Francia desde la pandemia. La experiencia del covid-19 supuso un somnífero para la bulliciosa sociedad gala. Desde entonces, los sindicatos y otras organizaciones de izquierdas tienen grandes dificultades para movilizar de manera multitudinaria. Pero con la inflación y los escasos aumentos salariales, la indignación empieza a impregnar la opinión pública. El domingo, 140.000 personas, según la organización, y 30.000, según la policía, ya habían participado en una marcha "contra la vida cara" en París, convocada por la Francia Insumisa, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas.

Los sectores de las refinerías, transportes, educación, función pública y de la empresa estatal eléctrica EDF fueron los más movilizados. Según el grupo ferroviario SNCF, uno de cada dos trenes de cercanías y regionales quedó anulado, mientras que las afectaciones en los de alta velocidad e internacionales resultaron bastante menores. En París, tres de las 16 líneas de metro se vieron afectadas.

"Entiendo a los huelguistas de Total"

"Todo el mundo se da cuenta de que, cuando va al supermercado, cada vez puede comprar menos cosas, mientras que las grandes empresas siguen registrando unos beneficios impresionantes", lamentaba en declaraciones a EL PERIÓDICO Florence, una enfermera de 59 años, presente en la manifestación en París, que cobra unos 2.200 euros mensuales, un salario bajo para vivir en una ciudad tan cara como la capital francesa.

Unas 70.000 personas, según los sindicatos, y 13.000, según el Ministerio del Interior, desfilaron este martes por las calles de la rive gauche en una protesta marcada por un ambiente festivo y en que abundaban los tradicionales camiones, globos y banderolas sindicales. "Este año apenas me han subido el sueldo un 2% y eso que llevo 10 años en la misma empresa y hasta ahora nunca me lo habían aumentado más de 1,5%", criticó Julie Bionda, 36 años, una empleada en una compañía de seguros presente en el mismo cortejo. "Aunque me he visto afectada por la falta de combustible, entiendo perfectamente a los huelguistas de las refinerías. Su lucha también está asociada a la de nuestros salarios", añadió.

"He venido a manifestarme para protestar contra la decisión del Gobierno de requisar refinerías y depósitos de combustible", ante las largas colas provocadas por la huelga, dijo Jean-Christophe, 52 años, un afiliado de la CGT que trabaja para una de las centrales nucleares de la empresa estatal EDF. Los trabajadores de las centrales nucleares se sumaron la semana pasada a la huelga, lo que dificultará la puesta en marcha de estas infraestructuras, cuyo funcionamiento al ralentí acentuó la crisis energética en Francia.

Huelga desde septiembre

Ante el aumento de los precios y los fulgurantes beneficios por parte de los gigantes energéticos, los trabajadores de Esso-ExxonMobil y Total iniciaron a finales de septiembre una huelga. Pedían compensar la inflación (del 6,2% interanual en septiembre, según el índice armonizado europeo) y un mejor reparto de los "superbeneficios" de esas empresas. Los trabajadores de Exxon suspendieron su acción tras un acuerdo con la empresa estadounidense, los de Total recondujeron este lunes su paro, que afecta a cuatro refinerías y cinco depósitos.

Tras haber dado la sensación que infravaloraba el impacto de la huelga en las refinerías, el Gobierno francés se ha visto empantanado en este conflicto social. La semana pasada decidió parar la huelga por medios legales obligando trabajar a algunos agentes de las refinerías y depósitos de combustible. Una decisión que indignó aún más a los sindicatos y tan solo mejoró levemente la situación en las gasolineras. Este martes no había gasolina en un 25% de ellas.

La escasez de combustible ha provocado problemas para acudir al trabajo, preocupación sobre la cosecha en las zonas rurales y anulaciones ante el inminente período de vacaciones de otoño. Pese a los dolores de cabeza de numerosos automovilistas, una mayoría de franceses, con una ligera diferencia respecto a los que se oponen, apoya las reivindicaciones de los huelguistas en las refinerías, según un sondeo de la semana pasada.

El encarecimiento de la vida, la pérdida de poder adquisitivo y los escasos aumentos salariales preocupan a muchos franceses. Los sueldos subieron una media del 3% en el último año, ante una inflación del 6,2% y del 10% en el caso de la alimentación. Además, Total resulta un símbolo de esta lucha de clases que ganan por goleada los más ricos: el grupo registró unos beneficios de más 10.000 millones durante el primer semestre de este año y su presidente Patrick Pouyanné cobra cerca de 6 millones de euros, si se tiene en cuenta la parte fija y unos astronómicos variables.

"Pienso que tenemos un problema con los salarios", reconoció este martes el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en declaraciones a la emisora de radio RTL. Aunque el Gobierno intenta delegar la resolución de este conflicto en los empresarios, también se debe a la política de dumping salarial, con el pretexto de mejorar la competitividad, impulsada por el mismo Macron.

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