Guerra en Europa

Buscaban nazis y encontraron aldeanos: viaje a las zonas liberadas del sur de Ucrania

EL PERIÓDICO visita varias aldeas del norte de Jersón, recuperadas recientemente por las fuerzas ucranianas tras meses de ocupación rusa

Vladimir pasea por su casa en Miroliubivka, destruida por los bombardeos rusos.

Vladimir pasea por su casa en Miroliubivka, destruida por los bombardeos rusos. / RICARDO MIR DE FRANCIA

Ricardo Mir de Francia / Petropavlisvska (Ucrania), enviado especial

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Si no fuera porque Rusia está destruyendo Ucrania y la vida de millones de personas, esta guerra sería un filón para el humor negro, como la guerra civil española lo fue para Gila o el franquismo para BerlangaPetropavlivska es una aldea de 400 almas, ahora la mitad, donde las cabras pasean en parejas por la carretera y los vecinos se desplazan en bicicleta con lecheras colgadas del manillar. Una aldea de campesinos como los de antes, de los que pasan hambre cuando vienen mal dadas. No tiene más que una escuela, ahora destruida por los bombardeos, y campos interminables de girasol y cereal. Ese villorrio polvoriento de gente humilde fue ocupado el pasado 24 de mayo por las tropas rusas. La guerra había llegado a la granja, pero un montón de pobres diablos con el uniforme ruso creían haber tomado el Reichstag

Las fuerzas ocupantes se instalaron en las casas vacías del pueblo, dejadas por aquellos que pusieron rumbo a Europa o a otras regiones más seguras de Ucrania tras comenzar la guerra. Había militares rusos, pero también muchos militares de la autoproclamada República Popular de Donetsk, una región separatista del este ucraniano. Y particularmente los primeros, llegaron con una seria 'empanada' mental en la cabeza, según los vecinos, producto de la propaganda del Kremlin, pero también de un desconocimiento profundo del lugar al que fueron enviados. "Decían que venían buscando nazis y soldados del batallón Azov. Y yo les decía que se habían equivocado de pueblo, que aquí solo viven 200 personas", cuenta Viktor Davidok con una mueca de asombro. 

INTERNACIONAL UCRANIA zonas liberadas de Jersón. FOTOGRAFIA DE RICARDO MIR DE FRANCIA

Viktor Davidok, en su casa de Petropavlivska, en la provincia de Jersón. / RICARDO MIR DE FRANCIA

Pero lo que más estupor le causó es cuando los rusos empezaron a decir que "en menos de una semana matarían a [Stepan] Bandera", la figura más controvertida del nacionalismo ucraniano. "'Pero si se murió hace más de medio siglo', les decía yo sin salir de mi asombro", cuenta ahora este agricultor de piel tostada, chándal y birrete de lana. Bandera fue asesinado por la KGB en Múnich en 1959. En Rusia está considerado un nazi y ha pasado a ser una de las armas arrojadizas predilectas para su propaganda, que suele referirse a los ucranianos como "banderas" y "ukronazis". En Ucrania, en cambio, su figura ha sido rehabilitada, a pesar de su radicalismo de extrema derecha y su antisemitismo. Buena parte del país lo ve ahora como un patriota que por encima de todo luchó por la independencia del país. 

Y en esas siguen sus compatriotas tantas décadas después, ahora tratando de defender una libertad que llegó en 1991 tras la disolución de la URSS. "No teníamos luz, pero desde que le pueblo fue liberado he visto lo que los rusos hicieron en Bucha y otros lugares de Ucrania", dice Mykola Davidok, el hermano de Viktor. "En este pueblo nos trataron decentemente. Ni nos torturaron ni nos maltrataron, pero estaban muy perdidos. Un soldado me decía que pensaban llegar a Odesa en un día, cuando está a más de 400 kilómetros", añade frente a sus campos. 

6 de octubre, fecha de la liberación

Petropavlivska y otras aldeas vecinas del norte de Jersón, en las márgenes occidentales del río Dniéper, fueron liberadas por las fuerzas ucranianas a partir del 6 de octubre. Pero es una zona que no se ha despedido de la guerra. Las explosiones de artillería levantan nubes negras a unos centenares de metros de la aldea y un caza ruso descarga un par de kilómetros al sur, encima del frente. Es como una tarde de truenos. Las batallas del último mes han destruido buena parte del tendido eléctrico que alimentaba la región. Por los campos amarillos de trigo hay proyectiles de artillería clavados como estacas y todo está extremadamente seco. Es como si una plaga bíblica de polvo se hubiera cernido sobre estas tierras. 

INTERNACIONAL UCRANIA zonas liberadas de Jersón. FOTOGRAFIA DE RICARDO MIR DE FRANCIA

Cruces y coronas de flores esperan en un colegio a los próximos ucranianos caídos en el frente. / RICARDO MIR DE FRANCIA

"Los aviones rusos no se internan demasiado en cielo ucraniano, pero en el frente de las regiones que ocupan los ataques sobre nuestras fuerzas son diarios. Dan vueltas, descargan y se van", afirma Alexander Opel, uno de los soldados de la brigada ucraniana que recuperó esta zona. Por el momento, mantienen la posición a expensas de una orden de arriba para avanzar. La moral es elevada entre sus tropas. Uno de ellos dice que confían en recuperar toda la provincia de Jersón antes de final de año, pero insisten en que les faltan armas y blindados. "Europa no entiende que si vive bajo cielos seguros es porque nosotros los estamos defendiendo", dice Opel antes de señalar el viejo jeep destartalado con el que evacúan a muertos y heridos. En la escuela contigua esperan varios ataúdescruces y coronas de flores. "Son para el siguiente", dice el militar ucraniano. 

Si bien en Petropavlivka la destrucción es mínima, en Miroliubivka, unos 15 kilómetros al norte, apenas queda una casa con el tejado en pie. Fue una de las plazas de la contraofensiva y los ataques cruzados fueron inclementes. También la actitud de las fuerzas rusas y sus aliados separatistas, que ocuparon la aldea durante meses. "Ha sido una experiencia horrible", dice Volodímir sin una pizca de brillo en los ojos, un campesino de 21 años que enterró a su abuela hace unos días, después de que un proyectil ruso cayera en el comedor de su casa, ya con la aldea bajo control ucraniano. "No nos dejaban salir de casa ni utilizar nuestro pozo. Saquearon la tienda y se llevaron nuestras conservas. Hemos pasado hambre y hemos tenido que recurrir al agua de lluvia para beber", añade Volodímir.

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