Guerra en Europa

Ucrania toma medidas frente a la amenaza nuclear rusa

El país pone en marcha planes de contingencia ante la posibilidad de que Moscú recurra a armas tácticas o se produzca un desastre radiactivo en la central de Zaporiyia

El teniente de alcalde de Krivyi Rih, Sergiy Miliutin, sale de un búnker de la ciudad preparado para potenciales ataques nucleares.

El teniente de alcalde de Krivyi Rih, Sergiy Miliutin, sale de un búnker de la ciudad preparado para potenciales ataques nucleares. / RICARDO MIR DE FRANCIA

Ricardo Mir de Francia

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En Krivyi Rih saben lo que es estar al borde de la catástrofe. Hace ahora poco más de un mes, 14 misiles de crucero rusos golpearon durante tres días la presa hidroeléctrica de Karachun, situada junto a esta ciudad industrial del centro-sur de Ucrania, la misma donde nació su presidente, Volodímir Zelenski. Los misiles Iskánder e hipersónicos utilizados en el ataque, según las autoridades locales, destruyeron una de las compuertas del embalse y el agua empezó a fluir cuesta abajo a un ritmo de 240 litros por segundo en dirección a los dos distritos de la ciudad pegados al embalse. “Probablemente el objetivo era inundar esos barrios y matar a miles de personas para crear el pánico”, asegura Sergiy Miliutin, teniente de alcalde de la ciudad. “En esos dos distritos viven 150.000 personas. Podría haber sido la mayor masacre de civiles desde Hiroshima”, añade hiperbólicamente.

Un centenar de viviendas acabaron anegadas y una veintena de calles evacuadas, pero podría haber sido bastante peor si la operación relámpago para sellar la compuerta con 100 toneladas de piedra y arcilla no se hubiera completado en tiempo récor. “Si hubiéramos tardado 24 horas en lugar de 16, los dos distritos se hubieran inundado. El agua hubiera llegado a la altura de un segundo piso”, dice el hombre que lideró aquella operación, Oleksandr Vilkul, ingeniero de formación y jefe de la Administración Militar de la ciudad. “Estuvimos muy cerca de una catástrofe”.

Ucrania es una guerra de alto riesgo. Y no solo para los bandos en conflicto. Desde que comenzara la invasión rusa, el Kremlin no ha dejado de invocar la posibilidad de recurrir a armas nucleares en suelo ucraniano, un espantajo que se sustenta en los dos millares de armas nucleares tácticas que, según la inteligencia de Estados Unidos, tiene en su arsenal. Por no hablar de las estratégicas, más abundantes y todavía más tremebundas. “No es un farol”, dijo Vládimir Putin tras la reciente anexión formal de las cuatro regiones que sus tropas ocupan parcialmente en Ucrania. 

El polvorín de Zaporiyia

Pero esa es solo una parte del pastel radioactivo porque desde hace meses se combate en las inmediaciones de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa. La central sigue operada por centenares de trabajadores ucranianos, pero permanece bajo control de las fuerzas rusas desde marzo y ambas partes se acusan de haberla atacado repetidamente con artillería. Ucrania añade además que hay armamento pesado ruso en su perímetro y la Organización Internacional de la Energía Atómica no se cansa de repetir que “la situación es insostenible”.

Cada día el nivel de riesgo parece variar. Sus seis reactores llevan algunas semanas apagados, pero la central necesita un suministro constante de electricidad para mantenerlos fríos y evitar el desastre. Y este mismo lunes ha vuelto a quedar únicamente conectada a los generadores externos de emergencia, después de que los bombardeos rusos cortaran su acceso a la red eléctrica, según ha denunciado el operador ucraniano. “En los últimos días los invasores rusos han bombardeado todo el territorio, atacando deliberadamente subestaciones conectadas las líneas de alta tensión que alimentan las centrales atómicas”, ha dicho Energoatom en un comunicado. 

Planes de contingencia

Todos estos factores han hecho que la amenaza nuclear sea para los ucranianos algo más que un escabroso entretenimiento para ganar audiencia en los medios de todo el mundo, aunque ni de lejos la única o la más inminente. Tanto Kiev como las distintas regiones han elaborado planes de contingencia para preparar potenciales evacuaciones de población, detectar cuanto antes cualquier nivel anormal de radiación y responder a los distintos escenarios que planean sobre el horizonte. “Desde el centro de crisis llevamos tres meses repensando e inventando nuevos planes para afrontar cualquier situación”, asegura Taras Tyschchenko, miembros del Centro de Crisis de Zaporiyia, bajo el mando de su Administración Militar. 

Su organismo tiene seis brigadas operando por toda la provincia, dedicadas a monitorear en todo momento los niveles de radiación e investigar posibles rutas de evacuación. “La población nunca debe ser evacuada inmediatamente después de una explosión. Los que sobrevivan tendrán que esconderse y será el presidente el que decida cuando hay que empezar a evacuar a la gente”. La consigna es encerrarse en los refugios o las casas, preferentemente en habitaciones sin ventanas, para prevenir el contacto con el aire radioactivo. “Cuando se reduzcan los niveles de radiación, probablemente en 48 horas, se determinarán las rutas más seguras y se darán instrucciones de cómo y por donde marcharse”. 

Entre el centenar de refugios antiaéreos de Kriyiv Rih, todos ellos construidos durante la Guerra Fría, cuando el país era parte de la Unión Soviética, solo uno de ellos se acerca a lo que comúnmente se entiende como un búnker nuclear. Está en un parque de la ciudad. Bajo el suelo. Sobre el techo, cuatro metros de hormigón y otros dos de tierra. Tiene capacidad para unas 500 personas en una ciudad de 650.000 habitantes en tiempos de paz y con una de las mayores concentraciones de desplazados internos del país. Sus puertas están abiertas y algunos se refugian ahora de los bombardeos convencionales que sigue martirizando ciudades y pueblos.

Un búnker de la ciudad de Krivyi Rih  preparado para potenciales ataques nucleares.

Un búnker de la ciudad de Krivyi Rih preparado para potenciales ataques nucleares. / RICARDO MIR DE FRANCIA

Chantaje a Occidente

“No son exactamente el tipo de búnker que tendría el presidente de EEUU, pero algunos son capaces de bloquear el polvo radioactivo”, dice con ironía Miliutin, el teniente de alcalde de la ciudad. Kriyiv Rih ha adquirido una “cantidad estratégica” de yoduro de potasio para administrarlo eventualmente entre la población y desde el verano se trabaja también en potenciales rutas de evacuación. Pero Miliutin no está demasiado preocupado. Al menos, de momento. “Rusia está utilizando la amenaza nuclear para chantajear a Occidente. Ni siquiera dentro del país la idea tiene demasiado apoyo”, dice en la rampa del búnker. 

“Tenemos que estar preparados y saber cómo actuar para prevenir el pánico, pero ningún ucraniano se está marchando del país por este motivo. El miedo nuclear no ha aumentado, lo que ha aumentado es el odio hacia Rusia por lo que nos está haciendo”, apostilla el teniente de alcalde.

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