Aniversario trágico

La monarquía británica vuelve a cotizar a la baja pese a superar la crisis por Diana

La ruptura de Enrique y Meghan con la familia y el escándalo del príncipe Andrés lastran la popularidad de los Windsor 25 años después

Un fan de Diana, John Loughrey, cuelga un cartel de la princesa en la puerta del Palacio de Kensington en Londres, Gran Bretaña, este viernes.

Un fan de Diana, John Loughrey, cuelga un cartel de la princesa en la puerta del Palacio de Kensington en Londres, Gran Bretaña, este viernes. / TOLGA AKMEN

A. Niubó

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Los británicos siguen idealizando a la princesa Diana de Gales 25 años después de su fatal desenlace. Todavía su nombre emociona en el Rei . Su mito se ha ido haciendo cada vez más grande y en los últimos años se han popularizado en las pantallas como la serie de Netflix 'The Crown', que popularizó y humanizó a la monarquía británica, y a la película ‘Spencer’, nominada a los últimos Oscars de Hollywood, en la que se profundiza y se ficciona la relación tensa y fría que siempre hubo entre la reina Isabel II y los miembros de la Casa Real y la princesa de Gales, que en la película está interpretada por la actriz Kristen Stewart.

La relación de Diana y Carlos fue vivida como un cuento de hadas por la mayoría de los británicos. Un cuento de hadas que se luego se convirtió en una pesadilla para la princesa y también para la Casa Real por la separación y posterior divorcio de la pareja y porque la prensa y los ciudadanos se posicionaron del lado de Lady Di. Culparon a Carlos y a la relación paralela que mantenía con Camila Parker Bowles de la infelicidad de la princesa de Gales. La muerte de Diana supuso el momento más bajo de popularidad de la monarquía británica y de la reina por su silencio inicial mientras el pueblo lloraba en las calles.

Guillermo y Kate

La monarquía británica tardó mucho tiempo en recuperarse de aquello y en ser perdonada por la gente. Su recuperación se empezó a producir cuando los dos hijos de Diana, Guillermo y Enrique, cobraron protagonismo. Primero fue la boda de Guillermo y Kate Middleton en 2011 la que hizo que los ciudadanos volvieran a salir a las calles de forma multitudinaria para celebrar el enlace. La boda atrajo la atención de países de todo el mundo, globalizando la monarquía británica. Después se produjeron las celebraciones de 2012 del Jubileo de Diamante de Isabel II por sus 60 años en el trono que volvieron a conectar a los ‘royals’ con la gente.

Y, sobre todo, fue la boda entre Enrique y la actriz estadounidense Meghan Markle en 2018 la que colocó a la monarquía en lo más alto. La atención global que generó aquel enlace en Windsor tan solo se puede comparar con el de Diana y Carlos en 1981. La entrada de Kate Middleton dio aire fresco a la monarquía, pero, sobre todo, fue la llegada de Meghan la que disparó la popularidad y el interés por los Windsor. Enrique era el ‘royal’ favorito de los británicos después de la reina. Y fueron muchos los que vieron a Meghan como la sucesora de Diana para llenar el hueco que había dejado Diana en el imaginario popular y en los corazones de los británicos. Meghan era cercana a la gente, se saltaba continuamente el protocolo, y estaba viviendo también un cuento de hadas con el príncipe favorito de los británicos.

Lady Di inició una modernización y globalización de la monarquía que ha llegado hasta nuestros días

Sin embargo, en poco tiempo todo se fue al traste y la reputación de la monarquía cayó. Primero fue el escándalo de pedofilia del príncipe Andrés y luego las tensiones provocadas por la presencia de Meghan Markle, que dañaron la relación entre los dos hermanos, Guillermo y Enrique, hasta el punto que ya no se hablan y que, por primera vez, no van a mostrarse juntos públicamente para honrar a su madre en el aniversario de su muerte. Meghan, que es hija de madre afroamericana, acusó a la Casa Real de racismo por el color de su hijo.

La renuncia de Enrique y Meghan como miembros oficiales de la Casa Real fue un duro golpe para la monarquía, que ahora mismo se sustenta en la figura de la reina Isabel II, que ya tiene 96 años y graves problemas de salud, y en Guillermo y Kate. Enrique y Meghan han caído en las encuestas de popularidad, mientras que Carlos y Camila Parker Bowles, los malos de la película en el asunto de Diana, han sido aceptados por la sociedad y se han convertido en los futuros rey y reina consorte para cuando Isabel II no esté. La popularidad de la monarquía ha bajado después de la marcha de Enrique y Meghan, en especial entre los más jóvenes, que son los que se sienten menos identificados con la institución.

Una marca global

Diana también significó la modernización de la monarquía por su proximidad con la gente y el apoyo a las causas benéficas como los enfermos de SIDA, los leprosos o las víctimas de las minas terrestres. Causas que promocionó y que llegaron a tener una fuerte repercusión por su impacto mediático. Guillermo y Enrique siguieron con el trabajo que empezó su madre. Prácticamente todos los ‘royals’ hoy en día están volcados en causas benéficas, empezando por el príncipe Carlos.

La modernización y la globalización de la monarquía siguió después de Diana hasta el punto de haberse convertido en una marca global con un extraordinario impacto económico en los productos británicos exportados, y es vista como una institución rentable por la atracción turística que genera. Y parte de esta atracción tiene que ver todavía con Lady Di. Veinticinco años después de su muerte, el mito acerca de su vida y su muerte sigue haciéndose grande. Nadie en todo este tiempo ha conseguido llenar el hueco que dejó y sigue siendo la reina de corazones para los británicos.

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