Guerra de Ucrania

El Kremlin calienta motores para anexionarse los territorios ocupados en Ucrania

Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Mariúpol ultiman unas votaciones para incorporarse a la Federación Rusa que no serán reconocidas internacionalmente

El exprimer ministro ruso, Dmitri Medvédev, durante una visita a la autoproclamada republica popular de Luhansk.

El exprimer ministro ruso, Dmitri Medvédev, durante una visita a la autoproclamada republica popular de Luhansk. / EFE / SPUTNIK POOL / POOL (EFE)

Àlex Bustos

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El Kremlin ya calienta motores para anexionarse en un futuro próximo los territorios recién conquistados en Ucrania. Los medios rusos se vienen haciendo eco en las últimas semanas de testimonios de personas que querrían votar en eventuales consultas de incorporación a la Federación Rusa, que en ningún caso gozarían de reconocimiento de la comunidad internacional. Este miércoles, Gazeta.ru, un diario oficialista, ha difundido estadísticas de la supuesta intención de voto en la región ucraniana de Zaporiyia, gran parte de cuyo territorio se halla bajo control de las fuerzas rusas. Según esta publicación, el 82% de los participantes en la votación apoyarían la integración del territorio en el país euroasiático.

Y no serían los únicos. El Gobierno ruso rusa planea celebrar otras consultas similares en regiones ocupadas como Jersón o Mariúpol. De acuerdo con los medios anglosajones, es en las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk, controladas por afines al Kremlin desde 2014, donde el proceso se halla más avanzado. El reciente nombramiento de cuatro ministros rusos en el Gobierno de la República Popular de Donetsk (RPD) constituye la indicación más clara al respecto. El fichaje ruso más relevante es el de Economía, Dmitri Shmelev, quien controlará todo el flujo de dinero que llegará para la reconstrucción desde Moscú.

Dimitri Pushilín, presidente de dicho pseudoestado carente de reconocimiento internacional, ha justificado la medida enfatizando "la necesidad de una transición más rápida a la esfera legal rusa y al modelo de administración rusa". (La incorporación) "requiere de nuevas competencias de los mandatarios; por ello hemos traído a gestores rusos para liderar algunos ministerios", ha subrayado. Otras de las carteras destinadas a invitados rusos son la de Educación, Sanidad y Energía. Todos ellos ocuparon cargos parecidos a nivel regional en sus respectivos territorios natales al otro lado de la frontera.

Funcionariado

Asimismo, existe un funcionariado procedente del país vecino que ya está trabajando sobre el terreno en las autoproclamadas repúblicas populares. El exministro de Exteriores prorruso de Donetsk, Mijail Kofman, ha llegado a afirmar que se podría celebrar la votación en septiembre, "una vez liberados todos los territorios de la RPD".

Dado el intenso proceso de rusificación que han experimentado ambos territorios en los últimos años, la anexión de Donetsk y Luhansk no constituirá ningún desafío burocrático para Moscú. Ya existe un amplio sector de ciudadanos de estas regiones que cuentan con pasaportes rusos, a día de hoy cerca de 630.000. Según Fabian Burkhardt, investigador principal en el Instituto Leibniz para Estudios de Europa del Este y Sureste, la "pasaportización"" ya sugería que "los líderes de las repúblicas populares querrían en algún momento convertir a sus territorios en parte de Rusia".

Este escenario recuerda a lo sucedido en la península de Crimea antes de ser incorporada a Rusia en un referéndum sin legitimidad a ojos de la comunidad internacional. En 2014, tras el Euromaidán y la invasión de los llamados hombrecillos verdes (en realidad soldados rusos sin identificación que tomaron el control de los puntos neurálgicos del territorio), la península declaró su independencia el 11 de marzo de ese año. Seis días después, ese nuevo país votó para unirse a Rusia, hecho que fue celebrado en Moscú con el grito de de "Krim nash" ("Crimea es nuestra"). 

Más allá de Ucrania

Enfrentado con Occidente en una disputa sin visos de normalizarse mientras Vladímir Putin permanezca en el poder, el Kremlin está mirando incluso más allá de Ucrania. El pasado mayo, Anatoly Bibilov, el presidente del autoproclamado estado de Osetia del Sur, territorio considerado por la mayoría de países como parte integrante de Georgia, anunció la voluntad de celebrar un referéndum para "juntarse con sus hermanos del Norte", en referencia a la república de Osetia del Norte, una división administrativa de la Federación Rusa. 

Desde Tbilisi, capital de Georgia, esa iniciativa ha recibido una potente condena, con el primer ministro, Irakli Garibashvili, advirtiendo que su Gobierno no reconocería el resultado de ningún referéndum celebrado bajo estas condiciones. Tras perder Bibilov las elecciones surosetas, Alan Gaglóiev, el nuevo presidente, suspendió la consulta. Y aunque él también es partidario de que la minúscula república forme parte de Rusia, argumentó su decisión en la necesidad de ajustar el mecanismo con Moscú y con el calendario. 

Abjasia también es un estado no reconocido por la comunidad internacional, aunque desde que se autoproclamó como país independiente reafirmó su voluntad de seguir su propio camino, a pesar del cordón umbilical que la une a Rusia. El exministro de Exteriores abjasio, Viacheslav Chirikba, ha augurado, en conversación con EL PERIÓDICO, que el territorio mantendrá su "independencia", pese a que el destino de este pseudoestado está vinculado irremisiblemente al hermano mayor ruso: un 90% de sus exportaciones se dirigen a Rusia, mientras que el 99% de su inversión extranjera procede del vecino norteño.  

Moldavia, otra república exsoviética, padece un problema similar con Transnistria, una estrecha franja de territorio que ha sido bautizada como "el último reducto de la Unión Soviética". Este pequeño territorio al este del río Dniéster de medio millón de habitantes exuda parafernalia soviética por todos sus poros a pesar de haber transitado oficialmente hacia capitalismo, y se halla completamente subordinado a Moscú. Políticos de la región habían hablado de su voluntad de "volver a Rusia", pero la viabilidad de un enclave tan lejos de Rusia era pequeña. Ahora que el país más grande del mundo puede crecer a costa de Ucrania, la situación cambia.

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