Tensión en Asia

La calma vuelve a las aguas de Taiwán, pero China redobla sus amenazas

Taipéi reitera su rechazo a la fórmula de "un país, dos sistemas" que había incluido la víspera China en su nuevo libro blanco sobre la isla y repitió que Taiwán será lo que los taiwaneses quieran

Un hombre rema entre juncos mientras se ve el horizonte de la ciudad de Xiamen en la parte continental de China desde las islas Kinmen de Taiwán, que se encuentran a solo 3,2 km  de la costa de China continental

Un hombre rema entre juncos mientras se ve el horizonte de la ciudad de Xiamen en la parte continental de China desde las islas Kinmen de Taiwán, que se encuentran a solo 3,2 km de la costa de China continental / Sam Yeh / AFP

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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Taiwán concluyó este jueves su segunda y última jornada de maniobras militares con la indisimulada voluntad de que la tormenta amainara. El lanzamiento de obuses a las aguas del septentrional condado de Pingtung apenas se alargó durante una hora y las autoridades se esforzaron después en empequeñecer su relevancia. No buscaban responder a China sino confirmar que la artillería seguía en buen estado, aclaró Lou Woei-jye, portavoz castrense.

Convenía dejar las aguas tranquilas después de que China hubiera cancelado el día anterior sus elefantiásicas maniobras militares. El Ejército de Liberación Popular alegó que ya había completado con éxito las misiones previstas y probado la eficacia de sus tropas así que a partir de ahora se limitará a fiscalizar el estrecho con patrullas regulares. No hay precedentes de aquellas maniobras en una zona, el estrecho de Formosa, donde no han escaseado. Incluyeron el lanzamiento de misiles, la demarcación de seis zonas de ejercicios que provocaron un bloqueo de facto sobre la isla y se proyectaron más allá de los cuatro días previstos. Las aguas han recuperado el sosiego, los vuelos salen y llegan de nuevo y no hay más salvas que las dialécticas.

Libro blanco sobre Taiwán

Taipéi ha reiterado su rechazo a la fórmula de "un país, dos sistemas" que había incluido la víspera China en su nuevo libro blanco sobre la isla y repitió que Taiwán será lo que los taiwaneses quieran. Ni la oferta china ni el rechazo taiwanés permiten la sorpresa. Deng Xiaoping, el brillante arquitecto de las reformas, ideó aquella fórmula para la isla pero acabó implantada en Hong Kong, donde protegió las libertades durante dos décadas hasta que las protestas masivas reventaron sus costuras. La fórmula está tan quemada que ni siquiera el Kuomintang, el partido más afín al continente, quiere saber de ella en Taiwán.

El nuevo libro blanco sobre Taiwán sustituye al de 20 años atrás y contiene párrafos amistosos como el que alude a la creación de "un amplio espacio para la reunificación pacífica". Plantea dos escenarios opuestos. En uno, Taiwán disfrutará de seguridad y dignidad bajo el paraguas chino; en el otro, padecerá la tolerancia cero hacia las actividades separatistas. "China no renunciará al uso de la fuerza y se reserva la opción de tomar todas las medidas necesarias", amenaza. "Sólo nos veremos forzados a esas drásticas medidas para responder a la provocación de elementos separatistas o de fuerzas externas que cruzan nuestras líneas rojas", añade.

"Un país dos sistemas"

El documento insiste en mantener la quimérica fórmula de "un país, dos sistemas" y, como síntomas de la tensión reciente, ha podado viejas garantías. No hay rastro del compromiso del Gobierno central a no desplegar personal administrativo ni militar en la isla ni a debatir cualquier asunto siempre que se respete el principio de una sola China. Tampoco promete más autonomía de la otorgada a Hong Kong y sólo contempla para la isla vínculos comerciales y culturales con otros países.

El libro blanco contempla un horizonte de reunificación que parece hoy tan lejano como antes del viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi. Ni la absorción pacífica, que pretende Pekín, ni la invasión militar, que teme Occidente, son probables.

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